Paysandú, Domingo 20 de Febrero de 2011

Pocas propuestas y mucho desconcierto

Opinion | 19 Feb La reciente cumbre gubernamental en torno a la enseñanza dejó un saldo magro, más allá de lo positivo que resulta un encuentro con amplia representación del Poder Ejecutivo y de sectores vinculados a la problemática de la enseñanza, incluyendo en este caso a ministros y representantes de los respectivos órdenes de la educación, con el objetivo de aportar elementos para el diagnóstico y las consecuentes respuestas, en un proceso que nadie puede pensar va a ser de rápida dilucidación y ni siquiera que va a empezar hoy.
La convocatoria del presidente José Mujica permitió que los principales actores expusieran cuales son a su juicio las realidades en los respectivos sectores de la enseñanza y eventualmente elaborar propuestas para dilucidarlas, pero ya de entrada se planteó el problema de que a nadie le gusta admitir culpas ni poner en tela de juicio decisiones y responsabilidades propias.
No puede extrañar que por lo tanto el común denominador, con algunas excepciones, en cuanto a los responsables de la conducción en la educación haya sido lo que integrantes del propio gobierno consideraron como de “autocomplacencia”, es decir destacar presuntas virtudes del sistema y minimizar los problemas, a la vez de considerar que al fin de cuentas las cosas no están tan mal como se quieren pintar.
En alguna medida el detonante de esta convocatoria ha sido el resultado de las pruebas internacionales PISA, que han dado cuenta de un sensible retraso en la calidad y resultados de la enseñanza en nuestro país, pese a que algunos voceros de gobierno y naturalmente de sectores de la enseñanza, incluyendo el gremio de docentes, han relativizado en su importancia y hasta un consejero llegó a decir que deberían utilizarse otros parámetros para esta medición, basados en la realidad de la región, que es como cambiar el reglamento sobre la marcha de acuerdo al resultado que se tenga en el partido.
En lo que seguramente todos coincidamos, más allá de la visión particularmente crítica o complaciente que se tenga en esta problemática, es que será imposible innovar nada si no se llega a un diagnóstico acertado del escenario en que nos encontramos y hacia dónde deberíamos ir, y para ello es fundamental dejar de lado las autocomplacencias para situarnos en la realidad descarnada, con la salvedad de que no todos son problemas intrínsicos a la enseñanza, sino que también inciden en que todo esté como está los cambios de valores que se han registrado en la sociedad.
El único representante de la oposición en este cónclave gubernamental fue el consejero Daniel Corbo, quien además, según fue destacado por voceros oficialistas, fue el único que formuló propuestas concretas en este ámbito, lo que habla a las claras de la orfandad de ideas y de desconcierto que reina en la educación. Entre otros aspectos, Corbo manifestó que “hasta ahora lo que se ha hecho ha sido incorporar programas y programitas que pueden estar bien orientados, pero que colocados en una matriz educativa agotada no logran cambiar la realidad”. Entre otras propuestas, el licenciado hizo hincapié en la necesidad de que los institutos de enseñanza desplieguen una mayor autonomía y que los liceos tengan profesores de tiempo completo “con permanencia en una misma institución durante varios años”.
Argumentó además –con lo que coincidimos-- que Secundaria es el sector, subsector o el subsistema que presenta resultados más graves y cuya situación “yo diría que es de emergencia. No quiero abrumar con cifras, basta mencionar que de cada 10 jóvenes que ingresan en la enseñanza secundaria solamente tres terminan ese ciclo de seis años; en el camino perdemos el 70% de los jóvenes”.
Ello implica que “hemos quedado rezagados en América Latina, hay cifras comparativas de cómo estábamos hace 20 años respecto de otros países, en un segundo o tercer lugar, y cómo estamos hoy. (…) Esto en términos individuales, personales, de los jóvenes, implica una pérdida de oportunidades de educación y una pérdida de oportunidades mañana de inserción laboral adecuada; para la sociedad, una pérdida de construir una integración social adecuada, y para el desarrollo nacional un techo para el desarrollo, porque llegan muy pocos jóvenes, numéricamente hablando, a la enseñanza superior, y con ese número tan acotado que llega un país no puede alcanzar desarrollo, un desarrollo que está basado fundamentalmente en el conocimiento. (…) Si el país quiere desarrollo, tiene que cambiar esta realidad”.
Seguramente que sobre este apunte hay pocos disensos, pero el quid radica en la propuesta, porque además Secundaria es el enlace de Primaria con la educación terciaria y la formación técnica para la inserción laboral, que es donde se pierde el grueso del estudiantado por la deserción y llegamos al temido factor “ni-ni”, el de los jóvenes que ni estudian ni trabajan.
Consideró Corbo, como hemos sostenido recurrentemente en estas páginas, que los jóvenes sienten que “esa educación no les sirve para nada, no logran apreciar de qué modo incide esa formación en su realidad actual o futura. Si uno no es capaz de motivarlos con esa propuesta educativa, si no tienen en el liceo una escucha a sus problemas, un interés por sus realidades, entonces aquel programa no sirve”.
Y en el marco de la actual degradación de valores, evidentemente hay un paso traumático para muchos jóvenes de Primaria al Liceo, desde que se pasa de un tutelaje de varias horas a una enseñanza de diversidad de profesores y materias que se pretende hacer coincidir entre sí pero que solo dan una visión general sin la necesaria relación práctica con el mundo del trabajo ni lo que los jóvenes van a necesitar en su formación y capacitación. Es la desmotivación que menciona Corbo, junto con la pérdida de valores, que hacen que en Secundaria la deserción sea la regla y no la excepción, y que se esté comprometiendo así el futuro de muchas decenas de miles de jóvenes, junto con el del país, y solo por mencionar lo que atañe al sector más crítico del sistema educativo.


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