Paysandú, Jueves 24 de Febrero de 2011

ESCRIBE EL DR. RODOLFO CANABAL

En los problemas del tránsito inciden fallas graves de la educación

Locales | 22 Feb La gravedad muy grande de los problemas que plantea el tránsito, tema que en esta columna se abordó en fecha reciente cuando se comentó la pública recomendación emitida en Gran Bretaña, a quienes visitan nuestro país por la indisciplina y la desorganización que en tal materia aquí prevalece, induce a volver a su análisis para exponer algunos conceptos complementarios, y opiniones coincidentes publicadas, que se consideran muy importantes.
El concepto fundamental, sustentado ya antes en esta columna con muy profunda convicción, es el que considera que la existencia de muy serias deficiencias en la educación es factor que tiene incidencia muy grande entre las causas de tales problemas. Al respecto existen opiniones coincidentes que es leal, y también agradable, señalar.
Entre ellas, verbigracia, en El País del 12 del pasado mes de enero, en editorial titulado “Un tránsito aniquilador”, se coincide plenamente con expresiones de un jerarca de Policía Caminera en el sentido de que el desastre del tránsito configura un problema cultural, vinculado a comportamientos irresponsables de los conductores, que exige una mayor “educación y fiscalización”. Y también concuerda sustancialmente con tales conceptos el columnista del mismo diario Hernán Sorhuet Gelós en nota titulada “Cultura Vial” del 9 del corriente mes de febrero, cuando señala, entre otras acertadas expresiones, que “se necesita trabajar muy duro en muchos planos de la vida social, pues los siniestros del tránsito son esencialmente provocados por errores humanos”, a lo cual agrega que tal “realidad está íntimamente relacionada con malos hábitos y costumbres muy arraigadas en la sociedad”.
A ello se debe agregar la nota que el 13 del pasado enero inserta, también El País, en su espacio “Salud”, por ser excelente análisis del médico Dr. Eduardo Casanova, titulado “Los accidentes de tránsito en la ruta”, los cuales, según señala, eran ya en la década de 1980 la tercera causa de muerte de la población de menos de 45 años.
Entre los importantes conceptos que contiene expresa que “su prevención se relaciona especialmente con la educación y cultura. Este aspecto hizo que en países como España, la prevención fuera abordada con un video llamado ‘Mi amiga la prudencia’, transmitiendo la necesidad de respetar normas de tránsito, como respetar los límites de velocidad, usar cinturón y evitar el sueño o el alcohol. Puesto que no existe otra ‘vacuna’ para controlar esta epidemia, que la educación y los controles, sobre dichos parámetros debe realizarse la prevención”. Y sugiere que, además de las precauciones en el manejo, los conductores se preparen para intervenir, en caso de presenciar un accidente, para ayudar a reducir la magnitud de los daños, para lo cual aporta consejos.
Si se tiene presente el grado importante en que contribuye a elevar las condiciones de seguridad la conducción de vehículos ajustada a las normas de los respectivos reglamentos, y también lo que ayuda al respecto que se hagan a los demás conductores las indicaciones o señas, debidas y oportunas, acerca de las maniobras que se han de realizar, luchar por el mayor respeto a tales normas debería estar entre las preocupaciones firmes de conductores y peatones.
Corregir la desfavorable realidad actual, por tanto, ha de exigir una labor educativa intensa, que debería ser puesta en marcha ya desde los primeros niveles de la educación, para que sus resultados sean realidad en un futuro lamentablemente no inmediato.


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