Paysandú, Viernes 25 de Febrero de 2011
Opinion | 18 Feb Tras el anuncio formulado el año pasado respecto a la intención del Poder Ejecutivo de promover la instalación de elementos para el calentamiento de agua por energía solar, recientemente el ministro de Industria, Energía y Minería, (MIEM), Roberto Kreimermann, y el director de UTE Gerardo Rey confirmaron que el gobierno tiene la expectativa de lograr la sustitución de unos 80.000 calentadores hogareños con el fin de lograr un sustancial ahorro energético en el período de unos años a través de un programa a lanzarse este año.
Naturalmente, a las buenas ideas como lo es la reconversión energética, hay que acompañarlas de instrumentos para hacerlas realidad y sobre todo que la práctica responda a las expectativas que se tejen para alcanzar los objetivos, y como en este caso, contribuir a un mejor desempeño de la economía hogareña en la tarifa eléctrica.
Es sabido que mientras el consumo eléctrico ha crecido significativamente, no se ha tenido la previsión de promover en la misma medida la disponibilidad de potencia en la generación, con el agregado de las crisis que se originan cuando la escasez de agua en los embalses y no se dispone de la suficiente hidroelectricidad, debiendo apelarse a la costosa generación por petróleo en las centrales térmicas.
Durante mucho tiempo se habló –solo eso-- de la necesidad de poner el acento en las energías renovables, debido a que más temprano que tarde se estaría ante un encarecimiento y agotamiento de combustibles fósiles como el petróleo, pero en nuestro país siguieron construyéndose centrales termoeléctricas movidas por derivados del crudo, como si fuera una cosa menor nuestra vulnerabilidad a las energías importadas y sobre todo al drenaje de divisas por concepto de la compra de petróleo.
La energía solar es una alternativa que es válida en nuestras latitudes, desde que hay un alto porcentaje de días de potencial aprovechamiento al año, sobre todo al norte del río Negro, pero el mayor desafío radica en el alto costo inicial de las instalaciones. Tanto que pretender amortizar los equipos a través del ahorro correspondiente en la factura de electricidad insumiría dos, tres o incluso más años.
A través de este proyecto conjunto del MIEM y UTE, se intentará buscar la alternativa para facilitar el calentamiento del agua a través de paneles solares, puesto que esta tarea es responsable de aproximadamente un 30 por ciento del consumo total domiciliario y por lo tanto incide promedialmente en ese orden en el costo mensual del servicio, lo que no es poco decir, y da la pauta sobre la rentabilidad si se dispone de recursos para solventar la inversión inicial.
Precisamente la idea es promover la instalación, a un costo no menor a los veinte mil pesos, de estas instalaciones, a través de un crédito blando, que se irá pagando con el ahorro en la tarifa, quedando luego el dispositivo por muchos años para su aprovechamiento y consecuente ahorro real desde el punto de vista económico para el usuario. El ahorro es evidente con solo palpar el agua de cualquier cañería que haya estado expuesta al sol por unas horas, especialmente en verano, aunque igualmente es necesario mantener un respaldo eléctrico o a gas para los días fríos y nublados en invierno.
En forma paralela a esta posibilidad energética hogareña, está en vigencia la Ley de Energía Solar Térmica, que obliga a nuevos centros de salud, hoteles y clubes deportivos a disponer de dispositivos de generación eléctrica solar, cuando la previsión de consumo energético para agua caliente sea mayor al 20 por ciento del total. La nueva normativa establece que el 50 por ciento de la energía deberá ser obtenida a partir de fuentes solares, por lo que en caso contrario no regirán el permiso de construcción.
Asimismo, la legislación también faculta al Poder Ejecutivo a otorgar exoneraciones impositivas a los colectores solares de fabricación nacional e importados y a los elementos necesarios para su fabricación.
Estos intentos, que se suman a experiencias como la inversión a realizarse este año para la construcción de una granja solar fotovoltaica en Salto, de una potencia menor naturalmente, dan la pauta de que hay intenciones de cambiar el paso y en forma coadyuvante con otras fuentes energéticas como la eólica y la quema de desechos forestales, para alcanzar el objetivo de llegar a un 50 por ciento de generación con energías renovables en el 2015.
Es cierto, el impulso que vemos hoy no se tenía hasta no hace muchos meses, cuando UTE demoró innecesariamente, con exigencias fuera de lugar, displicencia y extrema lentitud en las definiciones, la licitación para la instalación de plantas de generación con desechos forestales, en el marco de políticas erráticas.
Consecuentemente, hoy nos encontramos ante falta de potencia para dar abasto en las horas y días de mayor demanda, y la necesidad de preservar los embalses hidroeléctricos con planes tendientes a reducir la carga de consumo que se concentra sobre todo en elementos para el calentamiento de agua.
Nunca es tarde cuando la dicha es buena, sostiene el refrán, y es de esperar que estos planes sean llevados a la práctica en forma criteriosa y con buena respuesta, con el convencimiento del usuario, ante el déficit en generación, mientras al mismo tiempo den sus frutos –esperamos—las políticas, que deberían ser de Estado, que apuntan a incorporar la potencia que hoy nos está faltando y que nos obliga frecuentemente a comprar electricidad cara a los países vecinos. Porque no existe “país productivo” sin energía, y barata.
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