Paysandú, Domingo 27 de Febrero de 2011

Más población no garantiza el desarrollo

Opinion | 20 Feb Como en el caso del archiconocido dilema del huevo y la gallina, todavía se mantiene la controversia respecto a la relación entre demografía y desarrollo, o entre cantidad de población y crecimiento de un país o región, particularmente porque no existen paradigmas para ser tomados como referencia, y hay infinidad de situaciones en el globo con características y escenarios controvertidos.
Ha sido planteado por varios gobernantes, entre ellos el actual presidente José Mujica, que una de las causas de las dificultades para el desarrollo radica en la escasa población del Uruguay, es decir una densidad demográfica muy inferior a la de naciones europeas y asiáticas, por ejemplo, e incluso de países del subcontinente sudamericano. También ha manejado, como una idea imprecisa, la posibilidad de promover la inmigración desde otras latitudes, incluyendo campesinos bolivianos, para que puedan incorporar a nuestro país sus aptitudes de trabajo en el campo.
Es claro que en este caso se trata solo de ideas lanzadas al viento sin mayor fundamento, porque en realidad se han realizado infinidad de estudios para determinar el grado de relación entre población y desarrollo, y las conclusiones no han sido coincidentes ni nada que se parezca, porque se parte además de escenarios que no con comparables y no se concluye al final donde empieza la relación efecto-causa, es decir si el desarrollo trae aumento de la población por consecuencia natural, o el aumento de población conlleva condicionantes para que se genere el desarrollo.
La experiencia indica que hay serias dificultades para desentrañar la relación directa entre ambos parámetros, desde que hay tantas situaciones como países y comarcas tenemos en el mundo, lo que además varía de una época a la otra, desde que no es lo mismo el mundo preindustrial que el actual, ni tampoco la Inglaterra del siglo pasado que el Uruguay, la Argentina, el Brasil, de nuestros días, como así tampoco la China.
De ahí que la controversia esté lejos de dilucidarse y solo pueden manejarse como lineamientos una serie de elementos teóricos que a veces resultan inaplicables de un escenario o de un país a otro, porque de nada sirve por ejemplo tener un gran mercado interno con decenas de millones de habitantes si éstos a la vez no tienen poder adquisitivo suficiente, o si la provisión de bienes es cara en cuanto a costos y existe rezago tecnológico, con escasa inversión y poco atractivo para los capitales externos.
A la inversa, un mercado estrecho en cuanto a población pero con buen poder adquisitivo, implica otras condicionantes para la producción y calidad de la oferta, con marcado acento en la terminación y la tecnología para satisfacer una demanda más selecta, por mencionar solo algunas generalidades.
En este sentido, El Dr. Luis Bertola, coordinador de los programas de Maestría y Doctorado en Historia Económica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República analizó para el suplemento Economía y Mercado, del diario El País, que “la relación entre demografía y expansión económica es ambigua e históricamente cambiante. Por ejemplo, los países desarrollados hicieron la transición demográfica con mayor rapidez, habiendo registrado tasas de crecimiento de su población por debajo del nivel de reemplazo. Por eso no comparto la idea de que la baja tasa de crecimiento demográfico explique el atraso de la economía uruguaya durante la segunda mitad del Siglo XX. Pero sí es evidente que en Uruguay la pérdida de dinámica económica ha tenido un impacto muy fuerte en impulsar una corriente emigratoria de gente joven que ha persistido durante varias décadas, fenómeno que es conocido como el brain drain, o sea la pérdida de talentos”.
Evaluó asimismo que la carencia de una oferta de empleos de alta calificación y de salarios dignos difícilmente puede retener a sus recursos humanos con mejores niveles de educación y aspirar a recibir a inmigrantes calificados, por lo que nuevamente plantea una pirámide de incertidumbre respecto a donde empieza y termina la relación-efecto causa entre población y crecimiento económico.
Pero hay aspectos a tener en cuenta, y como bien señala el catedrático, el Uruguay, como cualquier país, ha adaptado su población a la base productiva, que es el agro en explotaciones extensivas, por lo que no puede extrañar que tengamos una campaña muy despoblada y concentraciones urbanas en las que a su vez existe déficit notorio en cuanto a la cantidad y calidad del empleo, lo que a la vez deriva en una menor capacidad de consumir dentro de fronteras.
Como regla general --muy condicionada-- siempre es preferible para nuestro país tener más población, naturalmente, pero sin dudas debe buscarse sobre todo la eficiencia, la capacidad de producir bienes y servicios al menor costo posible, con un Estado limitado a lo indispensable, que pese lo mínimo posible sobre los sectores que generan la riqueza; promover la inversión, la diversificación de la producción, la incorporación de valor agregado y una mejor educación, como valores que siempre contribuirán al desarrollo sustentable, que es mucho más importante que el hecho de que seamos tres, diez o treinta millones de uruguayos.


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