Opinion | 24 Feb Convertir una idea en un negocio rentable no es algo sencillo. Se requiere creatividad, tiempo, esfuerzo y dinero. También apoyos y capacitación. Y esto último es una de las cosas más difíciles de obtener desde el Interior.
Sin embargo, algunos programas de formación de emprendedores y oportunidades y apoyo a la formación y actividad inicial de pequeñas empresas está aterrizando en Paysandú, con propuestas impulsadas fundamentalmente desde la Agencia de Desarrollo Departamental, brazo ejecutivo del Consejo Económico y Social, un organismo que reúne a diversos sectores de la actividad sanducera.
El problema es que muchas veces se invierte tiempo y dinero en llevar adelante una idea –que puede ser muy buena—pero no se cuenta con el asesoramiento y la capacitación suficiente para hacerlo. En otros casos, la limitante es el acceso al crédito para poner en funcionamiento el emprendimiento o realizar mejoras.
Por otra parte, la representante de los empresarios en el BPS informó que el informalismo empresarial en nuestro país se sitúa en el orden del 25 por ciento mientras que hasta no hace muchos años era del 40 por ciento. A esto ha contribuido la creación del monotributo, por el cual el microempresario puede generar aportes para su jubilación y mediante el pago de 480 pesos recibir los beneficios del Fondo Nacional de Salud (Fonasa). En tanto, para las empresas de un porte algo mayor, se recuperó una disposición que había sido derogada en la 18.083, que establecía exoneraciones patronales graduales en la empresa cuando se inicia, que es cuando más dificultades tiene, pagando el 25 por ciento del aporte patronal el primer año, cincuenta en el segundo y recién en el tercer año entra en el régimen general.
Fomentar el espíritu emprendedor no es algo fácil de llevar a cabo, sin embargo, el interés despertado en las últimas instancias de información sobre programas con ese propósito, muestra que contar con ese tipo de apoyos es algo esperado y necesario para que nuevas empresas puedan crearse y despegar. La existencia de regímenes flexibles para las empresas más pequeñas o aquellas que inician su actividad, son estrategias que deberían ser tomadas como políticas de largo plazo habida cuenta del impacto positivo que generan para la economía nacional y la calidad de vida de quienes trabajan en ellas.