Paysandú, Lunes 28 de Febrero de 2011

En el área protegida
Esteros de Farrapos

Detectan altas concentraciones de plaguicidas en mortandades de abejas

Locales | 21 Feb Un estudio detectó altas concentraciones de plaguicidas en abejas analizadas durante mortandades masivas, así como la existencia de fuertes limitaciones en las capacidades nacionales para el monitoreo de los impactos de plaguicidas usados en sanidad vegetal sobre animales, producción apícola y medio ambiente.
“Los insecticidas utilizados en los sistemas agrícolas estudiados tienen un elevado impacto sobre la apicultura, generando entre otras cosas, una clara disminución de la producción de miel” dice un informe de la ONG Vida Silvestre, que agrega que “se constataron altas concentraciones de plaguicidas de abejas colectadas durante mortandades masivas”.
Por otra parte, señala que a pesar de las fuertes restricciones que existen en Uruguay respecto al uso de Endosulfán “se encontraron altas concentraciones en suelo, peces, cera y abejas y peces colectados durante mortandades masivas” y recomienda reevaluar la autorización de su uso, “dada su alta toxicidad, persistencia y potencial de bioacumulación y biomagnificación, que ha justificado su prohibición en la mayor parte del mundo”.
EL ESTUDIO
El estudio de la acción de plaguicidas sobre la actividad apícola fue uno de los puntos encarados por una investigación realizada por la ONG Vida Silvestre en la zona de influencia del Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay, en las proximidades de Nuevo Berlín.
Entre abril de 2009 y agosto de 2010 la citada ONG realizó una evaluación de presencia y concentración de plaguicidas en suelo, peces y producción apícola en la cuenca de influencia de dicho parque nacional, que fue incorporado en 2008 al Sistema Nacional de Áreas Protegidas por sus elevados valores de biodiversidad y riqueza de sus ecosistemas.
El proyecto fue financiado por el Programa de Fondos para Ecosistemas del Comité Holandés de UICN (EGP-UICN Holanda) y ejecutado con apoyo de investigadores de las Facultades de Ciencias y Química de la Universidad de la República y el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA).
El estudio evaluó las concentraciones de plaguicidas típicamente aplicados en los cultivos de secano y plantaciones forestales, encontradas en productos apícolas (miel y cera), peces de interés comercial y de consumo local (músculo), suelo, sedimento de arroyos y agua, tanto dentro del área protegida como en zonas agrícolas y forestales en su cuenca. También se analizaron --por el laboratorio Intertek de Alemania), el Laboratorio de Ecotoxicología de la Universidad de Mar del Plata y el Laboratorio Químico de la Dirección General de Servicios Agrícolas del MGAP-- muestras de abejas y peces cuando se constataron mortandades generalizadas.
PLAGUICIDAS Y ABEJAS
El resumen ejecutivo divulgado por la ONG Vida Silvestre, indica que previo a la realización del monitoreo, los apicultores de San Javier (al norte del área protegida) y Nuevo Berlín (al sur del área protegida) tenían diferentes percepciones sobre los cambios en su producción apícola, resultantes de la intensificación agrícola.
Mientras que los apicultores de San Javier no identificaban fuertes cambios en su producción asociados a los cambios en el uso del suelo (evidencian disminución en la producción de miel por colmena, pero no un aumento en las mortandades de abejas), los de Nuevo Berlín percibían una alta proporción de pérdidas de colmenas como consecuencia de las fumigaciones de los cultivos, así como una disminución en su producción de miel.
Mediante el monitoreo participativo instalado con los propios apicultores, se constató que el número de abejas que mueren en noviembre (momento de actividad menor de las colmenas; previo al cultivo de soja) fue similar en todo el sitio de estudio (tanto en San Javier como en Nuevo Berlín). Para los meses de enero-febrero (momento de mayor actividad en las colmenas), el promedio de abejas muertas semanalmente fue mayor en la zona de Nuevo Berlín que en la zona de San Javier.
Además, se registraron diferencias en el número de abejas muertas en predios en entornos con diferentes usos de suelo. Se observó que la mortandad basal de abejas es mayor en apiarios en predios rodeados de cultivos de soja, que en apiarios en entornos forestales, y que en ambientes naturales.
Para arribar a tales conclusiones fueron tomados datos de mortandades mensuales de abejas en 8 apiarios ubicados en predios forestales, cultivos agrícolas y ambientes naturales en el área protegida y su zona de influencia. Además, también se utilizaron trampas de abejas muertas testeadas por INIA-LE para evaluar diferencias en la mortalidad basal o crónica, asociadas a diferentes usos de suelo, y variaciones temporales asociadas al ciclo del cultivo de soja. El monitoreo fue realizado por los propios apicultores.
“Algunos resultados preliminares sugieren además que existe una correlación negativa entre producción de miel y el porcentaje de cultivo agrícola alrededor del apiario. Siendo que a mayor porcentaje de cultivo, menor cantidad de miel obtenida por dicho apiario (evaluado por colmena). Este tipo de resultados, obtenidos por los propios productores y que permiten evaluar su propia producción y como ésta se ve afectada por cambios en el uso del suelo, evidencian la utilidad de generar capacidades en los productores para el monitoreo de su producción, y como elemento de apoyo para mejorar la gestión del territorio que realizan las oficinas de gobierno”, agrega la ONG.
En sus conclusiones indica que “los insecticidas utilizados en los sistemas agrícolas estudiados, tienen un elevado impacto sobre la apicultura, generando entre otras cosas, una clara disminución de la producción de miel” y que además “se constataron altas concentraciones de plaguicidas abejas colectadas durante mortandades masivas”.
ENDOSULFAN EN MORTANDADES
En los casos de mortandad masiva de abejas que fue posible evaluar, se encontraron altas concentraciones de plaguicidas en general y de Endosulfán en particular, lo que sugiere que las mortandades pueden haber sido producto de la aplicación de estos insecticidas o de negligencias en su uso.
En mortandades de marzo de 2010 se encontró Cialotrina (0,3 mg/kg) y Endosulfán (0,25 mg/kg), en tanto que en otras registradas en abril del mismo año fue posible identificar Endosulfán (0,028 mg/kg) y en abril de 2009 Endosulfán (0,063 mg/kg) y Cipermetrina (0,023 mg/kg).
Los análisis fueron realizados por el laboratorio Intertek-Applica, de Alemania, que buscó más de 140 compuestos contaminantes.
En cuanto a los análisis a productos apícolas, se encontraron elevados niveles de Coumaphos (0,0 – 9,61 mg/kg) en muestras de cera analizadas, provenientes de la zona de Nuevo Berlín y San Javier. Se trata de un plaguicida prohibido en Europa y con consecuencias muy negativas para la exportación de la miel si el compuesto se encontrase en ella) en las muestras de cera analizadas.
En un primer análisis de otras 11 muestras de cera no se encontraron otros plaguicidas pero durante una segunda recolección de muestras dos meses después (durante febrero de 2010) se registró endosulfán en una de ellas (0.014mg/kg).
En ninguna de las 11 muestras de miel estudiadas se encontraron los plaguicidas analizados. No obstante el informe señala que “el agua y la miel se consideran elementos no adecuados para detectar la presencia de los plaguicidas analizados, ya que dichos compuestos no son persistentes en agua y miel”.


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