Paysandú, Martes 01 de Marzo de 2011
Opinion | 23 Feb En el marco de un relacionamiento bilateral que marca un antes y un después del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y que ha evolucionado favorablemente en los últimos meses, ha surgido recientemente un nuevo elemento de rispidez entre los vecinos del Plata ante medidas restrictivas de Argentina al ingreso de productos procedentes de Uruguay, que es considerada como una acción perjudicial por las cámaras empresariales de nuestro país, con serias consecuencias para la economía de algunas empresas.
Este tema sería uno de los puntos a considerar en estos días por los presidentes José Mujica y Cristina Fernández, quienes se reunirán dos veces en menos de un mes, dado que el gobierno uruguayo parece decidido a apostar al diálogo y al entendimiento con Argentina, a raíz del anuncio de diversas medidas que podrían afectar seriamente las exportaciones uruguayas hacia ese país.
Recientemente, el gobierno de Cristina Fernández resolvió ampliar la lista de productos bajo el régimen conocido como de “licencias no automáticas de importación”, un mecanismo aceptado por la Organización Mundial de Comercio que otorga discrecionalidad a los gobiernos para administrar los flujos comerciales.
Aunque Argentina se apresuró a informar que el objetivo no es afectar los negocios que se realizan dentro del bloque, sino enfrentar la competencia de China y el sudeste asiático, en función de los antecedentes cercanos en Uruguay el empresariado entiende que los rubros comerciales abarcados sufrirán serios perjuicios y que como indica la experiencia, bajo ese manto proteccionista “rodarán cabezas” a diestra y siniestra, y varias empresas uruguayas “caerán en la volteada”.
Debe tenerse presente que Uruguay le asigna vital importancia al mercado argentino y el canciller Luis Almagro afirmó que nuestro país en 2010 exportó un 40% más en comparación con 2009 y en enero de este año 26% más que en igual período del año anterior, por lo que relativizó las consecuencias de las medidas y señaló incluso que las medidas “Moreno” (secretario de Comercio argentino a quien señalan como el responsable de las trabas comerciales) no afectaron los números, asegurando que las estrategias de diálogo dieron resultados positivos, aunque reconoció que hubo que hacer gestiones puntuales cuando las dificultades aparecieron en el horizonte.
“La estrategia de diálogo ha dado resultados positivos. Obviamente hemos tenido que atacar temas puntuales como son los casos de Monte Cudine, Laja y Bimbo, y también los temas de las licencias automáticas en los cuales hubo que hacer gestiones a los efectos de acelerar algunos trámites”, comentó Almagro, aunque el secretario de Estado aseguró que la medida adoptada por el vecino país tiene una respuesta al comercio extra-zona y no se dirige a generar trabas al comercio en el Mercosur.
Por su parte, Dante Dovena, embajador argentino en Uruguay, defendió este lunes la decisión del gobierno de su país de incrementar la cantidad de productos con licencias no automáticas de comercio y negó que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, haya dado una orden verbal a la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas para que no se compren productos a Uruguay que elabora la industria argentina, en tanto reafirmó que el incremento de las medidas proteccionistas tienen como objetivo frenar la “invasión” de productos provenientes del sudeste asiático.
A su entender, el ingreso de mercadería de países como China se constituye como “competencia desleal”, lo que hace necesario “proteger” la “mano de obra” local, y explicó que la ampliación de las licencias no automáticas permitirán el ingreso “regulado” de productos. Implicará que la colocación de mercadería no sea automática, sino que sea regulada, para que no “golpee nichos de la industria argentina”. Ocurre que esta medida de nuestros vecinos se suma a un rosario de acciones similares adoptadas generalmente en un marco de bilateralidad coincidente con Brasil en el Mercosur, en desmedro de los socios menores Uruguay y Paraguay, y por lo tanto no puede extrañar que se actúe con una actitud de desconfianza y tratando de curarse en salud, desde que nuestros socios mayores nos presentan hechos consumados a menudo irreversibles dentro del bloque.
En este caso nuestros productos son afectados, pese a que voceros del gobierno argentino lo nieguen, porque desde Buenos Aires intentan proteger sus productos frente a la invasión asiática, pese a que la producción en la otra orilla está subvencionada con tarifas energéticas subsidiadas y de medidas proteccionistas que hacen que se “llueva sobre mojado” y se salpique a países como Uruguay.
En este escenario donde los socios son muy poco confiables, por decir lo menos, Brasil también tiene un alto grado de imprevisibilidad y una larga lista de antecedentes proteccionistas, a veces disfrazados de trabas sanitarias y otras comprando en mercados que subsidian abiertamente sus exportaciones, como el caso del arroz de Estados Unidos en desmedro de los productores del Mercosur, como Uruguay.
A la vez es notorio que Itamaraty ha impuesto un arancel externo común elevado a efectos de proteger su industria y disuadir las importaciones de productos terminados de la extrarregión. Peor aún, ha entorpecido sistemáticamente los acuerdos del bloque con la Unión Europea para el intercambio comercial, protegiendo sus propios intereses, y ello explica que tras largos años de negociaciones han surgido obstáculos tras obstáculos para el acuerdo entre los bloques, y con ello afectado las posibilidades de países como Uruguay de ingresar con ventajas comparativas en el viejo continente. Estos elementos ponen de relieve que más allá de que circunstancialmente puedan superarse las dificultades con Argentina, es preciso seguir diversificando el espectro del intercambio comercial, sin perder de vista la región pero poniendo énfasis en que las ataduras nunca han sido buenas, y menos con socios que una y otra vez reafirman con hechos que no son confiables.
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