Locales | 02 Mar MONTEVIDEO (Por Teddy Alvarez). Al margen de un acuerdo sobre una serie de indicadores que deben servir de guía para alertar y prevenir crisis futuras, pero que no tienen objetivos definidos, ni márgenes que den un sentido a los criterios fijados, la reunión del G-20 no concretó avances para atenuar los desequilibrios macroeconómicos y tampoco llegó a convenir regulaciones al mercado de materias primas.
Pocos días atrás se celebró en París, bajo la presidencia francesa para 2011, la reunión de ministros de Finanzas y titulares de los bancos centrales del Grupo de los 20 países industrializados y emergentes (G20), con objetivo de reformar el sistema financiero internacional y analiza la volatilidad de los precios internacionales de los commodities.
Especialistas consultados por EL TELEGRAFO coincidieron en reconocer que “la discusión no es menor”, ya que esta agrupación de países “es vista luego de la crisis como el nuevo centro de toma de decisiones a nivel global”, particularmente “por la creciente importancia de las naciones emergentes en el nuevo escenario internacional”. En conjunto, estos 20 países representan al 85% de la riqueza mundial y el 66% de la población total.
ALGO, PERO NO MUCHO
El Grupo había centrado la discusión en los problemas a resolver para la recuperación de la economía mundial, que en la coyuntura se manifiestan con “la subida de los precios de las materias primas, el potencial sobrecalentamiento de las economías emergentes y los problemas de deuda soberana en los países avanzados”. Según los expertos, los resultados de la reunión “ponen en duda la capacidad del grupo para alcanzar un acuerdo global ambicioso” y en definitiva, el encuentro en París, “apenas sirvió para conseguir una modesta meta, que incluso estuvo en duda durante el cónclave”.
“A modo de conclusión del encuentro, puede decirse que luego de 48 horas de negociaciones se pusieron de acuerdo sobre una serie de indicadores para medir los desequilibrios macroeconómicos entre los miembros del club, con unos criterios indicativos que deben servir de guía para alertar y prevenir crisis futuras”, apuntó uno de los economistas consultados.
Pero otro técnico opinó que “lo que finalmente se consiguió fue fijar un marco, pero sin siquiera objetivos concretos, ni márgenes o umbrales que den un sentido a los criterios fijados”.
“Los famosos indicadores que centraron la mayor parte de los trabajos del encuentro medirán, por un lado, los desequilibrios internos -deuda y déficit público, endeudamiento y ahorro privado- y por otro, los externos como la balanza comercial y el saldo de inversiones corrientes. El comunicado final también señala que se tendrán en cuenta los tipos de cambio y las políticas presupuestarias y monetarias, pero se acordó mucho menos de lo que marcaban las expectativas previas”, comentó.