Paysandú, Miércoles 02 de Marzo de 2011
Opinion | 02 Mar Desde este mes, de acuerdo a lo manifestado por el ministro de Salud Pública, Ec. Daniel Olesker, comenzará a instrumentarse lo que ha sido denominado como la primera fase del proyecto para la instalación de un Instituto Médico de Alta Especialización (IMAE) cardiovascular al norte del río Negro.
Un reciente caso ilustrativo sobre la importancia para cualquier ciudadano, esté donde esté, de contar con un centro de estas características lo más cercanamente posible, ha sido protagonizado por el secretario iberoamericano y ex canciller de la República, Enrique Iglesias, a quien se le evitó un infarto inminente al ser derivado de urgencia, tras un malestar estomacal, al IMAE cardiológico de Casa de Galicia, donde luego de un cateterismo inmediato se le colocó un stent que le despejó una arteria coronaria en crisis y a pocos días de la intervención ya se encuentra en su casa restablecido y pronto para reiniciar sus actividades en quince a veinte días, sin secuelas de ningún tipo.
Ello explica, por si alguien tenía alguna duda, que no es porque sí que desde el Interior y sobre todo desde los departamentos más lejanos, como el norte del río Negro, se esté reclamando desde hace décadas contar con un centro de estas características.
De acuerdo a lo transmitido por un diputado salteño, el ministro Olesker le manifestó que ha concluido el estudio preliminar al respecto, que fuera iniciado a fin del año pasado, luego de intensas gestiones durante años y una “movida” popular en Salto, el año pasado, que contó con una amplia convocatoria de representantes del gobierno nacional, instituciones de la salud públicas y privadas, así como organizaciones sociales. Por esta vía se reactivó el planteo, que data ya desde hace varios años, de las fuerzas vivas salteñas de contar con un Centro Cardiológico Regional que permita brindar servicios de medicina altamente especializada a los residentes de varios departamentos de la región, tanto del Litoral como del norte del río Negro.
Los datos manejados por el ministerio indican que sin lugar a ninguna duda la población de esta zona del territorio nacional necesita acceder en mejor medida a un diagnóstico oportuno y tratamiento de buena calidad para el tratamiento del infarto de miocardio. Por lo tanto esta secretaría de Estado, a través del Fondo Nacional de Recursos, se propone elaborar un programa de atención cardiovascular para el tratamiento integral de este problema, incluyendo el funcionamiento de dos centros cardiológicos de referencia para la región de influencia, los que funcionarán en Salto y Tacuarembó.
Todo indica que estamos ante una decisión ya tomada en cuanto a establecer por el ministerio la complementariedad de servicios entre ambos centros, en una concepción regional que permita atender los requerimientos de los departamentos ubicados al norte del río Negro. Para ello se ha dividido el emprendimiento en dos etapas, con una primera que apunta a instalar infraestructura material y de recursos humanos para la optimización del diagnóstico y tratamiento del infarto de miocardio, así como el acceso al tratamiento trombolítico previo a los procesos de angioplastia y hemodinamia, para luego encarar lo concerniente al IMAE propiamente dicho, con la incorporación del tratamiento de angioplastia y hemodinamia.
Es decir, que ante una decisión ya adoptada por el ministerio, corresponde establecer las pautas del proceso para la concreción de la iniciativa, que requiere por supuesto una faz organizativa, y la consecuente afectación de recursos, conjugado con la voluntad política de dar un paso al que hasta ahora se han opuesto intereses centralistas y profesionales enquistados en Montevideo, que no están dispuestos a soltar así nomás el hueso cuando están en juego intereses empresariales.
La instalación de por lo menos un IMAE cardiovascular en el Interior es un imperativo que no se ha concretado todavía porque el centralismo que impera en las esferas gubernamentales en nuestro país se ha encargado de boicotear toda iniciativa que pretenda instalar siquiera un instituto de estas características de este lado del Santa Lucía, lo que podría parecer coherente si consideramos un radio de hasta unos 150 a 200 kilómetros de la capital, pero no cuando estamos refiriéndonos al Litoral norte, el norte y el noreste del país, donde las distancias pasan a ser asunto de vida o muerte en un trance de estas características.
La iniciativa de Salto ha merecido el respaldo unánime de autoridades y fuerzas vivas de la región, incluyendo intendentes y asociaciones médicas de otros departamentos, en respaldo de un reclamo que ha pasado ya por gobiernos de los tres partidos. Que el gobierno, por iniciativa propia ahora entienda que también Tacuarembó debe tener su propio centro, luego que costó tanto para convencerse que era necesario al menos uno de este lado del río Negro, resulta igualmente positivo, más allá de lo llamativo de la anécdota. Es de esperar esta vez, con una decisión que parece tomada, se traduzca en hechos concretos en un plazo razonable, sobre lo que debemos estar todos vigilantes, teniendo en cuenta las malas experiencias con que una y otra vez nos “sorprende” el centralismo.
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