Paysandú, Viernes 04 de Marzo de 2011
Opinion | 01 Mar El gobierno de José Mujica cumple hoy un año y entre los recuentos, están sus 18 viajes oficiales, fundamentalmente a países lationamericanos y entre los que se incluyen seis a Argentina. En este período, la posibilidad de llevar adelante emprendimientos que requieren de la intervención de ambos estados, reuniones protocolares y para destrabar temas políticos y comerciales vinculados a la integración regional han sido los principales motivos que motivaron los viajes del presidente al vecino país.
En abril de 2010 se reunió con la presidenta argentina, Cristina Fernández, para tratar temas vinculados al gasoducto e importaciones de gas boliviano por parte de Uruguay, el dragado de Martín García y el fallo de la Corte Internacional de La Haya. En mayo realizó dos viajes: uno para participar en la cumbre de la Unasur y otro para una reunión del Consejo del Mercosur. En octubre, asistió al funeral de Néstor Kichner y en diciembre a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno.
El último viaje fue realizado el jueves pasado para asistir a la inauguración de la Casa de la Patria Grande “Néstor Kirchner” y luego reunirse con la presidenta para intentar destrabar la situación perjudicial para Uruguay por la cual Argentina no permite el ingreso de casi 600 productos nacionales, aspecto que tiene vivamente preocupadas a las cámaras empresariales.
El presidente volvió con las manos semivacías y la promesa de su par argentina de integrar una comisión de seguimiento, lo que estuvo muy lejos de satisfacer a los empresarios. “Hay planteos de poco más que declararle la guerra por la medida adoptada. Desde el punto de vista de los ingresos, el número de argentinos que arribó en verano a nuestro país, que pasaron por el puente, que gastaron un disparate, se necesita de una atmósfera que lo rodee y eso se construye”, dijo Mujica.
Las palabras del presidente ilustran muy bien la relación de Uruguay con Argentina, que transita simultáneamente --a diferentes niveles y en diversos temas-- entre la fraternidad y el conflicto. En la que los proyectos en común caminan junto con las desavenencias y la divergencia de intereses. En la que los movimientos del hermano mayor perjudican, a veces, al más chico y éste no quiere pelearse abiertamente porque, entre otras cosas, sabe que mucho podría perder. En definitiva, en el último año y a pesar de las afinidades ideológicas y políticas, las relaciones con Argentina se mantienen como siempre. Y el presidente ha tratado de “cinturear” lo mejor posible a sabiendas que es difícil contentar a todos. De más y mejor Mercosur, mejor ni hablamos...
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