Paysandú, Sábado 05 de Marzo de 2011
Opinion | 27 Feb El encuentro privado que en las últimas horas mantuvieron los presidentes José Mujica y Cristina Fernández en la residencia presidencial de Olivos, permitió que ambos mandatarios acordaran la instalación de una planta regasificadora que estará ubicada a unos doce kilómetros de la costa de Montevideo. A través de este emprendimiento, que estará constituido fundamentalmente por una planta flotante, se podrán inyectar unos diez millones de metros cúbicos por día --que podrían ampliarse a quince-- para proveer gas natural a ambos países durante los próximos 15 años, a partir del 2013.
Este proyecto conjunto, el primero que se encara decididamente luego del impasse que significó el conflicto por la planta de celulosa de UPM Botnia llevado adelante por los activistas de Gualeguaychú, se enmarca en una iniciativa que había sido lanzada durante un encuentro entre ambos mandatarios en junio del año pasado, pero desde entonces había tropezado con una serie de dificultades de instrumentación. Uno de los aspectos críticos refería al lugar de emplazamiento de la planta, que finalmente estará a la altura de la desembocadura del arroyo Solís Grande, según el acuerdo firmado por el ministro de Planificación argentino, Julio De Vido y su par uruguayo (interino) de Energía, Industria y Minería, Edgardo Ortuño.
El acuerdo para este proyecto, que tendrá un costo de 17 millones de dólares, pone fin a marchas y contramarchas en un relacionamiento bilateral muy complejo en un área vital, como la energía, sobre todo para nuestro país, que no cuenta con reservas de gas natural, y que no ha podido concretar abastecimiento confiable ni barato desde la Argentina, pese a contar por ejemplo con el gasoducto subfluvial a la altura de Casa Blanca, pronto para funcionar.
En diciembre se habían reunido el ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman, con su par argentino De Vido, para firmar el preacuerdo considerado como un paso fundamental para la integración energética regional, apuntando a que nuestro país esté en condiciones de generar infraestructura para recibir, almacenar y distribuir gas natural y licuado de petróleo.
En esa oportunidad se anunció el trabajo de una consultoría a efectos de establecer las condiciones técnicas y jurídicas más adecuadas para la regasificación de gas licuado de petróleo en Uruguay, apuntando a definir el modelo de negocio más adecuado y las condiciones para desarrollar el emprendimiento.
La disponibilidad de gas natural a bajo precio, por lo menos en términos relativos y referidos a los que se pagan actualmente en nuestro país, permitirá contar con un instrumento fundamental para el desarrollo industrial, sobre todo, entre otros emprendimientos que necesitan contar con un impulsor accesible, y a la vez hace nuevamente viable –debería, por lo menos— el uso de gas natural comprimido (GNC) para uso como combustible en el parque automotor de nuestro país, desde que no estaríamos dependiendo de un abastecedor complicado, como Argentina.
A la vez, podría accederse a este gas por el norte del río Negro a través del gasoducto que llega hasta Casa Blanca, para lo cual podría buscarse un mecanismo de transporte hacia Buenos Aires y uso de la cañería del lado argentino para llegar hasta Paysandú, mediante el pago de un canon, por mencionar solo una posibilidad tangible.
Argentina y Uruguay están conectados por el Gasoducto Cruz del Sur, por el cual se proveyó de gas argentino, pero en los últimos seis años el volumen suministrado disminuyó drásticamente por la creciente demanda del mercado interno argentino. No debe perderse de vista, además, que sigue sin ser utilizado –ni siquiera inaugurado— el gasoducto subfluvial a la altura de Casa Blanca, que permitiría incluso la instalación de una central termoeléctrica de respaldo para UTE, que fue precisamente el organismo que construyó esta conexión.
El uso del GNC es sobre todo una perspectiva muy alentadora para las flotas de transporte como los taxímetros, y haría aún más viable la propuesta gubernamental de pasar la flota diesel al uso de nafta, cuyos motores son compatibles para el uso del GNC, como una alternativa para abatir el consumo de gasoil y aliviar los elevados costos de la compra de este carburante y venta de naftas que nos sobran por el refinado en la planta de La Teja.
Y sobre todo, la regasificadora nos permite reducir sensiblemente la dependencia energética, al diversificarse los posibles proveedores, por lo que este emprendimiento aparece como una opción muy favorable a nuestros intereses, a la luz de la experiencia negativa respecto a la confiabilidad de los acuerdos con la Argentina en materia de suministro de gas. De ahí la importancia de reducir dependencias y vulnerabilidades a través de instalaciones que permitan diversificar el abastecimiento, que podría lograrse también por transporte en barcazas cisterna desde Bolivia y mediante un sistema similar al de Chile, en grandes buques, para su almacenaje, como forma de ponernos más o menos a cubierto de sorpresas desagradables, que nunca faltan.
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