Paysandú, Jueves 10 de Marzo de 2011
Opinion | 05 Mar Tras conocerse los datos correspondientes a enero de este año en cuanto a las inversiones enmarcadas en la Ley 126.906 para nuestro país, ha surgido que en este período se ha logrado mayor interés de inversores, traducido en un mayor número de iniciativas que en el mismo mes del año anterior.
Es una buena noticia, que habla de confianza de los agentes económicos, en este caso a través de 62 proyectos de inversión que fueron aprobados por la Comisión de Aplicación (Comap) de esta ley, que superan en número a los registrados el año pasado, que fueron 15, y también los de 2009, que habían sido 34, y que por lo tanto es un aspecto positivo que debe destacarse.
Según los datos aportados por Comap, precisamente el monto de inversión asociado a los proyectos aprobados en el mes de estudio fue de 53 millones 820.000 dólares, es decir superior a los 50 millones 649.0000 de enero de 2009 y del mismo mes del año pasado, que llegaron a solo 9 millones 799.000 dólares.
Pero del informe también se desprende un aspecto negativo, y es que cuando se pasa a la discriminación por las zonas que resultan beneficiarias de esta inversión, Montevideo concentra el 63% de las propuestas (39), mientras el Interior, donde habita la otra mitad del país, apenas registra el 31% de las inversiones (10), en tanto cuatro estarán en varios departamentos a la vez.
Surge de estos elementos aportados por el grupo de trabajo que las empresas que obtuvieron aprobación de sus proyectos de inversión en enero del presente año se comprometieron a incrementar su plantilla en casi 600 puestos de trabajo, en tanto desde que está vigente el Nuevo Régimen de Promoción de Inversiones se generan 18.461 empleos por medio de este mecanismo.
Lamentablemente, como es tradición, también en los montos la capital sigue captando el grueso de los recursos volcados a este rubro, desde que en enero de 2011 las inversiones para Montevideo han sido de 25 millones 563.000 dólares, en tanto para el Interior se dirigen 10 millones 696.000, lo que quiere decir que la capital capta dos veces y media más recursos que el Interior en su conjunto.
Es decir que con nueva o con vieja ley de promoción de inversiones, la cancha sigue “flechada” en favor de la capital y el anillo metropolitano, lo que indica que lejos de revertirse, se siguen acentuando las asimetrías entre capital e Interior, porque ya existe una marcada infraestructura que se ha instalado en el país en beneficio de Montevideo, y desde el punto de vista logístico se han destinado recursos de todos los uruguayos a privilegiar a la capital y su entorno, por lo que los agentes económicos, por supuesto, en busca de la rentabilidad y el mejor perfil de sus empresas, asientan sus emprendimientos donde se les ofrece las mejores condiciones.
Evidentemente, aunque se haya tenido las mejores intenciones por quienes han redactado los marcos jurídicos en los que están contemplados estos emprendimientos, los resultados continúan siendo insatisfactorios y los desniveles responden al desequilibrio histórico entre capital e Interior en el Uruguay, pese a que paradójicamente, la intendenta de Montevideo está promoviendo un proyecto de Ley de Capitalidad, que aspira a que Montevideo sea resarcida, a través de recursos, por resultar “perjudicada” por el hecho de ser capital y recibir la mayor parte, por lejos, de las inversiones e infraestructura existente en el país.
Estos datos ponen de relieve la irracionalidad de la mentalidad centralista, que conlleva una actitud despectiva y de burla al Interior, pretendiendo hacer pasar por un intento más o menos serio o fundamentado lo que solo apunta a obtener más dinero del gobierno central que permita paliar el déficit de la comuna capitalina generado por sus propios errores e ineficiencia. Pero también indica que el gobierno nacional sigue dando más en la herradura que en el clavo cuando de promover inversiones en el Interior se trata.
Es cierto, en un país en el que todo ha sido cocinado históricamente en beneficio de Montevideo resulta muy difícil corregir de la noche a la mañana un problema estructural consolidado por los sucesivos gobiernos nacionales, pero sí corresponde asumir que lo que se ha propuesto ha sido insuficiente, y que debe pensarse en nuevos instrumentos para que el Uruguay real no siga una y otra vez postergado por el centralismo crónico que nos parasita.
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