Paysandú, Viernes 11 de Marzo de 2011
Locales | 06 Mar Los primeros meses del año 1811, fueron ricos en hechos históricos que ocurrieron en nuestro suelo, en particular Casa Blanca y Paso Vera, y que contribuyeron al proceso de emancipación en el Rio de la Plata, y a la consolidación del proceso revolucionario en la Banda Oriental.
LEVANTAMIENTO
DE CASA BLANCA
El supuesto levantamiento en Casa Blanca, ocurrido (tal vez) el 11 de febrero de 1811, o sea anterior al Grito de Asencio, es un hecho que despierta muchas dudas y también muchas certezas.
Don Aníbal Barrios Pintos, que escribió “Paysandú-Historia General” en 1989, nos dice que:
“Con referencia al llamado pronunciamiento sanducero de Casa Blanca, en tiempo de la Revolución Oriental de 1811, como es sabido, fue difundido en 1879 por Isidoro de María en su obra ‘Hombres notables de la República Oriental del Uruguay’, será repetida la referencia del suceso por Francisco Buzá (1887), y otros.”
“El relato de Isidoro de María se ajusta al siguiente texto: el capitán retirado Jorge Pacheco y algunos otros patriotas en el Uruguay, se disponían a entrar en el movimiento concertado, pero el arribo de la flotilla realista de Michelena a Paysandú, hizo fracasar el pronunciamiento en aquel punto, aprehendiendo a Pacheco en Casa Blanca, al presbítero don Silverio Martínez, ex-cura de Soriano a los hacendados Del Cerro, Arbide y Delgado y algunos otros patriotas complicados, los que fueron conducidos a Montevideo”. También el historiador de Entre Ríos, Sr. Don Benigno Martínez, menciona a un joven de 25 años Francisco Ramírez, (luego sería Gobernador de Entre Ríos) quien sería uno de los complicados con Pacheco: “fue conducido a Montevideo y permaneció en un calabozo húmedo e inmundo, que le hizo contraer una afección pulmonar… un día concibió la idea de frustrar la vigilancia de sus carceleros y fugó de la prisión…”
Agrega Don Aníbal que: “no se ha ubicado en los repositorios rioplatenses ningún documento que confirme este suceso… pero existe sí documentación probatoria que registra los nombres de los patriotas que se reunían en casa del párroco de Paysandú presbítero Silverio Antonio Martínez: Tomás Paredes, Ignacio Maestre, Jorge Pacheco, etcétera.”
El año pasado en la revista Acerca Nº 1 de temas históricos de Paysandú, el investigador sanducero Javier Rica, sostiene que: “A pesar de lo dicho, ninguna carta íntima ni parte oficial recuerda la conjura de Casa Blanca, ni un solo documento he encontrado referido o citado en ciento veinte libros y cientos de artículos que mencionan este episodio. Tan solo acopio bibliográfico que ha sufrido, a lo largo de estos últimos ciento cuarenta años, un sinnúmero de cambios, entre ellos la fecha en que ocurrió, las personas que participaron, quienes resultaron encarcelados… Nadie aporta una prueba”.
LAS CONDICIONES
ESTABAN DADAS
Recordemos que a fines de setiembre de 1810, la acción contrarrevolucionaria se trasladó desde Montevideo al territorio entrerriano, donde se reconocía la autoridad de la Junta de Buenos Aires.
Artigas, Ayudante Mayor de Blandengues, cumpliendo órdenes habría llegado a ese territorio, con 150 hombres con posterioridad al 6 de noviembre.
La invasión provocó una generalizada repulsa del paisanaje y contribuyó al milagro de consolidar la causa revolucionaria.
De aquí que haya resultado oportuna la presencia de Artigas, pues le facilitó el contacto con las autoridades revolucionarias. Quedaron tendidas la líneas para posibilitar el pasaje a las filas patriotas que se daría el 15 de febrero de 1811, cuando abandona el Cuartel de Blandengues y desde Colonia se dirige a Paysandú para cruzar hacia el Arroyo de la China, (hoy Concepción del Uruguay) y desde ahí proseguir a Buenos Aires.
En este mar de dudas, en cuanto al levantamiento de Casa Blanca, no perdamos de vista que estaban dadas las condiciones para que los patriotas se reunieran y se organizaran para conspirar y apoyar las luchas revolucionarias. Como hemos visto Artigas ya había estado en Entre Ríos, y se conocían sus ideas. Por tanto más allá de los hechos puntuales, en lo que sí hay certezas es con respecto a quienes eran los “hombres de Casa Blanca”.
LOS HOMBRES
DE CASA BLANCA
Coincidimos con otro historiador, Nelson Caula, también amigo de Paysandú, que en su obra “Un tal Pepe Artigas” nos dice:
“A esa generación excepcional de curas, totalmente jugada a la Revolución, pertenecían Silverio Martínez e Ignacio Maestre. Ambos habían nacido en Buenos Aires en 1768 y fueron sólidamente formados en los mejores colegios de su época como San Carlos y la Universidad de Córdoba, la misma que fuera hondamente impactada por el artiguismo. Estos dos grandes amigos se re-encuentran en la Parroquia de Paysandú.
Juntos serían dinamita
Ellos y algunos más: Tomás Paredes, mayordomo de la estancia más grande de Paysandú, la del realista Almagro, cuyo casco no era otro que el de Casa Blanca; Francisco Bicudo, el inmortal Comandante de Blandengues; el hacendado Nicolás Delgado; el alcalde José Arbide y el muy eficaz entrerriano Francisco Ramírez. De igual manera el pulpero Mariño Iglesias y como suele pasar, unos cuantos anónimos. Se les agregan, provenientes directamente de Buenos Aires con toda la efervescencia de los sucesos de mayo a cuestas y con un fin claramente conspirador, Miguel del Cerro, el temible militar Jorge Pacheco que se instala en una chacra de Casa Blanca”.
POR PASO VERA
CRUZA ARTIGAS
Ocurrió en el mes de marzo de 1811, regresando de Buenos Aires luego de adherirse a la Revolución de Mayo:
“José Gervasio Artigas, por su parte, ingresa por primera vez a la Banda Oriental, y a la Historia, como líder de la emancipación, por el Paso de Vera, en Casa Blanca. Don del Cerro le aporta ‘cuarenta fusiles’ y ‘cincuenta caballos’ y ‘259 cabezas de ganado’ para el alimento de la tropa”.
Permanece en tierras sanduceras hasta el 7 de abril en que sigue su rumbo hacia Mercedes, y de ahí más tarde habrá de marchar a inmortalizarse en la Batalla de Las Piedras. Así lo recuerda en nuestra ciudad, el Obelisco, ubicado en Entre Ríos y Salto, inaugurado el 7 de abril de 1961. Por tanto, nuestro homenaje, nuestro reconocimiento, en este bicentenario, hacia los hombres de Casa Blanca, hombres de carne y hueso que no hay dudas en cuanto a su existencia y el rol que cumplieron.
Aquellos hombres eran conocedores de un río que en su época no era frontera, sino un “río camino” como lo denomina Ana Frega. Recurso natural que supieron utilizar al servicio de la lucha por la libertad, convergiendo los patriotas revolucionarios en un punto geográfico que indudablemente es estratégico: Casa Blanca-Paso Vera-Arroyo de la China (Concepción del Uruguay). Que tal como lo dice la Prof. María Julia Burgueño, se reunían en “la única casa de material que había en la costa por un gran trecho y por ser muy visible desde lejos, los barqueros la tomaban como uno de los puntos indicadores de las distancias de su ruta y la llamaban ‘Casa Blanca’”.
LOS CAÑONES DE PASO VERA
Catorce años después, otro hecho digno de recordar ocurrido en el mismo lugar por donde había cruzado Artigas.
En aquel año de la Cruzada y el Desembarco de los Treinta y Tres Orientales de 1825, Lavalleja continúa su andar por Sarandí, Durazno, Mercedes, y llega a Paysandú, en los últimos días de octubre.
Aquí tenía a su madre y hermanas. Tuvo oportunidad de conocer a su nuevo sobrino José Felipe, hijo de su hermana Josefa, nacido el 13 de abril, en momentos de la heroica Cruzada.
La escuadra brasileña estaba apostada frente al puerto y con su artillería hostigaba a la población disparando contra lavanderas y pobladores indefensos.
Lavalleja emite entonces la famosa y enérgica comunicación, pasada a los marinos imperiales:
“Por cada tiro, pasaré a cuchillo cincuenta prisioneros de mil y tantos que tengo en mi poder, debiendo prevenirle que si se halla con energía bastante para batirse con mis tropas puede desembarcar en el punto que guste”.
Para Brasil era de primordial importancia el mantenimiento de la escuadra brasileña en el río Uruguay.
A pedido de Lavalleja, el comandante de la artillería oriental, Vicente Virginio, (un italiano que ese año había arribado a Maldonado), partió desde Durazno con piezas de artillería desmontadas para poder pasar el Río Negro y el 3 de diciembre instala una batería cerca de la casa de Almagro (o Paredes, su mayordomo), en una altura dominante al frente de la punta sur de la isla Almirón, en el paso Vera.
Un croquis levantado por el propio Virginio, permitió ubicar con exactitud el lugar, a unos 300 metros al sur de las ruinas de la casa de Tomas Paredes, donde se habrían reunido los patriotas en 1811.
Ahí se produjeron enfrentamientos en los días 3, 4 y 5 de diciembre: “Desde el día del convate en q.e se les augerió una goleta-dice el comandante de las operaciones-no pasan buques sino de noche y solo en uno q.e otro lanchón, q.e buque grande no ha pasado ninguno”.
Junto a los 2 cañones utilizados, de avancarga (se llama así a las armas de fuego que se cargan por la boca), que permanecen ahí, una placa de 1975, recuerda el hecho:
“En este lugar el 4 de diciembre de 1825, la Artillería Oriental, contribuyó con sus fuegos al triunfo de la causa patriota” .
Ruinas, pasos, cañones, parajes invadidos por la vegetación de indudable belleza sobre el Río Uruguay, olvidados y que poco conocemos.
Además de celebrar, que sobrados motivos tenemos los sanduceros, ¿no habrá llegado la hora de rescatar aquellos sitios de enorme valor patrimonial, mediante un recorrido histórico-cultural, comenzando por descubrir el encanto del antiguo pueblito de Casa Blanca? Arq. Rubens Stagno Oberti
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