Paysandú, Viernes 11 de Marzo de 2011

Una inflación que no es porque sí

Opinion | 06 Mar Los reajustes salariales y los mayores costos de insumos para los productores y elaboradores, son factores que inciden para que estemos ante una significativa presión inflacionaria, sobre todo en el caso de los alimentos, lo que ha sido determinante para que no solo se esté en el tope de la meta inflacionaria prevista por el gobierno para el año, sino que también se corre el riesgo de que esta tendencia se acentúe y pueda salirse de madre un parámetro fundamental en la economía.
En los últimos días y semanas los precios de las verduras, como papa, zanahoria y cebolla han tenido un fuerte aumento y se estima que sus valores estarán por encima de lo normal en los próximos tres meses, agregándose así otra presión sobre la inflación además del alza que viene registrando la carne, en tanto también subirán los productos panificados debido al ajuste de salarios que rige desde enero pero que aún no fue laudado en los Consejos de Salarios, como ha ocurrido también en numerosos sectores que deberán pagar con reajuste estas mejoras en remuneraciones.
Asimismo, los incrementos en precios tienen un carácter generalizado, como se observa en las góndolas de los supermercados, por factores internos y externos, pero sobre todo porque el aumento de los costos y la demanda presionan en el mismo sentido, con el componente de promover un efecto de bola de nieve que es muy difícil de parar si no se actúa a tiempo por los responsables de la conducción económica.
Como todos sabemos, la inflación es un impuesto que siempre recae sobre los más débiles, es decir sobre los sectores de ingresos fijos y peor aún para los que no tienen un ingreso estable, si tenemos presente que no se cuenta con un patrimonio y activos que se vayan reajustando con esta evolución, y porque además las mayores alzas, como suele suceder, se registran en el costo de alimentos y en vivienda, tanto en lo que refiere a mantenimiento como a la construcción y los alquileres, a lo que deben agregarse las tarifas públicas y servicios.
Por lo demás, cuando las expectativas se tejen en una dirección, nadie quiere “perder rueda” en los precios, y así se generan impulsos más allá de lo razonable para “cubrirse” en caso de que las cosas se disparen. Ello da la pauta de la necesidad de dar a tiempo pautas firmes a los agentes económicos y transmitir confianza para asegurarles que se darán en tiempo y forma medidas que permitan dar un mínimo de confiabilidad para el futuro inmediato en cuanto a la evolución de los valores y las tendencias.
El reciente aumento de los combustibles, como consecuencia de una persistente alza en los valores internacionales que no era esperado por ningún gobierno hasta ahora, es un elemento adicional en este escenario, como firme impulsor de la inflación, y debe tenerse muy en cuenta a la hora de establecer previsiones por un equipo económico que sigue atado a demandas de gasto público en base a un Presupuesto que lamentablemente sigue aumentando en la misma medida en que aumenta la recaudación, pero que difícilmente disminuya si por algún motivo la situación deja de ser tan auspiciosa.
Ocurre que nuestra bonanza actual se sustenta sobre los valores crecientes de las materias primas, y este factor a la vez se nos está volviendo en contra a través de valores que empujan la inflación, como se está dando, pero lo que es peor aún, sin que estemos haciendo algo valedero para cambiar estas condicionantes de cara al futuro, perdidos en los inmediatismos.
Y vienen a cuento en esta coyuntura las reflexiones del director del Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Nicolás Eyzaguirre, quien estuvo de visita en Uruguay como parte de una delegación de ese organismo que se entrevistó con autoridades del Gobierno uruguayo. Consultado por el programa En Perspectiva, de El Espectador, sobre la situación económica del país, sostuvo que “el gran desafío tanto para Uruguay como para otras economías latinoamericanas que están con un entorno externo muy favorable es administrar esa bonanza para que dure muchos años”. El economista agregó que otros retos a afrontar son “manejar el ciclo y el mediano a largo plazo”. Además, recomendó “fomentar el ahorro” y “no buscar un excesivo consumo” para evitar futuros endeudamientos. “El gran tema del futuro va a ser cómo Uruguay se transforma de una economía productora de muchas materias primas en productora de materias primas con alto nivel de elaboración, y que por tanto tengan un precio mucho más alto y permitan ingresos mucho más altos para los uruguayos”, señaló.
Esta es precisamente la premisa a sostener e impulsar cuando el viento sopla a favor, como ya lo hemos señalado en más de una oportunidad desde esta página editorial, es decir operar en el mejor momento con acciones que apunten a modificaciones estructurales imprescindibles y no cuando las crisis golpean y se toman medidas desesperadas para salvar el trance, solo para seguir en la misma hasta la próxima crisis, en un proceso de nunca acabar.


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