Opinion | 10 Mar La problemática de los pasos fronterizos y su mejora viene siendo tema de preocupación y reclamo por las autoridades locales de ambas orillas del río Uruguay. Sin embargo, los gobiernos apenas han puesto algunos pequeños paños fríos al problema, sin abocarse seriamente a la búsqueda de soluciones. Luego del fin de semana largo por el feriado de Carnaval, la situación llegó a su límite cuando largas colas de turistas argentinos intentaban volver a su país el pasado martes bajo un calor agobiante, muy poco recomendable para largas esperas a pleno sol.
En el puente entre Paysandú y Colón fue intenso el tránsito y hubo colas y demoras pero en el puente General San Martín, en Fray Bentos, la fila de autos que esperaban para pasar llegó a los nueve kilómetros.
Fue allí cuando el intendente de Río Negro, Omar Lafluf, decidió tomar cartas en el asunto y realizó llamados telefónicos a varias autoridades nacionales para solicitarles una solución al problema. Luego, el ministro de Turismo comunicó que el Ministerio del Interior había tomado la medida de agilizar los trámites a través de una flexibilidad en los controles como medida excepcional, permitiendo que los viajeros puedan pasar por el Puente Internacional con mayor fluidez.
Lafluf le transmitió al ministro que “es necesario dar una solución definitiva al tema, porque de lo contrario se corre el riesgo de desalentar a los visitantes que optan por llegar al Uruguay”. Y tiene razón. El turismo generó en 2010 la cifra nada despreciable de 1.300 millones de dólares de ingresos en divisas para el país y empleo para 200.000 personas, según datos del Minsiterio de Turismo. Este enero los turistas dejaron U$S 535 millones, cifra que supera lo recaudado en enero y febrero de 2010 (U$S 531 millones), y que equivale a los ingresos que tuvo el país en todo el año 2005.
Con estos números, el turismo continúa consolidando un lugar por demás destacado en la economía nacional: ya en 2010, hubo más ingresos por concepto de turismo que por exportación de carne. Habría mucho más para mencionar respecto al despegue que está teniendo este sector de actividad pero esta simple muestra alcanza para sacar una conclusión elemental: las demoras en los puentes internacionales dañan la imagen del país y eso es muy peligroso, máxime si se tiene en cuenta que el mayor porcentaje de turistas que llegan al país son argentinos.
El gobierno uruguayo pidió disculpas y se comprometió a redoblar los esfuerzos para introducir mejoras en Semana Santa. Que así sea.