Locales | 14 Mar La base, o si lo prefieren, la estructura, está construida de hierro en ángulo. Es de forma cuadrangular, bien balanceada y muy práctica para los fines requeridos.
Sobre ella está ubicado un motor VW de cuatro cilindros y 1.800 c.c. de cilindrada, impulsor de un automóvil Volkswagen.
En uno de los costados de la estructura, y cual si se tratara del tablero de instrumentos de cualquier vehículo, están los relojes marcadores de temperatura, de aceite, el cuentavueltas y la llave de contacto.
Es un banco de pruebas para motores.
Lo diseñó y construyó Jorge Ariel Spalvier, un conocido ex mecánico ya retirado pero que, claro está, mantiene la pasión por los “fierros”.
“Conté con la invalorable colaboración de Walter Linch, precisamente otro apasionado de la mecánica”, nos dice Spalvier.
Quienes sacarán provecho de este banco de prueba de motores son los alumnos de la especialidad de mecánica del Centro Cultural Italiano.
Spalvier nos comenta que durante el verano se dio a la tarea de fabricar este banco de pruebas.
Construida la base, Spalvier pasó a conseguir los elementos que le faltaban, de manera que el motor pudiera arrancar y funcionar en el banco de pruebas, como estuviera instalado en cualquier vehículo.
Así se hizo de un ventilador, adaptó un radiador, colocó un depósito de agua, completando entonces el sistema de enfiamiento.
Debió adaptar también un alternador y un arranque.
El volante del motor se lo regaló un señor Thomasset. Disponía de un carburador pero debió fabricarle una base. También debió hacerse de bobina y de un distribuidor.
Todo ese trabajo y el costo de varios materiales, lo vuelca Spalvier en beneficio de los alumnos del curso de mecánica, quienes tienen ahora la posibilidad de probar un motor, ver su funcionamiento, cuáles son las áreas a corregir, en el banco de pruebas, lo que obviamente es una gran ventaja.
Una tarea bien realizada, una demostración más de la capacidad e inventiva de nuestros artesanos y mecánicos, capaces de plasmar estas realizaciones.