Paysandú, Martes 15 de Marzo de 2011
Opinion | 09 Mar Desde hace tiempo desde esta columna editorial hemos abogado por avanzar con creatividad y decisión en la generación de condiciones para incorporar valor agregado a nuestra riqueza forestal, tal como se hace en muchos países y también en los lugares hacia los que exportamos como materia prima, es decir a destinos donde efectivamente se les incorpora trabajo y se les da usos que en esas latitudes son tradicionales.
En el caso de Uruguay, un país sin árboles hasta fines del Siglo XX, hay escasa tradición maderera en materia de vivienda, en tanto en la industria mueblera se han utilizado desde siempre maderas nobles importadas, al carecerse de variedades autóctonas en condiciones apropiadas para este destino.
La disponibilidad abundante de eucaliptos y pinos en nuestros montes a partir de la Ley Forestal ha cambiado radicalmente este panorama, pero seguimos exportando celulosa a la que se vuelca la gran mayoría de la producción, y para la que sirve cualquier madera, es decir desde ramas de baja calidad hasta troncos de mayor tamaño y longitud, muy apropiados en cambio para destinos de mayor valor agregado a partir del aserrado.
Evidentemente el eucalipto, sobre todo la variedad Grandis, con el tratamiento adecuado de químicos, para mejorar su durabilidad y poder aislante del sol y la lluvia, es una madera que se ha adaptado satisfactoriamente a la construcción, la carpintería de obra y asimismo a la mueblería, pero estamos ante un producto subaprovechado por una serie de factores que han limitado la inversión, pese a la necesidad de incorporar trabajo nacional a la madera.
El gerente de la Sociedad de Productores Forestales (SPF), Edgardo Cardozo, en diálogo con radio El Espectador, manejó una serie de pautas que a su juicio deberían considerarse a la hora de promover la industrialización de esta materia prima, a partir sobre todo de la decisión política del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) de encarar programas tendientes a construir casas de madera, que permitirían un abaratamiento de la construcción con destino social en nuestro país.
En este sentido, Cardozo enfatizó que “la calidad de construcción con madera es perfectamente comparable con la calidad de construcción con cualquier otro tipo de material”. Añadió que construir con madera es “mucho más rápido” y se pueden construir viviendas “de muy buena calidad”.
La referencia a esta decisión política la formuló el subsecretario de Vivienda, Jorge Patrone, quien además afirmó que construir un metro cuadrado de una casa de madera en promedio cuesta cerca de 500 dólares, en tanto que una vivienda hecha con materiales tradicionales puede costar el doble.
Con esta base, el MVOTMA está preparando un protocolo que establecerá las características que deberán tener los proyectos con madera antes de ser habilitados. El Ministerio todavía no ha definido cuántas soluciones habitacionales se van a ejecutar con madera, pero sí se sabe que se irá por el lado de esta tecnología en un intento de masificación de las construcciones con este material.
Sostuvo el empresario que es positivo que las autoridades nacionales comenzaran a estudiar la posibilidad de utilizar la madera como una alternativa para el tema habitacional en el país.
Destacó que “hace bastante tiempo que la SPF viene promoviendo la necesidad de ahondar en el tema, a los efectos de determinar si había posibilidades, ver cuáles eran las exigencias y definir un protocolo.
De esta manera, quien quisiera podría tener la posibilidad de construir con madera. El Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) fue el primero en tomar la idea que ahora ha desarrollado el MVOTMA, que también participó en esos años de trabajo coordinado por el MIEM (básicamente mediante la Dirección Nacional de Industria). Todo parece indicar que este programa está llegando a su fin. Uruguay tiene la madera y ya hay alguna experiencia nacional de construcción de casas de madera. Por ejemplo, antes de llegar a la ciudad de Rivera, hay un pueblo construido con madera y tecnología nacional que ha dado muy buen resultado y que desde nuestro punto de vista es muy lindo”.
Subrayó que el referido poblado fue construido “simplemente porque algunos pioneros trataban de demostrar las bondades de la madera y que perfectamente se puede competir con los materiales más tradicionales de construcción”, en una iniciativa de empresas nacionales con tecnología nacional. “Cuando uno observa el resto del mundo, ¿qué ve? En Estados Unidos es característico construir con madera. El material tiene que ser de calidad y debe cumplir con determinadas cualidades a los efectos de poder utilizarlo en forma masiva”, precisó. Este es precisamente el punto; no se trata de construir cualquier cosa con cualquier madera, sino de definir una tipología adecuada para nuestro clima y posibilidades, con la suficiente durabilidad y masificación, para lo que además es fundamental incorporar investigación propia, es decir en base a nuestros parámetros.
Este aspecto es clave para un país sin tradición ni cultura en la construcción de casas de madera, pero que necesita imperiosamente avanzar en esta dirección, y todo recurso que se afecta a la investigación es una inversión que será devuelta con creces a la hora de aplicar innovaciones técnicas a programas habitacionales --también en el caso de construcción de calidad, como en otros países-- con amplios beneficios para el país.
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