Paysandú, Martes 15 de Marzo de 2011
Rurales | 13 Mar Hasta hace dos semanas muchos invernadores y consignatarios observaban que las cuentas no cerraban dados los muy altos precios de los terneros. Últimamente hay quienes recibieron U$S 2 por kilo. Para un novillo de 500 kilos, implica facturar U$S 1.000. Los invernadores tuvieron una suba de precios de 20% en dos semanas, lo que les permite volver a enfrentar satisfactoriamente los costos de producción.
Las cuentas no cerraban y el ánimo no era el mejor. Tan solo dos meses atrás, muchos productores ganaderos se quejaban de la escasa competencia entre empresas de la industria frigorífica que se traducía en precios que parecían tarifados. Cuando los primeros amagues de sequía aparecían y las exportaciones de ganado en pie peligraban, los precios del ganado cayeron; esa fue la situación durante diciembre, que empezó a revertirse muy gradualmente en enero. Y este mes el mercado se ha vuelto explosivo.
A 45 días de esa situación de precios flojos en el entorno de U$S 3 por kilo de carcasa y una sensación térmica de escasa competencia desde la industria, la lógica del mercado ganadero ha tenido un giro de 180 grados. En el final de febrero todo sucedió a la inversa: la competencia industrial fue la mayor de los últimos años, los precios suben de una manera inusitada, superan los récords de 2008 y el poder negociador ha pasado a manos de los productores. La industria, envuelta en una fuerte competencia, enfrenta una dura disyuntiva: funcionar a pérdida o cerrar. Los mejores novillos llegan a U$S 1.000, las cotizaciones alcanzan precios que superan las mayores referencias de 2008.
Una importante competencia se ha desatado en la industria por captar el escaso ganado disponible, que parece asegurar una demanda incrementada.
Por un lado parece configurarse un duelo entre los dos gigantes brasileños. JBS y Marfrig son las dos principales industrias frigoríficas de Brasil y ambas son desde hace un tiempo multinacionales globales de primer nivel del negocio de las proteínas. Ambos adoptaron en Uruguay estrategias diferentes.
Marfrig compró cuatro plantas frigoríficas, pero por lo escaso de la oferta ganadera no logra que funcionen en su totalidad. Operan tres la mayor parte del tiempo y, por el escaso volumen de ganado disponible incluso podrían operar solo dos en las próximas semanas.
En contraste, Canelones, la planta adquirida por JBS, lidera desde hace varios meses en la actividad de faena. Y ese liderazgo es el reflejo de una política agresiva de compras, que ha roto la uniformidad de precios ofrecidos por la industria e introdujo un nivel de competencia mayor al habitual. En las conversaciones privadas algunos empresarios adjudicaban a JBS pagar precios que no les daban ganancias.
Uruguay se ha vuelto el ámbito de competencia de otras empresas de gran escala. A comienzos de año llegó a Uruguay la tercera y ascendente empresa frigorífica de Brasil, Minerva, que compró el PUL. Y el ingrediente adicional de estos días es Breeders & Packers Uruguay (BPU), que logró la habilitación a los mercados de América del Norte. En marzo estará faenando con destino hacia Europa y espera lograr en el primer semestre la habilitación al resto de los mercados que lo dejará en igualdad de condiciones comerciales con las demás de las industrias. Se trata de una empresa de gran tamaño y última tecnología, que por su escala generará una demanda adicional de unas 1.000 cabezas semanales, agregando presión a una oferta que seguirá muy escasa. Un salto en la operativa de BPU acentuaría la presión alcista sobre el mercado del ganado gordo y podría llevarlo a pasar los U$S 4, algo que se esperaba -aunque fuese récord absoluto- recién para el final del invierno.
Una escalada tan fuerte de los precios tiene consecuencias a diferentes niveles. Por un lado, desde lo social, ha generado nuevos envíos a seguro de paro por parte de Marfrig y seguramente hace más desafiante la apertura del frigorífico Florida, que está parado desde el año pasado.
Observando los precios de exportación, da la impresión que la valorización del ganado tiene algo de burbuja. La suba del precio de la reposición estimuló la retención de ganado gordo, pero en los próximos remates posiblemente se observe que la reposición da otro salto impulsada a su vez por el ascenso del precio del ganado gordo.
En lo productivo deberá generar un repunte en la apuesta a las pasturas. La siembra de verdeos (avena y raigrás) de este año debería ser exepcionalmente elevada. Hay señales contundentes desde los precios de la carne, la leche y los granos como para que la apuesta forrajera sea de alta intensidad en este otoño.
Nunca al finalizar febrero, es decir en vísperas de lo podría ser una zafra, la ganadería recibió una señal tan contundente para invertir en alimentación. Porque en relación a la capacidad de faena, nunca hubo una escasez tan aguda. Hubo sí períodos de mucho menor producción de carne, pero eran otros tiempos, con menos industrias y la mayoría de ellas con mucho menos capacidad de faena y frío que el actual.
Los análisis del Instituto Nacional de Carnes (INAC) planteaban un año 2011 similar a 2008, que como se recordará fue el que hasta ahora había tenido los mayores precios, los que se consideraban una burbuja irrepetible. Los precios actuales son 30% mayores a los de fines de febrero de aquel año para el novillo gordo y 40% mayores para el ternero.
La actual coyuntura ha modificado también profundamente las relaciones de poder que se dan en las negociaciones a lo largo de la cadena cárnica. El mango del sartén ha pasado a los ganaderos, que retienen la hacienda a la espera de optimizar el peso de sus animales y el precio que reciben.
Los ivernadores esperaban una suba de precios del ganado gordo que equilibrara sus cuentas ante la escalada de los precios de la reposición. Lo tuvieron. Ahora la industria debe esperar un salto en el precio internacional de la carne para evitar operar en rojo. Y los consumidores uruguayos deberán con certeza pagar más cara la carne, cuya última suba quedará rápidamente obsoleta.
Ganadería
Aunque la suba de precios ganaderos es impactante, la ganadería va en una carrera de costos que, por los aumentos que han tenido y todavía pueden tener los granos, deja un espacio inédito para la valorización de las pasturas. Los precios de las semillas forrajeras no tuvieron cambios drásticos.
Tampoco lo han tenido hasta ahora los fertilizantes fosfatados. El reposicionamiento de los precios ganaderos permite valorizar de forma inédita a las pasturas en todas sus variantes. Los verdeos serán los que tengan el primer impacto en este otoño y en la avena a partir de este oportuno período de lluvias. También la siembra de praderas pasa a tener más interés, no sólo por el precio del ganado, también porque en un contexto de precios estructuralmente alcistas permite asegurar la alimentación por cuatro años de ganados que se valorizarán. Afinar el manejo puede ser muy redituable para mezclas forrajeras que aseguren una razonable persistencia.
Por ahora la siembra de praderas es mantiene estabilizada. Datos de Dicose muestran que en 2010 no se recuperó el área que en 2009 había caído por la circunstancial baja de precios y la sequía. Con terneros que valen más de U$S 2 por kilo y que podrían llegar a U$S 3 urge repensar el campo natural como fuente de riqueza de Uruguay.
Dado el desbalance mundial entre oferta y demanda de carne, los precios altos son una nueva realidad y obligan a repensar todo el agro uruguayo. En un momento volátil para los precios de los granos, la intensificación de la ganadería puede estabilizar sistemas productivos y no solo desde el punto de vista de los suelos.
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