Paysandú, Viernes 18 de Marzo de 2011
Locales | 18 Mar Nació en Valle Edén, departamento de Tacuarembó y a los 25 años se instaló en Tambores. Hace ocho años que integra el Club de la Tercera Edad en la Villa, en tanto recuerda el pasado con nostalgia, aunque convencida de que hoy está mejor que antes.
Alba Gómez (58), madre de dos hijos y abuela de dos nietos, repasó parte de su historia, que conjuga tristeza, nostalgia y alegría.
Nuestra entrevistada no duda que es hermoso vivir en el interior profundo. “No cambio Valle Edén o Tambores por Montevideo u otra ciudad más importante; mi vida está aquí”, aseguró.
Cada vez que regresa a Valle Edén no se conforma con permanecer un solo día, desea pasar una semana o más tiempo. Reencontrarse con la escuela donde se formó la hace feliz. “Es que ese lugar es encantador, bellísimo. La casa de Carlos Gardel, la capilla donde estudié catecismo, la pasarela colgante que es hermosa, la cueva de Los Chivos, la gruta del Sidro, que es muy bonita. Todos lugares dignos de ser conocidos”, agregó.
Alba fue hasta sexto año en la Escuela 23 de Valle Edén. Estudió peluquería y macramé, en tanto encaró la vida con el deseo de superación de una mujer rural.
Recordó un pasado de mucho sacrificio, pero afirmó que hoy la vida le sonríe. “La verdad que hoy es excelente. Aunque añoro la compañía de mis padres, que ya no los tengo a mi lado. Porque ellos fueron muy buenos con nosotros. Eran muy pobres, pero nos enseñaron muy bien por dónde caminar en la vida, y yo lo valoro muchísimo. En nuestra familia siempre hubo mucho amor y somos muy unidos entre los hermanos. Cuando uno enferma, estamos todos con él. Cuando otro está de fiesta también estamos presentes. Siempre estamos juntos, cuando nos embarga la tristeza o cuando nos invade la alegría.
Alba se fue a vivir a Tambores luego de casarse y, junto a su esposo, se instaló allí definitivamente. “Originalmente trabajábamos en campaña, pero teníamos casa en Tambores”, agregó.
Al recordar su infancia, recordó nunca haber recibido un regalo de Reyes. “No sé lo que es festejar los quince años, aunque tiempo después lo he podido disfrutar con mis sobrinas nietas. Al principio éramos nueve hermanos, pero hoy quedamos siete. Mis padres y mis hermanos salían a trabajar en el campo en esquilas o zafras y con eso nos manteníamos durante todo el año”. Cuando llegó a Tambores –recordó-- “la villa estaba mejor que ahora. Había farmacia, estación de servicio y venta de combustibles. Comercios que en la actualidad nos hacen mucha falta. Por aquellos años todavía funcionaba el tren. Viajábamos a Rivera con la familia. Definitivamente son muy gratos recuerdos”.
En cuanto al grupo de la tercera edad que integra, Alba dijo que “se trata de gente muy unida. Hacemos rifas y venta de comidas, donde todos colaboramos con los ingredientes a utilizar. Todo ello nos permite disfrutar de viajes, almuerzos compartidos, momentos de esparcimiento. Hoy la sede cuenta con 200 socios, los que participan de actividades durante toda la semana. Contamos con atención médica, trabajamos en lana. Acondicionamos ropa vieja para donarlas posteriormente a los más necesitados. El lugar está a cargo de Elida Sena, que es quien atiende a los más viejitos”, finalizó.
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