Paysandú, Sábado 19 de Marzo de 2011
Locales | 15 Mar La suma de todos
los miedos
La mañana del pasado sábado el mundo se vio conmovido por la noticia de que dos sismos (de 8,9 y 6,8 grados en la escala Ritcher) y un tsunami con olas de hasta diez metros habían devastado la costa oriental de Japón, causando miles de muertos y desaparecidos, así como daños materiales millonarios y el colapso de los sistemas de emergencia y abastecimiento. Mientras el gobierno nipón intentaba contener las consecuencias de la catástrofe y la comunidad internacional ofrecía su apoyo incondicional, el peor de los temores se instaló nuevamente en el corazón de la humanidad: varias plantas nucleares, en particular la de Fukushima 2 (ubicada a 250 kilómetros de Tokio, donde hubo varias explosiones), habían sido seriamente afectadas por el sismo y se temía por una catástrofe nuclear. En las últimas horas, la posibilidad de meltdown (fusión) parcial en el segundo reactor de Fukushima era inminente, al descender nuevamente el nivel del agua de enfriamiento y quedar expuestas las barras de combustible. La sombra de Chernobyl se cierne una vez más sobre el mundo.
Palabra autorizada
El científico Eduardo Duek, quien se desempeñó durante dos décadas en laboratorios de investigación de física nuclear del Ministerio de Energía de los Estados Unidos, sigue con atención los acontecimientos desde Miami a través de los informes divulgados por diferentes cadenas noticiosas que por estas horas brindan amplia cobertura de la tragedia.
Duek aseguró que la situación de las plantas nucleares se relaciona más a la parte ingenieril que a la ciencia física, dado que comprende específicamente al área de reactores nucleares y generación de energía. No obstante, la información que maneja establece que una o varias de las columnas de uranio de los reactores habrían entrado en meltdown lo que, de ser confirmado, representaría “un problema grave”.
La cantidad de datos que se han ido volcando a los medios públicos no es algo que sea bastante cuantitativo y permita decir a ciencia cierta qué es lo que esta pasando, consideró Duek, aunque reconoció que existen algunos hechos confirmados, como la emisión de radiación a la atmósfera desde una de las plantas afectadas por el sismo.
“También indicaron que las plantas tenían problemas en la refrigeración”, añadió.
Esto significa que si los técnicos no logran contener el ascenso de temperatura en los reactores (a través de un sistema de refrigeración que utiliza agua), sería necesaria una nueva emisión controlada de gases para descomprimir la estructura de la planta, pero sin la refrigeración aumentarían los riesgos de un incidente de mayores proporciones.
Asimismo, recordó que los incidentes de esta naturaleza se miden en una escala de 1 a 7, y lo sucedido en Japón -a su juicio- “si bien es grave, no es lo más grave que ha pasado hasta aquí en otras centrales en otros momentos”.
“No llega a ser Chernobyl, pero puede volverse Chernobyl de acuerdo a cómo se manejen las cosas. Hay muchos interrogantes a los cuales no tenemos las respuestas todavía”.
El físico explicó que la falla en los circuitos de refrigeración en instalaciones de estas características deriva en la acumulación de gas, lo que genera a su vez “una enorme presión” y la posible voladura del techo (domo) de la planta, con la consecuente liberación de radiación a la atmósfera. Esta liberación de radiación no sería controlada.
“Eso sí es dañino. Para dar una idea de lo dañino que puede llegar a ser: nosotros nos enteramos de que Chernobyl había entrado en meltdown porque emitió gases a la atmósfera y fueron los suecos los que detectaron esto, y de ahí salió que había sucedido algo. Esto fue varias semanas después del accidente por lo que mucha gente que se irradió podría haber sido advertida. Entonces ahí ya no fue tan difícil darse cuenta, de acuerdo a los isótopos que se verificaban, que esto había sido una central nuclear que emitió gases al aire”, explicó el físico y recordó que a consecuencia de lo sucedido en la central rusa “falleció a corto plazo algunos cientos de personas, pero después de varios meses fallecieron miles de personas, o sea que esa radiación tiene un efecto residual importante”.
¿Qué está sucediendo
en Japón?
Los reactores nucleares funcionan con uranio y -explicó Duek- en sus entrañas se produce reacción a niveles controlados de acuerdo al diseño del reactor y al manejo que efectúan los técnicos a cargo de las instalaciones. “Si uno no toma ciertos recaudos de moderar esa reacción, esa reacción se vuelve como si fuese una bomba atómica, lo que por diseño de la planta no podría suceder. Cuando uno construye un reactor, tiene todas las salvaguardias necesarias como para que esto nunca suceda. Eso también se verifica allá”.
De acuerdo a los informes de las cadenas internacionales de noticias, al menos uno de los reactores afectados por el sismo en Japón emitió gases a la atmósfera, aunque Duek aseguró que todavía no pudieron establecerse las causas, ya que la información no señala si la emisión de gases y meltdown -de confirmarse- fue consecuencia de daños estructurales en la planta causados por el terremoto o una falla en los sistemas de refrigeración a raíz del desabastecimiento energético o mal funcionamiento de las bombas que recirculan el agua.
“No nos han indicado si lo que está pasando en las centrales es directamente relacionado al terremoto. Una posibilidad es que el mismo terremoto llevó a que toda la parte civil del reactor quedase dañada. Esto no sabemos si es así, o si los daños ocurren principalmente a través de la falta de electricidad. Algo se sabe que no funcionó para que los sistemas de refrigeración no pudieran enfriar al reactor. La razón de por qué sucedió esto, yo no tengo la información como para decirlo a ciencia cierta”.
Respecto a lo que sucede cuando las instalaciones quedan desabastecidas de energía eléctrica, explicó que “las barras de contención para cerrar la ocurrencia de la reacción, caen en forma automática por gravitación. Esto debería haber sucedido y debería haber de alguna manera terminado con la reacción que genera el calor”. El calor remanente debería ser dispersado por el sistema de refrigeración.
“El peligro que yo considero hoy, que es el más importante en cualquiera de estas centrales, es que ese meltdown obviamente va a dar lugar a que sean eliminados a la atmósfera una cierta cantidad de gases y partículas que, dependiendo de si hay lluvia, viento, u otras precipitaciones incidirá en para dónde van, etcétera, esto puede dispersar esta radiación sobre un radio muy grande”.
“Lo que pasó hasta acá (en Japón) es una liberación de gases para evitar que se sume la presión a los reactores. No fue que estos gases fueron eliminados porque hubo meltdown y por lo tanto se abrió el reactor y esto salió al aire. Escuché en algunos programas de noticias que sí había habido un meltdown parcial en el primer reactor que mostró problemas. Esto debería ser confirmado”.
¿Explosión o fusión?
En general, cuando pensamos en una catástrofe nuclear, inmediatamente acude a nuestra mente la imagen del hongo atómico de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo -explicó Duek- un escape en una central nuclear es un fenómeno completamente diferente.
“Puede llegar a haber fuego, pero en realidad, el daño principal que uno está siguiendo es la liberación de radiación al ambiente. Este daño químico indica que dentro del reactor, que está sellado, cuando falla la refrigeración, se empiezan a generar gases. Esos gases levantan la presión y eventualmente el reactor explota, a menos que estos gases sean liberados al medio ambiente, que aparentemente sucedió en Japon. No tiene nada que ver con la explosión nuclear”.
Otro de los grandes interrogantes es, de producirse un escape, cuáles serían las consecuencias para las personas expuestas y si las emisiones se esparcirían en un radio muy amplio.
Duek opinó que en nuestras latitudes o en las afueras de Japón “no habrá mucho que ver”, a lo sumo “una muy pequeña radiación”, aunque todo supeditado a las características del viento.
“Si justo en el momento que esto ocurre está lloviendo, obviamente todo esto se deposita en el suelo y en algún lugar bastante cercano al reactor”, precisó.
Respecto a las consecuencias que la exposición a estas emanaciones generan en el ser humano, el físico explicó que las personas afectadas deben ser tratadas de acuerdo a la cantidad de radiación que hayan absorbido. “Hay ciertas cosas que se sabe suceden en estos escapes: una de ellas es el escape de Iodo 131 (radioactivo) que prácticamente se concentra en la tiroides. Se le dan ciertas sales de Iodo no radioactivo a las personas para que les cause el daño mínimo”. Desafortunadamente, esto es efectivo solo si es administrado con anterioridad a la exposición a la radioactividad.
Arreglando el desastre
Una vez registrada la voladura del techo de la planta, con la consecuente emisión de gases y partículas a la atmósfera, comienza la compleja tarea de sellar el reactor para evitar que el incidente adquiera mayores dimensiones.
Respecto a lo que está sucediendo en Japón, Duek explicó que “se ha tomado en esta primera central -y creo que en la segunda- un paso gigante. Debemos reconocer que los japoneses están entre los técnicos más sofisticados del mundo en lo que es seguridad de plantas nucleares. Ellos más que nadie son sensibles a este tema. Por otra parte, como no tienen fuentes de energía autóctona -petróleo, gas o lo que fuera- mucho de su poder de credibilidad está en sus centrales nucleares. Acá el tema es cómo contener lo que está en meltdown. Pero, dependiendo de qué sea, no existe un recipiente capaz de detener una reacción en la cual se esté autososteniendo. No existe un material que nosotros sepamos que pueda contener esta reacción”.
Aseguró que las plantas japonesas afectadas por el sismo son muy nuevas y particularmente seguras, dotadas de sofisticados sistemas de seguridad.
En las instalaciones dañadas los equipos de emergencia intentan por estas horas evitar que una falla en el sistema de abastecimiento de agua para refrigeración genere el recalentamiento de las barras de combustible y la consecuente fusión nuclear, pero las cadenas de noticias siguen reportando incidentes y el riesgo de desastre nuclear continúa latente. La sombra de Chernobyl aún no se disipa.
En contacto exclusivo con EL TELEGRAFO desde Miami, el notable físico nuclear argentino, doctor Eduardo Duek, estimó las consecuencias de un eventual escape radioactivo en alguna de las plantas nucleares afectadas por el terremoto ocurrido en las últimas horas en Japón. Duek no maneja información oficial respecto al origen o características del daño sufrido por las instalaciones japonesas, pero aseguró que un evento de meltdown (fusión) en el núcleo del reactor acarrearía consecuencias nefastas para la población. Describió el proceso que puede desembocar en un escape de radiacion y desestimó que las consecuencias puedan adquirir dimensiones globales
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