Paysandú, Domingo 20 de Marzo de 2011
Locales | 18 Mar Cuando visitamos a Jesús Mockford (32) recién estaba comenzando con los cultivos de lechuga y tomate de campo, en el marco de un emprendimiento que incluye quinta y algunos animales.
Mockford proviene de una familia de chacareros y, fiel a su origen campero, decidió continuar trabajando la tierra.
“Se trata de una chacra de siete hectáreas, ubicada a unos setecientos metros hacia el norte del mojón 14 de Ruta 90. Acá recién empezamos, porque en la casa de mi padre --al otro lado de la ruta-- atiendo otros plantíos de similares características. Allí hace más tiempo que estamos instalados, además contamos con pozo de mayor capacidad de agua”.
En cuanto a las elevadas temperaturas de este verano, Mockford sostuvo que “hizo demasiado calor, acentuado con la seca de la primavera. Tal vez con lluvias más continuas se normaliza, aunque para ello habrá que esperar”.
En su chacra cuenta con pozo, aunque asegura que no es de mucho caudal y ello disminuye las posibilidades de riego continuo. “Es un pozo de cinco mil litros y si bien no lo hemos utilizado todo, no es lo ideal. Por ejemplo, el que tengo en la casa de mi padre es de 18 mil litros, pero éste es de 36 metros de profundidad”.
Mientras conversábamos con Mockford la tarde estaba algo templada, aunque en los últimos días la temperatura había descendido considerablemente y, en la quinta, un par de muchachos --vecinos de la zona-- ayudaban con algunas lechugas que asomaban en la tierra recién regada. La producción es comercializada en la feria del mercado municipal, pero el chacrero también coloca una parte en algunas verdulerías de barrio.
“En la feria le vendo a los feriantes que ya están instalados, porque yo no tengo puesto”, agrega Mockford, cuyos clientes incluyen productores que en ciertas oportunidades se quedan sin mercadería y comercios de la ciudad”.
Nuestro entrevistado aseguró que en Paysandú no hay mucha gente que se dedique a la quinta, posiblemente por los altos costos de fertilizantes o equipos de riego.
“Aquí se produce muy poco volumen, entonces no hay proveedores que te puedan vender a buen precio cuando uno necesita tal insumo. Por eso cuando necesitamos un producto determinado tenemos que viajar a Salto para obtener mejores precios”.
En cuanto a la vida en el campo, aseguró que se vive con tranquilidad. “No hay mayores inconvenientes. Nosotros hoy vivimos de lo que producimos. No es una cosa que se pueda decir que te da para darte todos los gustos, pero vivir se vive”.
Confesó además que viaja esporádicamente a la ciudad, ya que prefiere la tranquilidad del campo. “El andar continuamente dentro de la ciudad me cansa. La vida allí es a otra velocidad. El tránsito, todo parece más rápido”, agregó.
En poco tiempo aguarda a un técnico que lo asesorará en el desarrollo de su emprendimiento, de modo de acotar los márgenes de error al momento de cultivar la tierra.
En cuanto a cómo es un día en la chacra, Mockford dijo que por la mañana “ voy a trabajar a la casa de mi padre y por la tarde dedico el tiempo al nuevo emprendimiento en la chacra. Mientras que cuando voy para la ciudad, mi señora aprovecha y ayuda a su madre en el almacén”.
Una hermana maestra, un hermano profesor y otro carpintero completan una familia diversificada, en tanto Jesús prefirió aferrarse a su terruño.
“La verdad que cuando éramos más gurises alcanzamos a trabajar todos juntos, pero a medida que fueron estudiando, se fueron dedicando cada uno a lo suyo”.
Unas cuatro familias habitan los alrededores de su chacra y un precario pero firme camino las conecta con la Ruta de los Charrúas.
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