Paysandú, Miércoles 23 de Marzo de 2011
Opinion | 18 Mar Este año la tradicional bienvenida a los estudiantes de la Facultad de Agronomía estuvo signada por una serie de señales positivas que provinieron tanto de las autoridades de esta dependencia de la Universidad de la República como del propio Poder Ejecutivo en el área comprendida por esta disciplina, que se ha traducido en una manifestación del buen momento que está atravesando el agro nacional y por ende de la problemática de los profesionales que se forman para atenderla.
Participaron en el acto el subsecretario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ing. Daniel Garin, la decana de la Facultad de Veterinaria, Perla Cabrera, el Ing. Daniel Zorrilla en representación de la Asociación de Ingenieros Agrónomos, entre otras delegaciones representativas del quehacer del agro, en lo que es considerado como una expresión muy ilustrativa del momento especial que se vive.
Ocurre, además, que la inscripción en la carrera de Agronomía de la Universidad de la República ha tenido este año niveles récord, lo que se atribuye a la alta demanda de profesionales que se está dando desde la actividad privada en las respectivas áreas que han adquirido especial dinámica ante la alta demanda en los mercados mundiales, como es el caso de la agricultura y la explotación forestal, y en menor medida las profesiones vinculadas a la pecuaria.
De acuerdo a lo manifestado por el subsecretario Garin, el momento actual de crecimiento involucra la producción y apertura de mercados y la necesidad de tener presente en el marco de una economía concentradora de la propiedad de los recursos y del ingreso, la atención a la familia productora en el medio rural.
Apuntó asimismo que el gobierno procura frenar la migración rural y combatir la pobreza con trabajo, así como asegurar la seguridad alimentaria, en el marco de la preservación de los recursos naturales, el uso sustentable de suelos y aguas.
Para estos objetivos, indudablemente es fundamental contar con el aporte profesional en la orientación de los productores y un marco jurídico adecuado, que debe respetarse a rajatabla, en un país cuya riqueza proviene del agro y donde debe promoverse incansablemente la racionalización en el uso de los recursos, así como la optimización de las explotaciones y la búsqueda de una rentabilidad razonable sin agotar los recursos naturales.
Es positivo que la respuesta del estudiantado esté a tono con este desafío, que no es solo importante para su vida profesional, para su futuro, sino para el país, desde que es impensable concebir que la apuesta productiva basada en el agro pueda tener un desarrollo significativo si no se hace sobre la base de apoyo técnico e infraestructura que permita potenciar el recurso y a la vez apuntar a una mejor competitividad.
El punto es que este año han ingresado 451 estudiantes, de los cuales una cuarta parte son mujeres, en tanto el 16 por ciento concurre a las instalaciones de la Facultad en Salto y Paysandú, donde se trabaja fundamentalmente en los aspectos prácticos y de campo, en tanto la Facultad de Agronomía sigue instalada en Montevideo desde su inauguración en 1909.
Estos datos ponen de relieve aspectos positivos si los situamos desde el punto de vista numérico global, y sobre todo porque año a año crece la participación de mujeres en una profesión en la que hasta no hace mucho había un abrumador predominio masculino, a la vez de generarse en una disciplina de interés estratégico para el país.
Pero estamos igualmente ante el contrasentido de que han pasado más de cien años y la Facultad de Agronomía, como la de Veterinaria --las dos facultades del agro--, siguen instaladas olímpicamente en Montevideo y solo se han descentralizado algunas instalaciones porque resultaba imposible hacerlo en el cemento de la capital. Las grandes plantaciones agrícolas, las forestales, los establecimientos ganaderos, entre otras explotaciones primordiales del agro, se encuentran por supuesto en el Interior, pero la Universidad no ha encarado jamás una auténtica tarea de descentralización y desconcentración de los servicios vinculados a la agronomía y la veterinaria, cuya mayor infraestructura sigue instalada en Montevideo, para reafirmar una vez más el carácter centralista de nuestra Universidad.
Esta coyuntura favorable para nuestro agro, cuyo mayor desafío es evidentemente generar la sustentabilidad, es un escenario propicio para realmente encarar estas reformas pendientes desde siempre, apuntando por supuesto no solo a la reinstalación de las sedes físicas, sino a acompañar y apuntalar la dinámica agropecuaria con una mayor oferta de carreras en varios puntos del Interior --algo se está haciendo, pero muy incipiente-- permitiendo abatir la incidencia del desarraigo y de los gravosos costos que representa para el estudiantado del norte del Santa Lucía.
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