Paysandú, Miércoles 23 de Marzo de 2011
Locales | 18 Mar Desde que se recibió de maestra hace 27 años, su actividad estuvo vinculada al ámbito rural. Según relató, una visita a una escuela de campaña en el departamento de Soriano significó la señal definitiva para abrazar tan apasionante profesión. María Teresa Pírez (63) comenzó a trabajar luego de dar concurso en Dirección Rural en 1986. Durante 11 años fue directora en la Escuela 53 de Arroyo Malo y desde 1999 es maestra directora en la Escuela 19 de Estación Porvenir. Tiene tres hijos y dos nietos. Con orgullo dijo amar la escuela donde encabeza la Dirección y dicta clases, en tanto aseguró que permanece en la institución de lunes a viernes, durante todo el año lectivo. No sabe qué recuerdo dejará en la comunidad una vez que se retire y su gran deseo es culminar su carrera con la satisfacción del deber cumplido. Además, considera que la imagen del maestro como figura referente del centro poblado ya no es la misma.
“Tal vez en las escuelas que están en lo profundo del medio rural sí el maestro reúna esas características, donde lo único que hay es el centro educativo. Pero en escuelas como en la que estoy actualmente no tanto. Quizá porque estamos a pocos kilómetros de la ciudad capital. Seguramente eso marque que el maestro no sea el centro de referencia”.
Pírez sostuvo que la escuela que dirige es en cierta forma distinta a las demás instituciones educativas rurales. “Aquí no hay grandes carencias, los niños acceden a todo lo que acceden los niños de la ciudad. Estamos muy cerca y creo que esta misma globalización ha llevado a que formemos parte de esa gran aldea y de alguna manera estemos integrados al resto del mundo”.
La Escuela 19 de Estación Porvenir acaba de inaugurar su nuevo edificio y el reciclaje del viejo establecimiento, lo que ha generado mucha alegría, tanto en alumnos como en docentes. “Después de haber esperado tanto tiempo resulta algo imposible de describir con palabras. Yo vine en 1999, cuando este centro poblado tuvo un crecimiento poblacional desmedido, porque precisamente en ese momento se inauguró el complejo de viviendas de Mevir. Ese movimiento generó gran crecimiento en la matrícula escolar. Aumentó considerablemente y recuerdo que éramos dos maestras. Al año siguiente ya se creó un cargo y fue creciendo en forma sostenida. Se creó un grupo de educación inicial y al poco tiempo los vecinos se movilizaron por el liceo rural, hasta concretar séptimo, octavo y noveno. Fue creciendo a pasos agigantados. Si bien yo tengo un poco de añoranza por la escuela rural, estoy orgullosa del significativo avance que tuvo en los últimos años este centro educativo”.
Su vínculo con una escuela rural se estableció a pocos días de haber ingresado a Magisterio. “Recuerdo que nos llevaron a visitar una escuela en el interior del departamento de Soriano. Fue esa experiencia que me marcó, porque definitivamente aquella escuela me impactó. Recuerdo hasta el color de la colcha de la cama de la maestra. Ahí dije: sí, esto es lo que me gusta. Seguramente una de las causas pudo haber sido que me crié en el campo. Nací en Mercedes y mi niñez fue en Río Negro. Terminé mi carrera en Paysandú y me encantó este lugar. Me enamoré de Paysandú, me captó todo esto y aquí estoy”.
Para esta maestra rural la escuela en la campaña es punto de referencia y allí se prepara al alumno para la vida. “Pienso que no es necesario que todos los seres humanos deban hacer una carrera universitaria. Todos somos necesarios, cada uno en su lugar. La vida es un gran engranaje y pienso que no solo se necesitan ingenieros, doctores, abogados. Cada uno de nosotros cumple una función determinada y necesaria. Por eso sostengo que la escuela tiene que formar al niño para el ciudadano, para convivir sanamente y ser parte de la sociedad como un ser integrado”, agregó.
“Es un proceso que se va construyendo durante los primeros años de escuela, porque hoy el niño comienza a muy temprana edad. No se trata solo de lo curricular, es una madeja que se va tejiendo a lo largo de toda la etapa escolar. Por eso creo que el niño va construyendo su maduración a lo largo de la etapa escolar”.
Pírez consideró que los establecimientos que cuentan con liceo rural representan una experiencia sumamente positiva. “En mi humilde opinión pienso que el chiquilín cuenta con enormes herramientas. Porque el liceo rural cuenta con el mismo programa de ciclo básico que se aplica en todo el país. Lo positivo en todo esto es que el muchacho no tiene que marcharse para Paysandú y, cuando termina noveno, vemos que está pronto para volar, porque tuvo una preparación integrada y no sufrió cambios bruscos. Hemos podido ver cómo adquieren una madurez increíble”, afirmó.
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