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Paysandú, Viernes 25 de Marzo de 2011

Simplemente un síntoma

Opinion | 23 Mar Basta con salir a la calle después de medianoche para comprobar que la problemática del tránsito sanducero, lejos de estabilizarse, continúa agravándose, adquiriendo características realmente preocupantes. Si bien durante el día la presencia de inspectores es apenas perceptible, esto se traduce en un tránsito algo más ordenado, sin tantos excesos. Sin embargo, en la madrugada la calle se convierte en tierra de nadie y es factible presenciar escenas casi circenses, como motos con cuatro ocupantes o motociclistas circulando “en una rueda” sobre la vereda, o conduciendo, fumando y bebiendo, todo simultáneamente.
Es cierto que el gobierno municipal, conforme a un compromiso electoral, intenta poner coto a la situación a través del ingreso de nuevos inspectores y la instalación de lomadas y despertadores en puntos estratégicos. Pero la pregunta es: ¿Un inspector en cada esquina o una ciudad cubierta de lomadas será la solución? Difícilmente, ya que los violadores contumaces de las normas simplemente buscarán otra forma de exponerse y exponer a los demás a las graves consecuencias de los siniestros de tránsito, sin mencionar la extendida y molesta costumbre de utilizar escapes libres.
Un tránsito desordenado no es un problema en sí mismo, descontextualizado de otros fenómenos sociales, sino una expresión más de una sociedad que tiende paulatinamente a la pérdida de valores, a la cultura individualista de “sálvese quien pueda”. Una persona que, al volante de su lujoso automóvil, arroja basura en los alrededores de la ciudad o conduce hablando por celular; un infractor que lesiona gravemente a una anciana en su intento por robarle la cartera; el empleado de un comercio que no responde a nuestro saludo o quien simplemente arroja un envoltorio en la calle. Todos, aunque aparentemente inconexos, son hechos que abrevan en el mismo proceso de pérdida de valores en que se inserta el tránsito, ya que sería imposible pensar en una sociedad insensible donde las personas se comportaran respetuosamente al volante.
El problema del tránsito no tendrá solución hasta tanto no haya un replanteo respecto a qué sociedad queremos; basada en qué valores. Llegará el día en que la Intendencia coloque un inspector en cada esquina, multiplique las multas y las incautaciones. Quizá entonces comprendamos que esta problemática no era más que otro síntoma de una sociedad en crisis.


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