Paysandú, Viernes 25 de Marzo de 2011
Locales | 25 Mar Siempre de mano extendida, mirada profunda y permanente sonrisa. Su pasado familiar habla de un fuerte compromiso con la comunidad. Cada vez que hemos visitado su comercio --en Estación Porvenir-- nos ha sorprendido con una nueva y ocurrente anécdota. Pero esta vez fuimos en procura de su historia familiar.
Don Antolín Moraga (69), se animó a rememorar tiempos que marcaron definitivamente a un puñado de hombres y mujeres, quienes no andaban con vueltas si de hacer cosas por el pueblo se trataba. Hace 60 años que es comerciante y el mostrador fue y es su principal nexo con el vecino. Un par de preguntas fueron suficientes para que Moraga citara intensos capítulos referidos a un comercio, una plazoleta, un estadio de fútbol, una capilla y un salón para fiestas. Todo concretado gracias al impulso de su padre, de quien heredó el nombre Antolín.
Su abuela, Eduviges Moraga, tuvo chacra en la zona de Guaviyú --cerca de lo que más tarde sería el centro termal-- donde se dedicó a la agricultura, hasta quedar viuda. En 1911 y en cercanías de Parada Esperanza, doña Eduviges dio a luz a Antolín, padre de nuestro entrevistado.
“A los 15 años mi padre se vino para Estación Porvenir junto a su madre. Estudió en Paysandú, en el Colegio Don Bosco. Era un muchacho que hacía todo tipo de trabajo. Por el año 1930 y con 17 años cumplidos se desempeñó como empleado del comercio de Santiago Garafoni. Cierto día, el hombre le dijo que si se portaba bien, dentro de diez años lo habilitaba. Eso quería decir que podía hacer carrera como comerciante. Las dos partes habían cumplido y al término de esa década lo llama el escribano Brandao Sosa para que se hiciera cargo del comercio de don Garafoni. Se hizo una escritura de hipoteca en la que rezaba que si andaba bien y pagaba, se quedaba con el comercio, cosa que posteriormente ocurrió. Era una especie de casa de ramos generales que se erigía frente del viejo camino, detrás de la vía de ferrocarril”.
Por aquel entonces el negocio era diferente. “Se compraba cereales, semillas, alfalfa y de todo. Pero, cuando yo lo conocí ya era un comercio de venta de productos y mercaderías”, añadió Moraga.
Antolín y su hermano Raúl (ya fallecido) se vincularon al almacén a muy temprana edad.
“Éramos unos niños, en tiempos en los que la escuela era hasta cuarto año. Por eso a los nueve ya nos entreverábamos en los quehaceres del comercio”, comentó nuestro entrevistado, quien reflexionó sobre otros tiempos, cuando la gente se concentraba más en el ámbito rural. “Había más habitantes y por tal motivo más movimiento comercial”. En cuanto al legado de los Moraga en la comunidad de Estación Porvenir, Antolín aseguró que a su padre, desde joven, siempre le gustó la actividad social y el fútbol le permitió vincularse mucho con la gente. Era, un líder nato.
Fue en 1944, cuando cambiaron el trazado de la carretera, cuando emprendió una serie de obras que mejoraron considerablemente los alrededores de la localidad. “Sí, porque donde estamos ahora nosotros era puro campo. Por su actitud innovadora y emprendedora actuó en varias comisiones. Era un hombre de buenas ideas y de rápida concreción. Yo recuerdo que mi padre decía ‘vamos hacer tal cosa’ y todos estaban de acuerdo”.
La capilla es un claro ejemplo de este carácter emprendedor. En 1950 se colocó la piedra fundamental y en seis años se inauguró, en tanto se financió con la organización de festivales.
“En el caso de la plazoleta ‘Oscar Garrasino’, manejaba él mismo las máquinas, porque integraba la comisión. La obra la culminamos durante la gestión municipal del arquitecto Walter Belvisi. Pasaron 10 años y recuerdo que el busto de Artigas --hecho en bronce-- lo trajeron por tren”.
El comerciante también recordó épocas de gran movimiento comercial.
“Los campeonatos del fútbol de interligas, con transmisiones radiales en los tiempos de Ariel Peralta, las crónicas de EL TELEGRAFO y más tarde la presencia de Canal 3. La 39 y la 35 transmitían durante todo el día. Era una fiesta. Una cosa imponente. Sin alambrado olímpico con dos mil personas dentro del predio, algo maravilloso. El encuentro incluía almuerzo para las delegaciones, actos de inauguración. No menos importante resultaron las congregaciones en la capilla”.
Moraga subrayó que “es increíble, porque hoy tenemos adelanto de todo lo que podamos imaginar, pero falta lo que había antes, gente y compromiso. Desde 1966 estoy aquí y para mí es un gusto, porque además del vínculo comercial hay una excelente relación como vecino”, finalizó.
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