Paysandú, Sábado 26 de Marzo de 2011
Opinion | 19 Mar Seguramente a esta altura nadie puede siquiera dudar que estamos ante un grave descaecimiento en la calidad de nuestra enseñanza, con su mayor manifestación en Secundaria y que por ende también se transmite a la educación terciaria, lo que condiciona severamente el futuro del país.
Pero las coincidencias en este diagnóstico primario a la vez no quiere decir que haya propuestas o respuestas coincidentes sobre lo que se debe hacer, y realmente al respecto existen planteos realmente insólitos.
Por ejemplo, ante la pobrísima performance de nuestros estudiantes en las pruebas evaluatorias PISA, que ponen de relieve el escaso nivel de conocimiento en una escala internacional, un representante de los gremios en el Consejo de Secundaria propuso que hagamos nuestra propias pruebas PISA con menores exigencias, en un contexto regional, cosa de quedar mejor ubicados, que es lo mismo que hacerse trampas al solitario.
Más recientemente, en el mismo sentido, y ante los bajos rendimientos en la enseñanza media, ha surgido como “propuesta” el bajar las exigencias para los estudiantes a través de hacer programas de estudio más light, eliminar las pruebas semestrales y permitir hasta cincuenta faltas por año, entre otras medidas similares que tiendan a ensanchar la base de tolerancia para retener a los estudiantes que de otra forma perderían el año. De esta forma se priorizaría a “la persona” –si es buena, se lleva bien con sus profesores y compañeros, tiene disposición aunque no asista a clases, etcétera-- por sobre sus conocimientos e idoneidad, lo que es inconcebible para cualquier centro de estudios.
“Soluciones” de este tipo indican que existe no solo resignación ante la impotencia para cambiar este estado de cosas, sino que se acepta lisa y llanamente una apuesta a la mediocridad en todos los órdenes, en promover el “masomenismo” generalizado, como una salida a no tener alternativas para este escenario. Se estaría dando el visto bueno a promover egresados semianalfabetos e ingreso al mercado laboral de jóvenes sin la preparación debida, así como para acceder a la educación terciaria a estudiantes que estarían lejos de estar debidamente preparados para afrontar esta nueva instancia en sus vidas. Es decir, se apunta a igualar hacia abajo para “engañar” las estadísticas, cuando éstas solo reflejan una realidad, a la que seguramente es más fácil ignorar que poner el esfuerzo y extremar la imaginación para realmente hacer algo valedero para cambiarla.
EDICIONES ANTERIORES
A partir del 01/07/2008
Mar / 2011
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Sa
Do
12
12
12
12
Diario El Telégrafo
18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com