Locales | 29 Mar Ante la grave crisis del sector, que se ha acentuado en los últimos meses, y una de cuyas manifestaciones más notorias es la situación que atraviesa la industria sanducera Paylana, la Asociación de Industrias Textiles del Uruguay (AITU) reclama que se aprueben medidas “urgentes” de apoyo al sector, sobre todo teniendo en cuenta que existe desde hace tiempo un proyecto de ley en el Parlamento referido a esta problemática y que no ha sido aprobado todavía.
El presidente de esta gremial, Norberto Cibils, indicó que la tendencia actual es que el sector siga decayendo, con cierre de empresas y mayor desocupación, y recordó que la industria textil uruguaya está integrada por lavaderos y peinadurías de lana (tops), hilanderías y tejedurías de lana peinada y cardada y mezclas, hilanderías y tejedurías de algodón y mezclas, de tejido plano y tejido de punto, tintorerías industriales, fábricas de grifas y etiquetas, de algodón hidrófilo y trapos de piso.
Asimismo los empresarios manifestaron su preocupación por el hecho de que año a año viene aumentando el volumen de ventas al exterior de lana sucia, al punto que en 2010 este sector exportó un 21 por ciento más que en 2009, en tanto paralelamente la caída del número de cabezas del rebaño sigue en forma sostenida, de acuerdo a lo manifestado por el titular de la AITU.
Pese a la menor producción, ha aumentado la exportación de lana sucia, especialmente a China y la India, lo que afecta a la industria local, según la óptica de los empresarios. Otro aspecto negativo para los textiles refiere al incesante aumento de los costos en dólares y en euros, como consecuencia de que en Uruguay hay inflación en dólares y han aumentado los aportes patronales, así como las remuneraciones salariales, a lo que se ha agregado la rebaja en la devolución de impuestos a las exportaciones, incrementos en los precios de la energía eléctrica, combustibles y sensible baja del tipo de cambio.
Estos elementos se conjugan para que en los hechos se esté castigando a la mano de obra uruguaya, reflexionó Cibils.