Paysandú, Domingo 03 de Abril de 2011
Opinion | 28 Mar Debe compartirse plenamente el razonamiento formulado por el presidente José Mujica hace pocos días, cuando en la Expoactiva de Mercedes, tal como lo hiciera el año anterior, recomendó a los productores no endeudarse, ante un escenario internacional que presenta múltiples incertidumbres, a la vez de señalar que el gobierno observa con preocupación el riesgo inflacionario.
“Siempre hay que tener una cuota de desconfianza”, sentenció el mandatario, y acotó que “el dulce pica los dientes, ojo con las cuentas”, en tanto recordó que “hace años que les digo que tengan cuidado. Los paisanos nos enamoramos de los fierros”, en tanto puntualizó que “hay que tener cuidado con la coyuntura internacional, no sabemos lo que va a pasar con Japón. Con el precio del petróleo la situación viene bien, pero más vale tener una cuota de desconfianza”.
El consejo del jefe de Estado no debería caer en saco roto, y refiere evidentemente a malas experiencias que no están lejanas en el tiempo, cuando en base a coyunturas favorables en el escenario internacional, muchos productores agropecuarios se endeudaron en base a inversiones y compras en algunos casos especulativas, confiando en que el escenario internacional perdurara, para encontrarse con que en un abrir y cerrar de ojos, ante la primera crisis, las expectativas se derrumbaron como castillo de naipes y los dejó en situación muy comprometida.
Precisamente la recomposición del sector agropecuario se ha dado en el último lustro, fundamentalmente, y tuvo en gran medida como eje las compras masivas de campos por productores argentinos ante un favorable escenario internacional, con precios en alza de los commodities, que permitieron que por una u otra vía, por arrendamientos o venta parcial de campos en algunos casos y mayores ingresos, el sector haya encontrado un perfil favorable.
Pero la situación internacional es cambiante; en el caso de los productos uruguayos de exportación, éstos son fuertemente dependientes de los valores de las materias primas, lo que genera bonanzas como la actual cuando se sostienen en elevados valores, pero al mismo tiempo se pueden generar crisis si se derrumban los precios, desde que nuestras exportaciones no tienen la suficiente diversificación como para estar más o menos a cubierto de estos avatares.
Ahora, si bien es pertinente el sano consejo de Mujica a los productores, corresponde por otro lado formular la pregunta de si el gobierno por su lado también se ocupa de hacer bien los deberes para que los avatares internacionales no afecten al país cuando cambie el escenario, por cuanto en esta generación de condiciones no son solo los privados los que deben ser prudentes y ocuparse del futuro.
En el caso de los productores y otros agentes privados, la prudencia al fin de cuentas debería ser parte de su lucha diaria para subsistir, por cuanto la vida de sus emprendimientos depende de la visión para asumir riesgos medidos a fin de buscar rentabilidad y sustentabilidad para no desaparecer.
Pero el Estado, que administra el dinero de todos los uruguayos, de los impuestos que todos dejamos en las ventanillas de los organismos estatales no sin poco sacrificio, debería ser el primero en aplicar las mismas recomendaciones que planteara el presidente Mujica en la Expoactiva. Lamentablemente, debemos convenir en que su gobierno, como lo hiciera antes el de su antecesor Tabaré Vázquez, está haciendo precisamente todo lo que contrario de lo que intentó transmitir el titular del Poder Ejecutivo.
Y si bien en este caso no se trata de un endeudamiento, en realidad el gobierno se ha gastado y/o comprometido a gastar todo el ingreso extra que proviene de la situación coyuntural favorable y que ha determinado un significativo aumento de la recaudación por la mayor actividad económica, a través de un presupuesto quinquenal que no solo ha destinado más dinero para gastos de funcionamiento del Estado y en mucho menor medida para inversiones, sino también para nuevos aumentos salariales y otros compromisos que se integran al grupo de costos fijos. Estos deben sostenerse tanto en tiempos de vacas gordas como de crisis, y por lo tanto someten a todos los ciudadanos a la obligación de sacar jugo de un ladrillo, si llegara el caso, para financiar estos compromisos.
Es decir que en lugar de ser prudente con el manejo del dinero, el gobierno se ha gastado todo y no ha mejorado la situación fiscal, lo que quiere decir que lejos de ahorrar para cuando las cosas cambien –lo que nadie quiere, por supuesto, pero está dentro de las posibilidades— y generar así un colchón de recursos que permitan hacer frente al vendaval, seguimos expuestos a vicisitudes porque la Administración Mujica se ha regido por el viejo dicho de “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, en lugar de predicar con el ejemplo.
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