Paysandú, Domingo 03 de Abril de 2011
Opinion | 01 Abr Mientras sigue sin dilucidarse la crisis que afecta a la única empresa textil del país, la sanducera Paylana, siguen sin ser atendidos los reclamos que desde hace años formula la Asociación de Industrias Textiles del Uruguay (AITU), respecto a que se instrumenten medidas urgentes de apoyo a un sector en franco deterioro, las que incluso están contempladas en un proyecto de ley radicado en el Parlamento y que todavía no ha sido aprobado.
El presidente de la Asociación, Norberto Cibils, consideró que la tendencia actual es que el sector siga decayendo, con cierre de empresas y mayor desocupación, en una problemática que comprende a todos los subsectores, pero que se concentra fundamentalmente en las áreas que demandan mayor valor agregado, es decir hilanderías y tejedurías, en tanto están trabajando con otro perfil los grupos que preparan materia prima para su exportación, sobre todo a China e India, al tiempo que aumenta año a año el volumen de venta al exterior de lana sucia.
Esta sola mención alcanza para plantear en toda su crudeza la situación: estamos exportando cada vez más materia prima para que se industrialice en China y otros países asiáticos, en tanto somos desalojados de los mercados por la misma industria que estamos abasteciendo, lo que pone de relieve que nos estamos condenando a ser meros abastecedores de material en bruto en lugar de aplicar tecnología y mano de obra dentro de fronteras.
No puede extrañar por lo tanto que los sanduceros estemos asistiendo con impotencia a la semiparálisis que afecta desde hace tiempo a una empresa emblemática como Paylana, una de las sobrevivientes del Paysandú industrial que asomó sobre fines de la década del 40, con la mayoría de su personal en el Seguro por Desempleo y con un futuro muy comprometido por el endeudamiento, la falta de recursos para la compra de insumos y una restricción del crédito y los mercados.
Cibils subraya que entre los aspectos que generaron este estado de cosas en el sector, figura el incesante aumento de los costos en dólares para la industria en general y este sector en particular, así como el incremento en los aportes patronales y en los salarios, la rebaja en la devolución de impuestos a las exportaciones, el alto costo e incesante aumento en los precios de la energía eléctrica, los combustibles, y una notoria y sostenida baja en el tipo de cambio, que también conspira contra la competitividad de nuestros productos terminados.
En el caso de Paylana, a esta altura la última empresa textil del Uruguay, procura sobrevivir en el marco de un escenario internacional adverso, donde la ecuación calidad-precio se ha inclinado marcadamente por el último factor a partir de la irrupción de los gigantes asiáticos en los mercados, con su producción a gran escala que opera como elemento decisivo en la escena internacional.
La incertidumbre es el común denominador para unas seiscientas familias sanduceras que dependen directamente de la fábrica, pero que se extiende a más de mil con los empleos indirectos, y consecuentemente aporta un porcentaje significativo del producto bruto del departamento y el reciclaje de dinero en la plaza sanducera. Mientras tanto, continuamos esperando la respuesta gubernamental a la problemática de todo el sector y, en el caso particular de Paylana, que se dilucide la negociación con el inversor privado aparentemente interesado en la compra y/o gestión con el Banco de la República como acreedor principal, con veinte millones de dólares. Esta es una suma ínfima respecto a las decenas de millones de dólares que en el presente gobierno el Estado ha volcado hacia el complejo sucroalcoholero de Bella Unión, sin ninguna garantía de rentabilidad y que hasta ahora sigue dando pérdidas, en apuesta a la explotación de una materia prima como la caña de azúcar, que probadamente no sirve para nuestro país porque no están dadas las condiciones naturales para que tenga los rindes que se dan en los lugares de donde es originaria, es decir las zonas tropicales, y por lo tanto con costos que duplican o triplican a los de Brasil.
Si se tuviera el mismo criterio que se ha puesto de relieve para favorecer a ALUR, por razones político ideológicas, actualmente se debería estar encarando y financiando por el Estado la recreación del cultivo de remolacha azucarera, que en principio tampoco es rentable para el productor, pero que sería vital para Paysandú desde el punto de vista socioeconómico.
Con mucho menos dinero se está en condiciones de recuperar Paylana, naturalmente, donde además la inyección de capital y gestión es fundamental, pero a la que a la vez, como al resto de los subsectores, no se la debe dejar huérfana de apoyo, y para ello resulta clave mejorar los instrumentos para el desenvolvimiento de la industria, a través de medidas como las que está reclamando la AITU en particular y la industria en general.
El costo país castiga duramente al trabajo nacional y está sistemáticamente erosionando la rentabilidad y competitividad de empresas que arriesgaron y apostaron al país, que han invertido y que son postergadas por decisiones que van maquillando la situación, sin aportar soluciones.
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