Paysandú, Lunes 11 de Abril de 2011
Opinion | 06 Abr En Uruguay se venden por día 300 motos de baja cilindrada, lo que sumará al final del año otras 110.000 unidades, como ocurriera el año pasado. En Paysandú se venden unas 25 unidades por día, lo que sumará más de nueve mil al año a las ya existentes 40.000, según estimaciones. Con esas cifras, es comprensible que en el ochenta por ciento de los accidentes estén involucradas motos. O que del total de muertos en todo el país, la mitad viajaba en moto.
Sin dudas que hay una parte de motociclistas que irrespetan las normas de tránsito y que cometen imprudencias. En cierta medida ellos son responsables del caos que el tránsito se está convirtiendo en todo el país, incluso en comunidades pequeñas, donde los vecinos claman por más y más lomadas con la intención de obligar a reducir la velocidad de los imprudentes, pero también es cierto que la ley de probabilidades juega en contra.
Quienes viajan en una moto, aun cuando manejen responsablemente, están expuestos a mayores riesgos. Por tanto, eso aumenta la cantidad de accidentes en los que estos vehículos se ven involucrados.
Los expertos afirman que la venta de motociclistas ha superado los límites razonables de seguridad y que el incremento en la cantidad de unidades vendidas tendrá necesaria consecuencia en el número de accidentes y de muertos.
Si eso es cierto, no es obviamente responsabilidad de la población que, debido al relativo bajo costo de las motos, mayoritariamente puede acceder a este medio de transporte. Seguramente muchos de quienes compran motos quedarían más satisfechos si pudieran acceder a un auto, lo que mejoraría el tránsito y lo haría más seguro.
Pero en un mercado donde el 49% del precio de venta de un auto corresponde a impuestos, aunque ese porcentaje se reduce a 39% si los vehículos vienen de Brasil, Argentina o México, porque bajan los aranceles a la importación, eso parece una utopía. En este mismo mercado, la gasolina tiene un 44% de impuestos.
Peor todavía, el mercado de automóviles usados se encuentra sobrevaluado, por lo que quienes podrían acceder a un automóvil si su precio fuera similar al del mercado internacional, deben contentarse con una moto.
La situación es compleja, pero se hace imprescindible que el Estado tome medidas urgentes, tendientes a regular el mercado automotor. La abundancia de motos solo indica que es a lo que mejor se puede acceder. Más allá de políticas educativas en el tránsito y de mano dura para los transgresores, también es cierto que es necesario que nuestro mercado automotor tenga precios similares al internacional. También será una forma de evitar accidentes.
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