Paysandú, Domingo 17 de Abril de 2011
Opinion | 12 Abr En toda economía donde hay áreas cuyo desarrollo se “dispara” fuera de las previsiones, incluso las más optimistas, surgen “cuellos de botella” que pueden condicionar severamente el desenvolvimiento de los sectores que obran como motor del crecimiento y consecuentemente hacer las veces de freno de este impulso.
Desde hace pocos años, en el marco de un escenario internacional en el que los commodities tenían un valor muy relativo, con el ingreso “feroz” de China como demandante de materia prima, incluyendo soja, el cultivo de mayor protagonismo en el “boom agrícola” de Uruguay y la región, la producción ha seguido un sostenido aumento en el país, a partir sobre todo de las inversiones de argentinos en los campos de mejores tierras del Litoral, y este factor ha tenido una fuerte incidencia en la bonanza económica que nos beneficia.
Pero claro, este impulso de la inversión, que ha sido determinante para que año a año se incorporen decenas de miles de hectáreas para la producción agrícola, como ha sido el caso de los últimos veinte años de las implantaciones forestales, no ha sido acompañado con la creación de infraestructura imprescindible para que no colapsaran las instalaciones existentes hasta entonces, asimiladas a las exigencia de una producción mucho menor. Es evidente que en este contexto surgen claramente las deficiencias en capacidad de almacenaje, caminos internos de acceso a la producción, el deterioro del ferrocarril como factor de transporte carretero más barato, y accesos a los puertos cercanos a las áreas agrícolas, que se agregan a instalaciones y posibilidades de trabajo de los puertos de exportación, como es el de Nuevo Palmira.
Esto equivale a entrar en una guerra con un poderoso ejército y no tener líneas de abastecimiento: habrá triunfos efímeros pero con el desenlace inevitable de perder luego batalla tras batalla por inanición. Tenemos por lo tanto grandes volúmenes de granos, que triplican o cuadriplican las cosechas de hace una década, pero con una infraestructura que apenas ha mejorado respecto a la de entonces, y por lo tanto no puede extrañar que los operadores estén condicionados a la hora de sacar la producción a los lugares de destino en tiempo y forma.
Eduardo Blassina, integrante de una consultora especializada en temas agropecuarios, adelantó a El Observador que a partir de la semana anterior adquirieron ritmo pleno los trabajos de cosecha de una nueva zafra de soja en el Uruguay, en la que es la mayor área trillada histórica de cualquier cultivo en el Uruguay, con aproximadamente un millón de hectáreas, que generarán 1,7 millones de toneladas en los campos, de las cuales casi la totalidad se volcarán a la exportación.
Estamos por lo tanto ante el desafío de transportar casi dos millones de toneladas de granos desde las chacras hasta la China, su casi exclusivo destino en el exterior, junto con países europeos, con una infraestructura dimensionada para una realidad muy diferente en cuanto a volúmenes y urgencias, y con el agravante de que por algunas semanas las tareas se harán en paralelo a los trabajos vinculados al arroz, que tiene a su vez otra zafra récord, con algo más de 8.000 kilos por hectárea en una superficie de casi doscientas mil hectáreas y por lo tanto un volumen total estimado en 1,5 millones de toneladas.
Así planteadas las cosas, nos encontramos con que es preciso sacar desde las chacras unos tres millones de toneladas en un período muy perentorio. Debe tenerse presente, señala Blassina, que la coordinación es fundamental para sacar la cosecha, puesto que si cuando llega, el barco no puede cargar, el costo es enorme, y así cada día de espera es de unos 40.000 dólares adicionales, que alguien debe pagar.
El puerto de Nueva Palmira ya ha colapsado, si se tiene presente que no solo es el receptor de la mayor parte de esta cosecha, sino que a la vez canaliza la que viene de Paraguay, y así nos encontramos con largas filas de camiones a la espera de descargar, haciendo a la vez las veces de silos durante horas y días. Para colmo, Paraguay está logrando este año cosechas récord de soja, lo que agravará el desafío para la infraestructura que rodea a Nueva Palmira, si se tiene en cuenta que ya está demorada la salida del arroz por problemas gremiales de trabajadores camioneros y portuarios.
Sin dudas que está planteado un grave desafío logístico para sacar los granos, lo que demanda respuestas en el corto, mediano y largo plazo, por cuanto las carreteras se han ido deteriorando, mientras cada año aumenta en un 30 por ciento el número de camiones que por ellas circulan, y el ferrocarril sigue faltando a la cita.
La falta de dragado en el río Uruguay condiciona a Fray Bentos y Paysandú, por donde se espera complementar cargas no solo por barcazas, sino también por buques de ultramar que podrían recoger hasta más de media carga en las zonas agrícolas, de contarse con profundidad suficiente.
Estamos ante problemas sin resolver, para los que se van encaminando algunas soluciones. Esto es positivo, pero a un ritmo que en el mejor de los casos augura que pasarán todavía algunos años en los que la brecha se seguirá acentuando, con paliativos e improvisaciones producto de nuestro subdesarrollo, pero con el consuelo de que tal vez estemos ante dolores de parto, intrínsecos al crecimiento y ya con algunas soluciones a la vista.
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