Paysandú, Lunes 18 de Abril de 2011

Una apuesta que hay que potenciar

Opinion | 17 Abr Es notorio que a partir de un desafío que va creciendo con el paso de los años, el abastecimiento energético requiere de respuestas que permitan generar una potencia de respaldo que nos ponga a cubierto de avatares, en un país en el que las inversiones en represas hidroeléctricas están prácticamente agotadas por la propia naturaleza y hay pocas opciones para acometer, por lo que en este sentido es de descartar cualquier “gran” emprendimiento de las características de Salto Grande o Rincón del Bonete.
Por lo demás, la eventual apuesta a la energía nuclear, con todos sus pro y sus contras, ha quedado en stand by a partir de la grave crisis desatada en Japón, tras el terremoto y tsunami que seguramente tendrá consecuencias por varios años en cuanto a proyectos de centrales nucleares en todo el mundo. Si ya merecía reservas esta posibilidad en Uruguay, donde no producimos materia prima para hacerla funcionar, no contamos con tecnología y a la vez la capacidad de una instalación de estas características requiere de una demanda mucho mayor a la nuestra para ser viable, en principio, convendremos que el adicional del riesgo maximizado por Fukushima obrará por varios años como factor disuasorio.
Y más allá de los desechos forestales, el viento y el sol como propulsores en proyectos incipientes o ya en marcha, aunque en volumen muy modesto, existen otras alternativas, como es el caso de la explotación de la basura que hasta ahora la tenemos solo como liberadora de gas metano contaminante a la atmósfera, en lugar de aprovechar para producir energía.
En Europa, sobre todo en Alemania, se han construido desde hace décadas generadores domésticos y locales para obtener gas en establecimientos como granjas y tambos, a efectos de aprovechar la descomposición de excrementos y otros desechos animales, lo que permite a la vez reducir la demanda eléctrica para calefacción y otros requerimientos.
No es ningún descubrimiento que de la descomposición de la basura se genera gas metano, que se utiliza para impulsar generadores eléctricos que a su vez abastecen ciudades enteras, e incluso en Paysandú, la Intendencia Departamental ha recibido planteos de empresarios dispuestos a invertir en emprendimientos de estas características en el vertedero, lo que permitiría atacar dos problemas al mismo tiempo: la producción de electricidad y la disposición de los residuos.
Para ello es limitada la capacidad de maniobra de un gobierno municipal en cuanto a ofrecer atractivos adicionales para estos emprendimientos, más allá de facilitar el acceso a la materia prima y alguna exoneración de carácter municipal, entre otros aspectos menores. El gran catalizador de estas inversiones debe ser el gobierno nacional, que cuenta con herramientas a su alcance para proveer este tipo de inversiones, como exoneraciones impositivas para la importación y/o construcción de equipos para este destino, así como para el funcionamiento y gestión, entre otras posibilidades.
En este contexto debe evaluarse positivamente que el gobierno haya decidido adquirir mayor protagonismo en cuanto a la gestión de los residuos con fines energéticos, y respecto a este tema, según da cuenta El Observador, la ministra de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Graciela Muslera, efectuó una presentación en el último Consejo de Ministros y dejó en claro que hay que adoptar medidas cuanto antes y abordar la problemática con una estrategia a nivel nacional.
La principal apuesta que el gobierno tiene entre manos es desarrollar proyectos que permitan generar energía a partir de la basura, y al respecto puso como ejemplo el programa de estas características que ya funciona en Maldonado, pero ahora el interés es extenderlo al resto del país.
El subsecretario de Vivienda, Jorge Patrone, subrayó que “transformar en energía lo que hoy es puro gasto traería muchos beneficios”, desde que por un lado masificar programas de este tipo ayudaría a solucionar el destino final de los residuos, reduciendo el tamaño y la contaminación de los vertederos, y al mismo tiempo sería un aporte energético, todas soluciones que vienen de la mano.
Ocurre que hasta ahora la inversión en Maldonado es deficitaria, aunque se confía en revertir la situación en un plazo más o menos razonable.
El quid del asunto está en vender la energía producida a UTE, para lo que se necesitaría en principio algún subsidio –tal vez del monto, al fin de cuentas, del que se paga a los países vecinos cuando se importa energía, por lo que no estamos ante una ecuación lineal— pero teniendo en cuenta el área estratégica de que se trata, debería buscarse un abordaje conjunto ente las comunas y el gobierno nacional para promover esquemas que ofrezcan sustentabilidad a estos emprendimientos, como una forma de reducir nuestra dependencia energética y atacar al mismo tiempo un problema de vieja data, al que hasta ahora solo se la han encontrado paliativos, como es el de la disposición final de los residuos.


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