Paysandú, Lunes 18 de Abril de 2011

Cuestionada... otra vez

Opinion | 18 Abr La seguridad de los centros del INAU está nuevamente en el ojo de la tormenta. Ocho menores internados por delitos graves --homicidios, copamientos y rapiñas-- se fugaron la semana pasada de centros del INAU, cuatro de ellos del Centro de Medidas Cautelares, un establecimiento de alta seguridad inaugurado hace pocos días.
El gerente del Sistema de Ejecución de Medidas a Jóvenes en Infracción, Jorge Jouroff, admitió con sorpresa que los menores “cortaron los barrotes de un edificio que es muy nuevo”, y no se explica cómo lo lograron si se efectuaron las revisiones correspondientes a los familiares y las requisas del centro como lo marca el reglamento. Jouroff ordenó una investigación administrativa para determinar cómo ingresaron la o las sierras al nuevo centro que usaron los menores para fugarse. También se inició una investigación policial con la participación de Policía Técnica.
No es novedad que las fugas de los centros del INAU son moneda corriente. El año pasado se produjeron 800 fugas de los hogares de la Colonia Berro. El 47% de los 731 menores considerados infractores por la Justicia fueron remitidos a los hogares con privación de libertad del INAU. Al 53% restante se le aplicó medidas no privativas de libertad, según estadísticas del directorio del organismo.
Si bien las fugas son “normales” en los hogares, se esperaba que el nuevo centro en Montevideo lograra contener a los menores infractores, en un edificio en excelentes condiciones, con ambientes dignos y adecuados. Pero la alegría duró poco para las autoridades del INAU y, con estas fugas como antecedentes, deberán repensar las medidas de seguridad en este centro.
Las fugas se producen en medio de un debate político y popular sobre la conveniencia o no de bajar la edad de imputabilidad de los menores infractores de 18 a 16 años y las medidas de seguridad en los centros. Sin embargo, el polémico tema, del que nadie puede ser indiferente, no solamente se relaciona con la edad en que los menores infractores deben ser “encerrados” cuando comenten delitos graves, sino también con las necesarias acciones para la rehabilitación en los centros, a lo que deben aspirar las autoridades del INAU y del gobierno. La rehabilitación de estos jóvenes, que en la mayoría de los casos provienen de hogares de bajos recursos y de familias disgregadas, debe contar con tres bases que son fundamentales dentro de los centros: estudio, trabajo y deportes. Ninguno de estos aspectos debe faltar, a los que también se les debe sumar el apoyo psicológico. Sólo así se podrá construir una sociedad más segura, mejor.


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