Paysandú, Sábado 23 de Abril de 2011
Opinion | 23 Abr Sin dudas que la reactivación de AFE, pero sobre todo a partir de una reestructura ya impostergable, es un tema pendiente desde hace muchos años y que estuvo a punto de materializarse durante la Administración Vázquez, pero que se frustró debido a resistencias internas en la coalición de izquierdas, pese a que está en proceso un proyecto de coparticipación con inversores privados, teniendo en cuenta el papel decisivo que debería desempeñar el ente en apoyo a producciones alejadas de los puertos de salida.
La apuesta del gobierno de José Mujica apunta también en este sentido y, entre otros posibles instrumentos para cumplir este fin, figura el proyecto de ley de Participación Público Privada, lo que no quita que a la vez también esté en carpeta la idea de incorporar un proyecto específico para repotenciar AFE.
Igualmente, subsisten puntos de vista encontrados en el seno de la fuerza de gobierno, al punto que hay tres proyectos en danza, de acuerdo a la información recogida por El Observador: uno que elaboraron en conjunto los ministerios de Transporte y Obras Públicas y de Economía y Finanzas, otro que presentó por su cuenta el vicepresidente de AFE, Juan Silveira, y un tercero que prepara el Movimiento de Participación Popular (MPP).
Las visiones contrapuestas refieren a la naturaleza que debería tener el ente del riel en esta nueva etapa, desde que hay quienes prefieren mantener AFE como está y otros consideran que hay que dividirla, creando un ente regulador por un lado y una empresa pública de derecho privado por otro. Esta empresa se encargaría solo del transporte ferroviario, es decir sin tener en su competencia el mantenimiento de las vías y lo haría en asociación con capitales privados, de acuerdo al proyecto del MTOP y del Ministerio de Economía, que es la vez rechazado por el vicepresidente de AFE, por el sindicato del ente, por el Partido Comunista, el Partido Socialista y el MPP.
Asimismo, los mencionados ministerios consideran que con la mitad de los poco más de mil funcionarios que hoy tiene el ente alcanza para hacer funcionar el nuevo organismo regulador y la nueva empresa de derecho privado, que hasta tiene nombre: Ferrosur.
En tanto, Silveira en su proyecto plantea mantener unos mil funcionarios, pero no considera dividir AFE y mucho menos crear una empresa de derecho privado, sin descartar la posibilidad de una asociación con capitales privados para proyectos puntuales.
Y mientras la idea de Silveira de “cortarse solo” no ha caído bien en el gobierno ni en el Directorio de AFE, el presidente José Mujica reclamó recientemente ante el Consejo de Ministros una solución urgente porque el ente hace perder millones de dólares por mes al país, los que sumarán casi cuarenta millones en todo el año, y consideró que el mes próximo debe surgir de la fuerza de gobierno un proyecto único al Parlamento.
A esta altura nadie puede cuestionar la necesidad de contar con un ferrocarril activo y eficiente para potenciar la logística en que se apoya la producción de grandes volúmenes y bajo valor relativo, como es la forestal y la agrícola. Sin dudas que si en nuestro país el ferrocarril estuviera actualizado tecnológicamente, con suficientes recursos materiales humanos y gestionado adecuadamente, el Uruguay contaría con una logística que lo estaría situando en la vanguardia regional a efectos de la extracción de materia prima desde los lugares de producción hacia los puertos de salida, lo que equivaldría a mejorar la competitividad y contar con una mejor posición para el desarrollo del transporte multimodal.
Lamentablemente tenemos un ferrocarril que prácticamente no transporta cargas ni pasajeros, y cuya presencia es meramente testimonial en áreas en las que debería ser decisivo para el transporte de la producción, lo que explica que se esté en plena evaluación de como abordar las grandes reformas que se necesitan en el ente para hacerlo funcional a los requerimientos del país.
Y no puede estar ajeno a esta evaluación el hecho de que el Estado no está en condiciones de volcar a su reestructura los cientos de millones de dólares que requiere como inversión para ponerlo a tono con los tiempos. Por ello, su renacimiento solo puede ser posible a través de la conjunción de esfuerzos público-privados, y es de esperar que esta vez surja un proyecto viable y realista, con sólido apoyo parlamentario y que por fin el ferrocarril pueda integrarse a la cruzada nacional por el crecimiento con desarrollo.
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