Paysandú, Domingo 24 de Abril de 2011
Opinion | 19 Abr En las últimas décadas los sanduceros hemos visto cómo poco a poco todo aquello que nos distinguía entre los departamentos del Interior, se ha ido desmantelando, perdiendo vigencia o retrocediendo, muchas veces por factores externos y otras por no haber sabido defender lo que tenemos en el momento oportuno.
Así, el puerto fue quedándose sin cargas, mientras los pasos de Casa Blanca se iban tapando de sedimentos y la producción de remolacha que daba trabajo de buena calidad a miles de sanduceros cesó; Norteña, la cerveza que lucía orgullosamente impresa la bandera de Paysandú en su etiqueta, pasó a producirse en el sur del país por su principal competidora; la otrora principal exportadora del país, Paycueros, apenas subsiste mientras otro ícono de la industria local, Paylana, busca desesperadamente capitales que se hagan cargo de su deuda, cuando ya resulta impagable y carece de mercados en donde sus productos de alta calidad resulten competitivos.
Nada de ello ocurrió de un día para otro, cada cosa llevó un proceso de decaimiento durante el cual cada acción --o inacción-- se justificaba en cuestiones de mercado, modernismo o practicidad, pero lo cierto es que lo que acá ya no sirvió más sigue funcionando todavía en otros puntos del país o en la región. A modo de ejemplo, la remolacha azucarera se volvió inviable en Paysandú tras la apertura regional de mercados del Mercosur, pero en cambio se sigue produciendo en Chile, al tiempo que actualmente en Uruguay se subsidia con decenas de millones de dólares anuales a ALUR en un proyecto sucroalcoholero que no es sustentable.
Hace apenas unos meses recibimos una noticia que va en la misma línea --lamentablemente negativa-- de parte del ministro de Defensa, Luis Rosadilla, respecto al aeropuerto “Tydeo Larre Borges”, el cual por decisión política perdería su carácter internacional. Esto se debe principalmente a que, visto el escaso movimiento que presentan la mayoría de las terminales aéreas del Interior y las distancias relativamente pequeñas que las separan, se habría optado por potenciar a solo ocho de ellas en todo el país, de acuerdo a un plan estratégico trazado por el actual Gobierno. El planteo resulta razonable y compartible, si no fuera que hay algunos aspectos que quizás no fueron ponderados en su justa medida, en detrimento de nuestro aeropuerto y de Paysandú como región y polo logístico, sin considerar lo que podemos llegar a perder junto con el carácter “internacional” del aeropuerto local.
En primer lugar, no es cierto que el “Tydeo Larre Borges” está muerto, y que “no viene nadie”. Es verdad que no tenemos vuelo de línea ni siquiera hacia Montevideo --al menos por el momento--, y no parece probable que en el corto plazo lleguen aviones de pasajeros provenientes de otros países, pero sí es usado muy frecuentemente por empresarios que arriban a Paysandú para hacer negocios importantes en el área forestal, industrial y agrícola. También es utilizado por aviones de UPM, porque éste es el aeropuerto internacional más cercano a Fray Bentos y cuenta con mejores vías de comunicación, ya que el otro que le sigue está en Colonia. Es decir que hacia el norte tenemos a Salto a apenas 120 kilómetros, con lo cual podría suponerse que con éste está cubierta la región, pero de desaparecer Paysandú se vería perjudicada una extensión que va desde nuestra ciudad hasta Colonia a 300 kilómetros.
Por otra parte, un polo logístico es mucho más que un puerto, rutas, puentes o nodo de vías; incluye un conjunto de facilidades donde las comunicaciones son determinantes. En ese sentido Paysandú y el Estado han hecho una apuesta muy fuerte recuperando el puerto, buscando mejorar la infraestructura vial que nos conecta con Brasil y la región, y mientras se pretende potenciar el movimiento internacional de cargas por el puente “General Artigas”. Un aeropuerto internacional es parte importante de un “polo logístico” y no se sabrán las consecuencias de no contar con él hasta haberlo perdido. Además, puede que hoy las operaciones de la terminal sanducera sean pocas, pero así, como hace 30 años parecía que el puerto jamás volvería a ser útil a Paysandú, y hoy vemos cómo gracias a él una industria sigue funcionando y cada vez mueve mayor volumen de cargas, en un futuro quizás no tan lejano sea imprescindible contar con un aeropuerto que permita que los inversores lleguen vía aérea directamente hasta aquí, sin escalas, donde puedan hacer los trámites de Aduanas y Migración para concretar negocios en pocas horas, algo que de hecho ya ocurre.
Por otra parte, debemos recordar que en los últimos 20 años Paysandú ha invertido varios millones de dólares en construir una pista pavimentada de 1.500 metros de extensión, con capacidad para operar aviones jet de mediano porte, al igual que en balizamiento y equipos de comunicación, justamente para estar dentro de los mínimos requeridos para seguir siendo “internacional”. Hoy hace falta una fracción de ese dinero para que el esfuerzo no haya sido en vano.
Quizás un cinco por ciento del presupuesto que destinará el Estado para mejorar los ocho aeropuertos ya “elegidos” sea suficiente para adecuar el nuestro, y mantenerlo no insume gastos mayores. Por todo esto, Paysandú no puede permitirse quedar afuera.
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