Paysandú, Viernes 29 de Abril de 2011
Opinion | 26 Abr Un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) analizó la incidencia de las computadoras en la educación y criticó el Plan Ceibal, ante una serie de falencias que indican que hubo mucha improvisación y apuro para instrumentar este plan en su momento, sin que al mismo tiempo y en forma complementaria se trabajara en áreas de apoyo a efectos de hacer sustentable esta iniciativa bien intencionada, por supuesto, para que niños y jóvenes se asomaran desde temprana edad al mundo de la informática.
Un aspecto clave --y que no se abordó-- era precisamente capacitar a la masa de docentes para realmente obtener el máximo provecho de que cada niño tuviera su XO, le diera el mejor uso posible y fuera realmente un aporte invalorable para su educación.
En este informe el organismo internacional señaló como una de las falencias precisamente el no haber capacitado a los docentes y afirmó que “dotar a los planteles de más máquinas hará poco para mejorar la calidad de la enseñanza”.
El informe “Escuelas y computadoras: por qué los gobiernos deben hacer su tarea”, el BID sostiene que “dotar a los planteles educativos de más computadoras hará poco para mejorar la calidad de la enseñanza en América Latina y el Caribe, a menos que los países inviertan en la capacitación de los docentes y en el software educativo”.
El estudio plantea incluso una “versión mejorada” del Plan Ceibal que “es similar al programa estándar de una computadora portátil por estudiante, pero se diferencia en la intensidad de la capacitación que se imparte a los docentes e incluye el uso de software didáctico”.
El uso de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC) en la educación “puede ser muy costoso y puede excluir importantes programas alternativos que ya registran resultados significativos”, indica Alberto Chong, coordinador general del mencionado estudio.
Asimismo, considera que “los países no pueden pensar que van a mejorar el aprendizaje de los alumnos simplemente creando acceso a computadoras. La calidad en el uso es crucial”.
Este es un aspecto que quedó soslayado de plano en la instrumentación acelerada del Plan Ceibal, y va en sintonía con reflexiones que en su momento expusiéramos en esta página de opinión de EL TELEGRAFO, respecto a que una iniciativa compartible en sus objetivos adolece de falencias que la han afectado y por supuesto ello se refleja en los resultados.
Es así que los investigadores realizaron ensayos de control sobre diversos proyectos de TIC en la región y descubrieron que “apenas el 14%” de los proyectos incluidos en la muestra se beneficiaron “considerablemente” de la adopción de las computadoras, mientras que el 57% obtuvo “beneficios parciales” y el 29% “un beneficio mínimo” al contar con estas herramientas para los alumnos en las aulas.
Asimismo “hay incertidumbres importantes en cuanto a los efectos potenciales de programas de amplia distribución de computadoras portátiles a alumnos”, ya que “los programas que pasan por alto la formación de los docentes y el desarrollo de programas de software pueden producir bajos resultados”.
Incluso si los niños “carecen de una supervisión constante de adultos en el hogar, pueden pasar más tiempo usando sus computadoras de formas que no contribuyen a su formación, en vez de hacer sus tareas”, indica el estudio, y este es un elemento fundamental que hemos expuesto en más de una oportunidad, porque esta es la esencia del aprendizaje, que no es cualquier cosa ni improvisar a lo que salga, sino que debe tener un sustento pedagógico que no puede sustituirse solo por las buenas intenciones.
En suma, el qué y el cómo van de la mano, y ante una idea corresponde evaluar cual es la mejor forma de llegar al objetivo, con el mejor asesoramiento posible, que en este caso correspondía a las autoridades de la enseñanza y el cuerpo docente, por más urgencia que se tuviera en generar realizaciones.
Para esto es imprescindible tomar un poco de distancia de la visión exitista del Plan Ceibal y determinar fehacientemente sus logros y sus fracasos, analizarlos y ponderarlos en su justa medida para sacar conclusiones desapasionadas, porque si bien es cierto que un 14% de alumnos beneficiados con la tecnología es mejor que nada, también es verdad que el esfuerzo bien vale mejores resultados.
Ocurre que como también surge del informe del BID, una inversión menor y más efectiva es la de las aulas de informática. “Darle a los alumnos capacitación para el uso de computadoras durante una o dos horas por semana ha tenido efectos positivos en el aprendizaje y las oportunidades de empleo. Esta puede ser una inversión más barata, especialmente para los países con recursos limitados”, agrega.
En cuanto a costos promedio, crear y mantener un “laboratorio de computación” en un centro educativo cuesta aproximadamente U$S 23 por alumno en América Latina, “muy por debajo de los U$S 217 por alumno que cuesta un programa que dota a cada niño de una computadora”, afirma el documento.
Lo que es peor, no se ha dado todavía en el seno de los promotores de la iniciativa, en este caso la ex Administración Vázquez, un intento serio de autocrítica sobre el plan, porque además no se han realizado evaluaciones neutrales sobre sus resultados principalmente porque no hay objetivos definidos, pese a que ahora se extiende a Secundaria, y ello genera un manto de duda sobre el saldo que quedará desde el punto de vista educativo de una experiencia que sólo es válida si se extraen enseñanzas y se corrigen errores, dondequiera que estén.
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