Paysandú, Domingo 01 de Mayo de 2011
Opinion | 29 Abr Se reúnen hoy en Durazno los Directores de Tránsito de todo el país. En tanto en Montevideo se integra esta tarde la Comisión Nacional por la Seguridad. Dos actividades que a priori no parecen tener conexión alguna pero que en realidad la tienen. Es que ambas persiguen la paz y la seguridad.
Uruguay tiene en el debe atender la seguridad en el tránsito y la seguridad y la paz en la sociedad. El crecimiento del parque automotor, especialmente el de dos ruedas, y la creciente ola de delitos, en su mayoría provocados por mayores de edad, pero con una incidencia en aumento de los menores, hace necesario pensar como comunidad nacional soluciones de fondo.
Y, en los dos casos, uno de los principales problemas es la falta de una legislación adaptada a la actualidad. Los directores de Tránsito, por ejemplo, no saben qué hacer con los vehículos incautados, pues no hay normas legales que los amparen para sacarlos a remate, por ejemplo, para cobrar la deuda adquirida por los infractores y saldo, si lo hubiera, fuera reintegrado al dueño.
En el caso de la seguridad ciudadana, si bien hay un marco penal que permite actuar contra los adultos, no hay nada establecido para aquellos adolescentes que cometen delitos graves, desde asesinatos a rapiñas y violaciones. Como si hubieran robado un caramelo en un kiosco, cumplen la mayoría de edad sin antecedente alguno.
Hay entonces interés de la sociedad porque se actúe en estos temas. Los accidentes de tránsito son una plaga de creciente impacto en la sociedad, con demasiadas muertes como para seguir mirando al costado. La inseguridad ciudadana tiene su máxima expresión en el castigo a menores infractores autores de delitos graves, pues ellos son los que salen para seguir cometiendo tropelías. Hay demasiadas vidas perdidas para no actuar.
Y más allá del debate, lo que faltan son leyes y decretos que permitan una mejor defensa de los hombres y mujeres que día a día simplemente viven en concordancia con las leyes y el respeto a las instituciones.
Los directores de Tránsito tienen en claro las soluciones que deben definirse a la brevedad, pero carecen de las herramientas políticas para llevarlas a la práctica. En tanto, el número de motos crece sin pausa en todo el país y el tránsito se vuelve sinónimo de caos.
Y el problema de los menores infractores sigue siendo discutido con posiciones radicales. La comisión espera poder coordinar acciones que arrojen luz sobre las verdaderas intenciones del proyecto. Temas claves, que merecen solución. Cuanto antes, mucho mejor.
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