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Paysandú, Sábado 07 de Mayo de 2011

ÁNGELA SUÁREZ El gusto por elarte culinario

Locales | 06 May Ángela Suárez nació en Salto y a los 13 años se mudó a villa Quebracho. Tiene cinco hermanos y su niñez y adolescencia estuvo marcada por el trabajo. Esta es parte de la historia de una mujer de 44 años que asumió a muy temprana edad el desafío de salir adelante con dedicación y entrega para alcanzar sus objetivos.
“Recuerdo que cuando era niña mis padres trabajaban mucho, no se podía estudiar y a mí me gustaba el estudio. Mis padres trabajaban en las zafras de las naranjas. Alcancé a completar la primaria, mientras que secundaría hice hasta segundo año. Yo siempre me encerraba con los libros, porque era algo que me encantaba. Me quedaba horas leyendo. Pensaba seguir física o química, era lo que más me atrapaba, pero no pudo ser”.
Comenzando la adolescencia tuvo que dejar de estudiar para salir a trabajar. “Sí, fue para arrancar uvas en campos cercanos a la villa. No teníamos mucho margen, había que hacerlo”. Contrajo matrimonio a los 16 y pasaron casi 30 años para que esta mujer retomara los estudios. Fue a instancias de los cursos FPV de la Escuela Técnica de UTU.
“Teníamos tres hijos y junto con mi esposo arrancábamos naranjas, porque no nos daba para el sustento familiar. Además, vendíamos empanadas, tortas fritas y pasteles y mis hijos salían a vender. Después mi abuelo Kluver, que era como lo llamábamos, nos fabricó un horno de barro. Fue así que empezamos hacer panes, roscas y otras elaboraciones que también comercializábamos, porque realmente lo necesitábamos para el mantenimiento de nuestros gurises”, relató.
Con dichos recursos, Ángela y su esposo enfrentaban los costos de la casa e intentaban alimentar parte de los sueños de una familia que jamás bajó los brazos. Tiempo más tarde, en 2005, Ángela ingresó al plan de emergencia. “Recuerdo que nos dieron los talleres, a mí me tocó la Escuela Agraria en Alternancia de Guaviyú. En dicho lugar me tomaron para la cocina. Fue el propio Pablo Santana, director de la escuela, quien buscó la forma de que retomara los estudios. Fue así que luego de hablar con mi esposo comencé con los cursos de cocina en la Escuela Técnica en Paysandú. Viajaba todos los días desde Quebracho a las 6 hasta la Escuela Agraria, cumplía con el trabajo durante la mañana, preparaba toda la comida para los estudiantes, regresaba a casa al mediodía y luego de un baño viajaba hasta la ciudad para poder participar de los cursos”. Una vez que terminaba de estudiar por la noche, al regresar a la radial de Quebracho un remise la esperaba. Pero no dejaba de trabajar, pues vendía a los propios profesores lo que elaboraba.
Para Ángela fue como haber cumplido el sueño de su vida: “tal vez lo más complicado fue utilizar la computadora, hasta que después de un tiempo pude sortear los temores”.
Desde hace un año vive en Paysandú y su experiencia le permitió trabajar en una parrrillada del medio, mientras que desde setiembre de 2010 tiene a su cargo el comedor de la empresa Azucarlito. Sobre las especialidades que elabora dijo que se destaca en la elaboración del strogonoff y las pastas. Sobre el final confesó que todo fue hecho con tanta satisfacción que al ver a su familia formando parte de un mismo proyecto la pone muy feliz. “Fíjese que a mi edad ya nadie me toma, porque soy vieja”, puntualizó.


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