Paysandú, Sábado 14 de Mayo de 2011
Opinion | 13 May Probablemente ahora, cuando un joven quiere llamar la atención de una chica le diga: “¿Me aceptarías en tu Facebook?” Pero hasta no hace muchos años, la pregunta era “¿Estudias o trabajas?” Hoy, a esta última respuesta, muchos responderían “Ni-Ni”. Nada menos que 84.000 jóvenes de entre 15 y 29 años ni estudian ni trabajan. Ni obtienen capacitación para ingresar al mercado laboral en condiciones ventajosas, ni se han incorporado ya al mismo.
Unos 84.000 jóvenes están en esta situación, de acuerdo con el Ministerio de Trabajo. Y este dato se une a otros no menos preocupantes. Entre los reclusos el promedio general de edad es de 23 años. En Uruguay hay manifiesta falta de mano de obra especializada, ante lo cual la Cámara de Industrias impulsa recontratar a jubilados. Los menores de 25 años tienen cuatro veces más dificultades de desempleo que el resto de la población activa por uno de los dos elementos clásicos del demandante laboral “con experiencia”.
Una lectura fácil permitiría afirmar que la “Generación Ni-Ni”, como se la conoce ya, se encuentra en esa situación porque así lo quiere, porque no se interesa por su futuro ni por la comunidad en que se desarrolla.
Eso sería un grave error de evaluación. Cierto es que hay jóvenes desinteresados del sistema educativo, pero eso no es porque no quieran estudiar, sino porque no se han generado las propuestas educativas apropiadas. Como nunca antes los cambios en la actividad humana se repiten con mayor frecuencia, obligando a establecer nuevas carreras. En ese aspecto, Uruguay reacciona lentamente. Al mismo tiempo, se ha dejado de dar importancia a carreras clásicas que mantienen plena vigencia, pero que están casi desaparecidas. ¿Cuántos sanitarios hay en Paysandú?, por ejemplo. Muy pocos, sin dudas. Y cuán necesarios son.
Si algo tiene que desaparecer es la “Generación Ni-Ni”. Lo antes posible. Porque estos 84.000 jóvenes no solamente integran el colectivo nacional, sino que además tienen toda la vida por delante, para interactuar con la sociedad, para brindarle lo mejor de ellos mismos. Para eso será necesario primero abrirle caminos de capacitación atractivos para un posterior ingreso al mercado laboral, y al mismo tiempo generar políticas que promuevan el hábito de trabajo desde la preadolescencia, en lugar de fomentar la haraganería.
En este tema no puede haber estigmas, sino un esfuerzo conjunto de toda la sociedad por brindarles oportunidades de educación y empleo también a los “Ni-Ni”. Difundir el tema está bien, pero mejor será actuar y hacerlo rápidamente, para que a estos uruguayos no se les escape la juventud sin sacarle provecho. “Ni” se puede “Ni” se debe.
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