Paysandú, Domingo 15 de Mayo de 2011
Locales | 13 May Conejos, gallinas y pavos; cerdos, ovinos y vaquillonas, forman parte de la producción de un establecimiento modelo enclavado en una extraordinaria topografía, que incluye un tajamar y verdes praderas. No estamos hablando de un país del primer mundo; se trata de un emprendimiento familiar, ubicado hacia el Este de la ciudad. De fácil acceso y aunque no se distingue desde la Ruta 90, seguramente y al decir de los lugareños, la zona seduce a propios con una producción que incluye vinos, quesos y tomates, mientras que aves silvestres y belleza natural completan la escenografía.
Oscar Campbell es un hombre que en pocos meses cumplirá 50 años. Seguramente muchos lo recordarán por su dilatada trayectoria deportiva en el fútbol sanducero. Sin embargo, un buen día, junto a su esposa, tuvo la feliz idea de encarar un proyecto productivo en el ámbito rural.
“Todo comenzó en el año 1995, cuando junto a mi esposa decidimos comprar una chacra, aunque no teníamos bien en claro lo que deseábamos hacer. En realidad queríamos algo para los fines de semana. Mi señora trabajaba, mis hijas estudiaban y yo trabajaba en una fábrica de la ciudad y jugaba al fútbol. Aprovechamos que teníamos unos pesos y fue así que invertimos en algo que más o menos sabíamos, porque lo traíamos en la sangre, por lo hecho por nuestros padres y abuelos. Así fue que compramos una chacra. Un lugar que estaba bastante abandonado, un predio de 18 hectáreas. La entrada y la fachada principal no estaban en buenas condiciones, incluso en la calle vivía gente. Los accesos no estaban como ahora. Vimos otras chacras más cerca de Esperanza, pero el destino quiso que estuviéramos más cerca de Paysandú, a siete kilómetros y medio del punto cero de la ciudad”.
Campbell recordó que “fueron tiempos en los que nadie quería plantar nada. Fuimos mejorando el predio junto al ‘Coco’ Puchkariov, que plantaba algo. No era como ahora, que todo el mundo precisa un pedacito de tierra para plantar, con esto del boom de la soja y el ganado que ha mejorado”.
Sobre las características del emprendimiento, explicó que surgió “de la experiencia en la escuela de hortifruticultura. Nosotros hicimos un curso que nos llevó casi dos años. Conocimos mucha gente linda. Viajamos a Salto, Bella Unión y Canelones. De alguna manera fuimos recabando información sobre cómo eran otros emprendimientos que ya existían en otras partes del país. Veíamos que se trataban de proyectos que contaban con avanzado desarrollo tecnológico, pero nos llamó la atención que la gente vivía con cierto grado de precariedad. Aunque hoy ha cambiado mucho esa realidad”. El productor dijo también que “es importante destacar que por estos campos había quedado la maquinaria que se había utilizado en las recordadas plantaciones de remolacha azucarera: los tractores, excéntricas y las trilladoras. Recuerdo que el ‘gringo’ Puchkariov venía y plantaba y nos daba una mano bárbara. Como si la chacra fuera de él. Entraba y salía, y plantaba de todo un poco. Acarreaba zapallos y pepinos con una brutal energía, muy lindo de recordarlo. Después un tío de mi señora --el ‘Tito’ Morales-- que tenía un tractor Agrale, se pasaba los domingos de mañana cortando las chircas. Nos llevó como ocho o diez años limpiar todo. Luego le agregamos tecnología y animales. Originalmente comenzamos con suinos y conejos. Inclusive los suinos durante mucho tiempo fueron el fuerte de la producción. Los conejos tuvieron su auge y junto con otros compañeros de Paysandú llegamos a matar 300 por semana”.
Campbell también puntualizó que “si bien hay un largo camino recorrido, hoy estamos tranquilos. Ya contamos con una interesante red de clientes. Como vivimos en una zona de productores artesanales, también elaboramos quesos, y ello nos generó un interesante resultado. Significaba mucho trabajo, aunque me ayudan mis padres que todos los días me dan una gran mano”.
Establecimiento
modelo
Cada rincón del establecimiento está minuciosamente cuidado. El orden y la prolijidad son dignas de elogio y ello se logró gracias a estudio y capacitación. “Nosotros nos instruimos en el año 2001 con las ISO 9000. Creo que fuimos los únicos en Uruguay en la implementación de Gestión de Calidad, según dichas normas. Logramos hacer la auditoría interna, mientras que la externa la dejamos para más adelante. Ello nos va a permitir comercializar nuestros productos en el exterior. Incluso fuimos invitados por la Cámara de Industrias del Uruguay en varias oportunidades. Ahora gracias a un programa del PPR intentamos darle un nuevo impulso a la granja. Es un programa que aporta recursos y asesoramiento. Hicimos el saneamiento para los cerdos y ahora vamos a construir un tanque con 30 mil litros de capacidad. Como los costos son muy elevados, el gobierno aporta ciertos recursos. Se trata de un 80% de la inversión, mientras que el 20% restante lo aporta el productor. El perfil de nuestros clientes es variado, pero básicamente hoteles y restaurantes. Llegamos a satisfacer tanto el mercado local como nacional. Por supuesto, hay un pormenorizado seguimiento profesional, asesorados por la doctora Paola Rubo. Ahora la intendencia está generando recursos para con estos emprendimientos, ya que nos visitan escuelas públicas y privadas. Además nos han visitado belgas, italianos, holandeses y franceses, aprobando con buenas críticas lo que nosotros hacemos acá. Eso nos permite medirnos con otra realidad productiva del primer mundo”.
Sobre el final de la entrevista, Oscar Campbell confesó que “he tocado el cielo con las manos y vivo muy feliz en el entorno natural del campo, junto a mi familia que me colma de satisfacciones”.
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