Paysandú, Lunes 16 de Mayo de 2011
Opinion | 10 May Las ventajas comparativas de que goza actualmente Uruguay, como así también otros países de la región para producir y consecuentemente exportar a valores competitivos materias primas como los granos, lanas, cueros y madera, entre otros, no puede hacernos perder de vista que se necesita no solo diversificar nuestro comercio exterior y por ende nuestra dependencia de commodities, sino también generar condiciones para la inversión en emprendimientos de mayor valor agregado, a la vez de consolidar los que actualmente están padeciendo una caída de la competitividad por el alto costo de producir.
En el caso de Paysandú, es notorio que difícilmente podamos captar capitales que se vuelquen a la instalación de grandes industrias como ocurriera a fines de la década de 1940, y al revés, el desafío que tenemos instalado es el de tratar de mantener y hacer sustentables las que quedan, por problemas de escala pero también por condiciones negativas que se dan por el alto costo de la energía y los servicios, sin olvidar el peso del Estado y cargas sociales e insumos como salarios, que son mucho más altos en dólares que por ejemplo los que se pagan en China y otros países que compiten en los mismos rubros de producción.
A nivel departamental, a través del municipio se puede actuar en forma limitada como catalizador de emprendimientos de este tipo, por cuanto las posibilidades de exoneraciones de impuestos municipales y dotación de infraestructura posible por un gobierno local no son parte decisiva en la ecuación económico financiera de los inversores, como sí lo son los beneficios y expectativas que se puedan generar mediante medidas del gobierno nacional.
Así, la oferta de un parque tecnológico industrial muy incipiente en infraestructura en Casa Blanca, que es una iniciativa que data de por lo menos veinte años, ha implicado incorporar un predio que todavía tiene muchas carencias en servicios y mucho más aún en conexiones logísticas, y constituye apenas una pieza en un esquema básico de condiciones que se requieren. Este debe incluir beneficios establecidos por ley, que haga diferencias a la hora de la decisión por los capitales de riesgo.
Por lo demás, si bien está vigente una ley de promoción de inversiones en el Interior, a juzgar por los resultados la incidencia de este factor, que debería ser diferencial para compensar en alguna medida las asimetrías existentes entre Montevideo y sus satélites y los departamentos del norte del río Negro, sobre todo, ha sido mínima, debido al desnivel de oportunidades y de costos que significa producir y transportar bienes y servicios desde el interior profundo, cuando todos los esquemas logísticos están pensados en función del puerto de Montevideo.
Actualmente, el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, junto a sus pares de Industria, Energía y Minería, y de Ganadería, Agricultura y Pesca, ha presentado a los legisladores del Frente Amplio modificaciones al régimen general de promoción de inversiones, que según el secretario de Estado buscan “adaptarse a las circunstancias actuales del país”, y apuntan fundamentalmente a incorporar incentivos adicionales para micro y pequeñas empresas, con un diez por ciento más de beneficio en el IRAE. A las firmas que se localicen en parques industriales, se propone incrementar el porcentaje en quince por ciento y se les otorga un crédito fiscal por los aportes patronales de los empleados generados en el proyecto por cinco años.
Estos elementos, de carácter general, deberían ser diferenciales para los departamentos del norte del río Negro, perjudicados sensiblemente por su lejanía con Montevideo y dificultades en logística e infraestructura para captar estos capitales de riesgo, aún teniendo en cuenta que son zonas en donde se genera la producción primaria de gran volumen.
La idea del ministro Lorenzo es la de modificar el esquema de puntos para bonificaciones que se otorgan actualmente, acentuándolo en el caso de los departamentos de mayor pobreza y menor desarrollo, y con un factor diferencial en base a la calidad y cantidad de empleo, así como en los que se radiquen en zonas carenciadas de Montevideo.
Otro factor refiere a la incorporación de valor agregado, con mayor estímulo para los que impliquen una manufactura de tecnología, lo que es positivo cuando los inversores evalúan el contexto general de la inversión-riesgo-rentabilidad. Y si esta ecuación no da, pese a la gran cantidad de capitales que andan en la vuelta en la zona, ante los problemas de los países desarrollados, la inversión no llegará al Interior lejano, porque al alto costo país se agrega el costo adicional de radicarse fuera del anillo montevideano y todavía esta condicionante no ha sido cabalmente evaluada ni mucho menos encarada con la decisión y respuesta que debería aportar el gobierno nacional.
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