Opinion | 14 May Hace algo más de un mes y a pesar de la nutrida agenda de actividades inmediatas y futuras que lo tendrían por escenario, el Teatro Florencio Sánchez fue cerrado debido al agravamiento de las malas condiciones edilicias. Para evitar afectaciones mayores, se redujo considerablemente la circulación vehicular por la calle 19 de Abril, prohibiéndose el tránsito de vehículos pesados.
Así, el teatro volvió a ser noticia al comprobarse que se agrandaron las fisuras de la fachada, que es donde radica el principal problema, aunque también hay necesidad de obras de mantenimiento en distintos sectores, e incluso han habido desprendimientos de mampostería, además de afectaciones en el cielo raso.
La necesidad de mejoras de nuestro principal escenario no es nueva y si bien durante la anterior administración municipal se realizaron algunas obras menores de mantenimiento ni entonces ni en los gobiernos anteriores se destinaron o consiguieron los recursos económicos suficientes para atender una situación de deterioro que se ha venido agravando no solo por los efectos de la edad del edificio --que tiene 130 años-- sino también por su intenso uso.
Se trata de un edificio que es Patrimonio Histórico Nacional y uno de los más bellos del país, testigo de la historia de buena parte de nuestra ciudad y sede de innumerables acontecimientos que forman parte de las vivencias de nuestra comunidad.
Podría decirse también que es un ícono de la vida cultural de este Paysandú en la última centuria y un edificio que todos deberíamos cuidar porque, de alguna manera, forma parte de la identidad sanducera.
Ahora que está cerrado y con un agravamiento de la situación de su estructura edilicia se están echando a andar los mecanismos para hacer las obras que hace tiempo deberían haberse realizado para asegurar que una joya patrimonial como ésta no caiga en el deterioro.
La Intendencia tiene una clara responsabilidad en cuanto a su mantenimiento y gestión pero también lo tiene la Comisión Nacional de Patrimonio --por tratarse de un monumento histórico nacional-- y es menester esperar que hayamos aprendido la lección y de una vez por todas tomemos la acción necesaria para el mantenimiento de infraestructuras culturales tan significativas sin esperar a que haya verdaderas urgencias o riesgos para cuidarlas como corresponde.