Paysandú, Viernes 20 de Mayo de 2011
Opinion | 17 May Mientras a nivel del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente se está evaluando y hasta poniendo en marcha planes tendientes a promover la construcción de casas de madera para sectores de menores ingresos como solución habitacional, desde hace unos años se ha encendido la luz de alerta respecto al uso que debería darse, con una visión estratégica, a la materia prima generada por la implantaciones de centenares de miles de hectáreas de árboles, fundamentalmente eucaliptos, con destino de industrialización.
Desde hace tiempo desde EL TELEGRAFO hemos abogado por avanzar con creatividad y decisión en incorporar valor agregado a nuestra riqueza forestal, tal como se hace en muchos países, y también por supuesto en los lugares hacia los que importamos esta riqueza como materia prima, es decir a destinos donde efectivamente se les incorpora trabajo y se les da usos que en esas latitudes son tradicionales.
La disponibilidad abundante de eucaliptos y pinos con la que se cuenta en nuestros montes forestales indica que contamos con una muy buena producción de materia prima para usos diversos, como la mueblería y la construcción de viviendas, pero seguimos exportando celulosa a la que se afecta la gran mayoría de esta producción, y para la que además sirve cualquier madera, es decir desde el ramerío de baja calidad hasta los troncos de mayor tamaño y longitud, muy apropiados para destinos de mayor valor agregado a partir del aserrado.
En las últimas horas se ha conocido, a propósito de la visita del intendente Bertil Bentos, que el aserradero de Palo Solo, en Orgoroso, donde llegaron a trabajar más de cien personas, se trasladará parcialmente a Tacuarembó, como lo había hecho en una parte a Durazno, a efectos de trabajar en donde hay disponibilidad de madera para aserrar, porque no consiguen abastecimiento fluido en Paysandú.
La voz de alarma en este sentido ya había sido lanzada por varios aserraderos sanduceros nucleados en Madexur, los que desde hace años están denunciando que cada vez enfrentan más dificultades en el abastecimiento de madera para aserrar, que deben traerla cada vez desde más lejos y con un mayor costo. Han intentado gestiones a través del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, respecto a asegurar determinado volumen anual de madera que pueda ser sustraída del volumen que se envía a la planta de celulosa, pero hasta ahora las respuestas han sido parciales e insuficientes, como bien lo pone de relieve la situación en Palo Solo.
De la misma forma, todo indica que se plantea una problemática similar con el aserradero que está instalado en el parque industrial de Casa Blanca, lo que nos coloca en la paradoja de que a pesar de estar enclavados en una zona eminentemente forestal, los escasos establecimientos que incorporan un incipiente valor agregado a esta materia prima corren el riesgo de desaparecer o reducir sustancialmente su actividad si no encuentran el elemento básico de trabajo.
El problema se da debido a que resulta más rentable para las empresas plantadoras producir árboles con destino a las plantas de celulosa, que para aserrar, dado que éstos últimos necesitarían más tiempo de crecimiento que finalmente no se justifica en lo económico.
Al respecto, de acuerdo a lo manifestado por los empresarios de Palo Solo la difícil situación por la que atraviesa el sector tiene que ver con el empuje y expansión de las plantaciones forestales para las plantas de celulosa. “El período de tiempo necesario entre plantación y plantación se ve reducido para este propósito, pero al mismo tiempo, al no haberse hecho una necesaria previsión de plantaciones para aserraderos, esta madera ha comenzado a escasear y en el futuro todo parece indicar que la situación continuará deteriorándose”, dijeron.
La salida que han encontrado algunos aserraderos, para hacer frente a la escasez de madera apta, es trasladar sus plantas a los lugares donde aún hay oferta. No obstante, “si no se toman medidas rápidamente, llegará un momento en que Uruguay no tendrá madera para aserraderos. Y no dentro de muchos años ocurrirá eso”, expresaron los empresarios.
El punto es que ante la próxima instalación de otra planta de celulosa, el desfase entre la oferta y la demanda de madera tenderá a acentuarse y es preciso encontrar una salida a esta situación, sin por ello cambiar las reglas de juego que han favorecido la implantación de montes forestales para industrialización en nuestro país.
Estamos ante una encrucijada en la que sin dudas debe tener intervención el gobierno nacional, a través del Ministerio de Ganadería y el Parlamento, llegado el caso, para asegurar una tendencia al equilibrio entre la oferta y la demanda, con énfasis en promover equilibrio y asegurar el aprovisionamiento de materia prima para los sectores que le incorporen valor agregado, en defensa de la creación de puestos de trabajo y el reciclaje de riqueza dentro de fronteras.
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