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Paysandú, Domingo 22 de Mayo de 2011

Política de plasticina

Opinion | 16 May Es probable. Quizás lo que Jesús anunció hace 2.000 años se concretó. Quizás Franz Kolb, el inventor de la plasticina (o plastilina, en 1880) resucitó y está asesorando al Ejecutivo y legisladores del partido de gobierno. Sea como sea, el estilo de moldear las leyes y las decisiones de la ciudadanía parece que se ha instalado y que está aquí para quedarse.
Lo ocurrido en el último plenario del Frente Amplio (FA) es paradigmático. No se discutió en esencia la importancia de derogar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado sino “cómo salir de esto”, una suerte de trampa construida desde adentro, hasta quedar encerrado dentro de ella. Y si para salir había que darle la espalda al presidente, pues eso debía hacerse.
En términos absolutos, resulta impensable que un culpable quede sin castigo. Duro con él, es lo primero que la conciencia pide. Pero, la actividad humana es tan compleja que exige conocer contextos y objetivos generales. Más allá todavía, hubo dos intentos para derogar la ley. Por dos veces la mayoría de los electores la reafirmaron. Entonces, intentar viajar en la máquina del tiempo soñada por Herbert George Wells, para enmendar lo que la mayoría decidió no resulta posible.
Se tomó el camino más sencillo, después de todo -sostienen el Ejecutivo y los legisladores del FA- las mayorías solo merecen respeto cuando convienen a los propios intereses. Peor todavía, todo se reduce a moldear con paciencia la plasticina para obtener los resultados esperados. Cual hábil escultor, el Ejecutivo y el partido que tiene la mayoría parlamentaria moldean para que sus decisiones reconozcan lo que la mayoría no aceptó en su momento.
Pero el problema es aún mayor: es la puerta del averno que ha sido abierta. Y precisamente lo ha hecho la izquierda, la menos pensada. Una vez no se reconoce la voluntad popular (lo que resulta mucho más grave que no reconocer las instituciones), entonces ¿por qué no hacerlo de nuevo?
El pueblo puede decidir lo que quiera, eso parece que seguirá siendo así. Pero el Ejecutivo y los legisladores del partido de gobierno, pueden o no aceptarlo. Está en su talento como escultores hacerlo o transformar esa obra en beneficio propio. Hoy es el FA, mañana puede ser cualquier otro partido. El verdadero problema no es la ley de Caducidad ni el desconocer la voluntad popular (lo que ya es un mayúsculo error). Aquí se está por instalar -una vez que se vote en Diputados- “la dedocracia”. ¿Me gusta? ¿No me gusta? Todo parece arreglarse con plasticina.


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