Locales | 23 May Es una coupé grande, más bien baja y ancha, de líneas rectas, con casi nula ornamentación e impulsada por un motor V8 de 5 litros, con una potencia cercana a 200 HP.
Estamos ante un automóvil Dodge de 1975, fabricado en Brasil, difícil de ver por estos lares. Pintado en tono habano, pertenece a Antonio Rodríguez desde hace aproximadamente 20 años.
El propietario comenta que hace algún tiempo se desarmó el motor, efectuándose un cambio de anillos de pistón, en tanto se sustituyó la cadena de distribución. Asegura que no fue necesario realizar más recambios en este rendidor V8, ya que responde muy bien.
El Dodge cuenta con encendido electrónico y la caja de cambios es de tres marchas, en tanto posee cuarta automática. Tiene un habitáculo confortable, al igual que su andar, contando además con una suspensión bien equilibrada, con barras de torsión en la parte trasera. El frenaje es satisfactorio: frenos a tambor atrás y a disco adelante.
Dentro de su línea rectangular, el Dodge muestra un frontal plano, con la parrilla ubicada horizontalmente, abarcando prácticamente todo el ancho, con la excepción de los grandes faros ubicados en los extremos. El parabrisas es de buen tamaño, más bien cóncavo, y ambos paragolpes aparecen particularmente anchos, al tiempo que un capó plano completa la parte delantera.
Los laterales presentan un gran cristal con ventiletes, ubicados en la puerta y en la parte posterior. La popa es ancha, con un baúl portaequipajes de muy buen tamaño, de tapa plana, en tanto las luces de freno y de posición están en cúbiculos ubicados en los extremos.
La luneta trasera tiene la particularidad de mostrar la curvatura al revés de lo habitual, en este caso hacia adelante. Un automóvil bien al estilo de la década del setenta y de muy buen rendimiento.