Paysandú, Miércoles 25 de Mayo de 2011
Opinion | 22 May Seguramente por varios meses, a medida que vayan desentrañándose los puntos misteriosos del sonado caso, seguirán ocupando titulares de la prensa internacional las alternativas del juicio que se sigue en Estados Unidos contra el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ante la denuncia de asalto sexual de que fue protagonista poco antes de abandonar un hotel de cinco estrellas en Nueva York.
El ex jerarca del organismo financiero internacional salió el viernes de la prisión de Rikers Island para quedar abajo arresto domiciliario en un apartamento en Manhattan, luego que un juez ordenase su liberación tras el pago de una fianza de un millón de dólares y garantías por otros cinco millones de dólares.
Realmente el caso ha dado paño para todo tipo de comentarios, desde los más ácidos en su contra hasta francas posturas respecto a que el francés de origen judío fue víctima de una “cama” dispuesta por enemigos políticos en Francia y eventualmente de una lucha por el poder dentro del organismo financiero, pero a esta altura de los acontecimientos resultaría muy difícil, por las connotaciones especiales del caso y las dudas que subsisten, establecer la verdad.
Por cierto los antecedentes del ex jerarca no le son favorables, desde que además de haber “solucionado” en su tiempo un escándalo con una subordinada dentro del FMI poco tiempo después de asumir el cargo, han surgido denuncias con mayor o menor asidero sobre casos similares en los que el francés no sale bien parado, aunque también puede haber alguna dosis de oportunismo de las denunciantes haciendo realidad el conocido refrán que dice que del árbol caído todos hacen leña.
Pero evidentemente la que mejor sale parada internacionalmente en este episodio es la imagen de la justicia de Estados Unidos, desde que pese a la fortuna y renombre internacional del protagonista, se aplicó al denunciado estrictas normas de seguridad, como a cualquier detenido –caso por ejemplo de los inmigrantes ilegales que son atrapados por la “migra”-- e incluso ha pasado a detención domiciliaria solo después del pago de una voluminosa fianza y otras garantías para que no escape, como la entrega de documentación y uso de una tobillera con GPS, como cualquier fulano.
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