Paysandú, Domingo 29 de Mayo de 2011
Opinion | 28 May En las últimas horas el presidente de la República, José Mujica, visitó las obras ferroviarias en la localidad de Piedra Sola, en el límite entre Paysandú y Tacuarembó, donde se realizan trabajos de rehabilitación de la red que une Montevideo con Rivera, con una inversión de 60 millones de dólares, la que es considerada como la mayor obra ferroviaria de los últimos cincuenta años.
Es un hecho poco usual en el Uruguay que se realicen trabajos de mejora e incluso mantenimiento de la red ferroviaria, desde que el ferrocarril ha estado postrado por décadas, ha seguido un proceso de desmantelamiento y ha perdido pie en forma sostenida frente a otras modalidades de transporte, como el carretero, por una serie de factores que en el caso uruguayo se debe predominantemente a que este servicio lo presta el Estado, con una gestión deficitaria que rompe los ojos y que lo que es mucho peor, nos cuesta millones de dólares en pérdidas al año a todos los ciudadanos.
En este caso puntual está de por medio el carácter simbólico de que el tramo que une la estación Pintado con Rivera es el último de los 422 kilómetros entre Montevideo y Rivera de la red ferroviaria, desde que la rehabilitación de este tramo comenzó en octubre de 2009 y su primera etapa culminará en los primeros días de julio. Se trata del corredor ferroviario más importante del país, que además se pretende potenciar mediante la interconexión con Brasil.
De acuerdo a lo señalado por jerarcas del gobierno, una vez finalizada esta primera etapa una locomotora podrá transportar veinte vagones con 20 toneladas cada uno, a una velocidad de 40 kilómetros por hora. La próxima etapa consistirá en la mejora de este tramo, llegando a los 60 kilómetros por hora, con un mantenimiento mecanizado que permitirá potenciar el buen nivel de las vías.
El factor impulsor de esta decisión política y posterior inversión por el Estado en el ferrocarril responde indudablemente a la necesidad de un medio de transporte adecuado para las cargas de madera, que es una materia prima que se genera en el corazón del país, con un eje importante en Rivera-Tacuarembó-Paysandú, y que por su gran volumen y bajo valor relativo tiene en el ferrocarril y el transporte fluvial sus socios logísticos más importantes a efectos de mejorar su competitividad.
Lamentablemente, AFE se encuentra en una situación muy difícil, con un parque de tracción deteriorado y obsoleto, una red ferroviaria con tramos intransitables y con un trazado de principios del siglo pasado, por lo que necesita una inversión de cientos de millones de dólares para ponerlo más o menos al día.
Pero si lo que pretendemos es contar con un medio de transporte seguro y eficiente, será necesario que la gestión deje de estar en manos del Estado, que tanto mal le hizo al ferrocarril en Uruguay. Y por supuesto, lo más importante es conseguir los recursos para recuperar la infraestructura, para lo que ahora existen instrumentos como la Ley de Participación Público Privada.
En los últimos días, a través de manifestaciones de prensa del presidente de Ancap, Raúl Sendic, se ha agregado un elemento de juicio valedero a esta posibilidad, al conocerse por el titular del ente que Ancap propuso participar en el desarrollo del ferrocarril, con el visto bueno del presidente José Mujica.
Sendic dijo que cuando Ancap culmine las obras en las plantas de cemento y en las nuevas fábricas de producción de biocombustibles tendrá al menos dos millones de toneladas de cemento, biocombustibles, combustibles, azúcar y granos para transportar.
Estos requerimientos hacen que “teniendo en cuenta los volúmenes que debemos transportar es muy importante que Ancap participe en este nuevo desarrollo ferroviario”, y a su entender AFE “tiene que seguir siendo dueña de las vías del ferrocarril”, pero que “arriba de eso se puede conformar un consorcio ferroviario donde AFE, Ancap y algún privado puedan hacer inversión para material rodante, para las locomotoras que sean necesarias y empezar a desarrollar fuertemente el transporte ferroviario en el Uruguay”.
Consideró igualmente que no hay que tener temor a la “privatización” porque el tren ya está privatizado en el Uruguay si se tiene en cuenta que cada camión que pasa por la ruta es un vagón de ferrocarril en manos privadas.
Y ese es precisamente el punto, pese a la postura negativa del sindicato de funcionarios de AFE, como la de todos los gremios de funcionarios públicos que defienden a ultranza el permanecer dentro del Estado por las favorables condiciones de trabajo. Pero es hora que se dejen atrás prejuicios y posturas ideológicas, como lo ha hecho Sendic, para pensar y hacer en clave de país, en promover instrumentos para desarrollar infraestructura con vistas al desarrollo sustentable y al crecimiento de la economía, que es en lo que nos va la vida como nación.
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