Paysandú, Martes 31 de Mayo de 2011
Opinion | 30 May Contrariamente a lo que suele ocurrir en períodos de crisis, la coyuntura económica favorable del país es un factor que alienta las inversiones, lo que es particularmente importante en el caso de las pequeñas empresas, que suelen vivir al día y que cuando existen mercados promisorios tienen la posibilidad de arriesgar una ampliación o modernización de sus emprendimientos, con la expectativa de un retorno más o menos inmediato de la inversión.
En cambio, durante los períodos de incertidumbre es tradicional que se presente un ciclo de prudencia en las inversiones, teniendo en cuenta que el sentido común aconseja cautela a la hora de optar por decisiones arriesgadas.
Claro, no es lo mismo para una empresa que cuenta con suficiente capital de giro y patrimonio para encarar sus propias inversiones de riesgo sin tener que apelar a endeudarse que para el emprendimiento --generalmente de pequeñas dimensiones-- que para ampliar su ramo de actividad, modernizar su tecnología o ampliar su empresa, requiere apoyo financiero que debe prever una tasa de retorno imprescindible para no generar condiciones insostenibles en el corto y mediano plazo, con la consecuente posibilidad de extinción del negocio por inviabilidad.
Ello explica que en determinadas áreas de actividad, por el propio tamaño de la empresa, se trabaje con visiones a corto plazo, casi viviendo al día, en tanto en las grandes empresas se pueden encarar inversiones que trascienden el aspecto coyuntural para enfocarlas en perspectivas de mediano y largo plazo, como son por ejemplo las forestales, que están en condiciones de llevar adelante sus grandes proyectos apuntando a un escenario de futuro sólido, que les indica que tendrán a su tiempo el retorno esperado, con la rentabilidad del caso.
Es decir que existen factores condicionantes que marcan una diferencia sustancial en cuanto a las posturas a adoptar en fases coyunturales como la actual, desde que en período de bonanza el común denominador es la expectativa de recuperación de la inversión más o menos inmediato, siguiendo la evolución de los mercados, lo que alienta a asumir decisiones en base a la presunción y más aún a la esperanza de que el panorama se mantenga el tiempo necesario para amortizar el capital volcado a la empresa.
Pero en esta ecuación existen dos componentes, es decir el que requiere el crédito y el que lo suministra, la entidad de intermediación financiera que por supuesto mide riesgos en el retorno y se asegura garantías para estar en condiciones de resarcirse en caso de incumplimiento.
En esta conjunción es precisamente donde reside la debilidad del sistema para las pequeñas economías, desde que subsisten dificultades en el acceso al crédito y es impensable que una empresa --pese a que su proyecto en teoría pueda aparecer viable-- resulte sujeto de crédito para el circuito financiero común si no se cuenta con un respaldo patrimonial sólido.
Una cosa distinta es cuando el proyecto puede encuadrar en los lineamientos de entidades de fomento, y en este contexto es que debe valorarse la oferta vigente --a través de la Corporación Nacional para el Desarrollo-- del Sistema Nacional de Garantías, cuyo objetivo es precisamente facilitar el acceso al crédito para las micro, pequeñas y medianas empresas.
Se trata de fondos estatales destinados a garantizar un determinado porcentaje del capital de los créditos que laS entidades bancarias tanto públicas como privadas otorguen a empresarios que no cuenten con garantías o les resulten insuficientes, lo que la vez, según lo señalado por los promotores, se enmarca en medidas anticíclicas, como se hace en otros países, de forma que las pequeñas economías empresariales puedan recomponerse o contar con medios para superaR las dificultades propias de los ciclos recesivos.
El sistema ya está operativo desde hace casi tres años, a partir de la crisis internacional, lo que es a todas luces positivo, pero también lo es que esta posibilidad esté también disponible en cualquier escenario y no solo cuando aprietan las crisis, desde que es una forma de contribuir a dar aire a empresas severamente condicionadas en sus posibilidades de expansión y recomposición, que necesitan apoyo por encima de las coyunturas para contribuir en mejor forma a vitalizar el tejido socioeconómico del país.
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