Paysandú, Miércoles 01 de Junio de 2011
Opinion | 27 May Más allá de la catástrofe en una planta de energía nuclear ocurrida en Japón, en Uruguay sigue en pie el interés en estudiar el tema, que puede desembocar en un proyecto para construir una planta similar en el país, especialmente teniendo en cuenta que claramente la generación de energía eléctrica será insuficiente en nuestro país, al menos en los próximos años. En ese sentido, durante la venidera visita de la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff se debatirá la posible instalación de línea de transmisión eléctrica. Por otra parte, se está a punto de firmar un acuerdo con Paraguay para adquirir a ese país, unos 200 megavatios hora/año, pasando la energía por Argentina, lo que aumentará los costos.
Esto deja a las claras que si bien el gobierno uruguayo está extremando las medidas para que no se registre una insuficiencia de energía eléctrica, tratando de cerrar negocios de compra con la suficiente antelación, es lógico que no es disparatado pensar en la generación a partir de la fisión o fusión nuclear para nuestro país. El país necesita ampliar su generación y los emprendimientos de energías renovables, si bien ayudan, no serán suficientes.
Ahora bien, entre los muchos cuestionamientos que una planta de estas características seguramente generará en nuestro país --aunque no se ha tomado conciencia que hay centrales suficientemente cerca en Argentina y Brasil como para impactar fuertemente en nuestro territorio si sufrieran un accidente-- aparece uno que no es comúnmente considerado: la actividad sísmica.
Por extraño que parezca no es disparatado pensar que Uruguay podría sufrir alguna actividad sísmica, toda vez que hay antecedentes, como ha sido señalado recientemente por especialistas en ciencias geológicas en el Parlamento.
El último se registró en Durazno en 1990 y tuvo una medición de 3,5 en la Escala Richter. Y hay otro antecedente más lejano, de 1888 en Colonia, cuando la medición fue de 5,5 grados. Las construcciones en Uruguay no tienen protección alguna, por lo que un terremoto de esa fuerza sería devastador.
La medición de una posible actividad sísmica necesita de una inversión de poco más de cien mil dólares en equipamiento y podría ser atendida por los propios investigadores de la Facultad de Ciencias. En tiempos de cambio, también se hace necesario cambios de mentalidad y tomar medidas preventivas. La primera es hacer registros que permitan prevenir catástrofes. Tenemos desarrollado un sistema para las inundaciones. Necesitamos también el registro de la actividad sísmica.
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