Paysandú, Miércoles 01 de Junio de 2011
Opinion | 31 May De acuerdo al Informe de Coyuntura que elaboró el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República, del que da cuenta el matutino El Observador, los rubros que lideran el crecimiento de la economía en Uruguay no son los que están al frente en materia de generación de puestos de trabajo, aunque aclaró que se trata de un fenómeno coyuntural y no de una tendencia.
El documento analizó las principales variables del mercado de trabajo en 2010 y sostiene que “los sectores que actualmente lideran el crecimiento económico no estarían incrementando significativamente los niveles de empleo, de manera que la rápida expansión del Producto (Bruto Interno, PBI) no tendría necesariamente un correlato en la generación de empleo, mientras que la industria, que aún se está recuperando de la caída verificada durante la crisis, todavía tendría margen para seguir creciendo basado en el incremento de las horas trabajadas”.
El sector de actividad que más contribuyó al incremento de los ocupados el año pasado fue el de bienes primarios, con un aumento del 24 por ciento respecto a 2009, en tanto en el rubro comercio, restaurantes y hoteles –que es el de mayor peso relativo en el empleo-- el número de ocupados disminuyó dos por ciento, por lo que ese sector redujo su participación en el mercado de trabajo total a pesar de ser el que tuvo un fuerte crecimiento en el PBI.
En tanto, la industria manufacturera, otro sector de marcada incidencia en el empleo total, junto a electricidad, agua y gas, redujo el número de ocupados en uno por ciento, de acuerdo a la publicación del Instituto de Economía.
Los elementos manejados por el estudio evidentemente son buen material para reflexionar respecto a la relación entre la economía y el mercado de trabajo en el Uruguay, sobre todo en lo que se relaciona con la forma en que se derrama el PBI, es decir la producción de bienes y servicios, sobre el tejido socioeconómico nacional, y por cierto que el primer elemento que surge es que hay sectores que han crecido en actividad sin a la vez expandir el empleo.
Una de las posibles causas de esta aparente dicotomía radica en que se ha trabajado con el mínimo posible de personal en el convencimiento de que se está ante un escenario coyuntural y que la rigidez de la legislación laboral hace que una vez transitado el buen momento económico, el empresario debe cargar con una plantilla “inflada” en base a una realidad que puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.
Este precepto es válido naturalmente para el sector privado, desde que en el Estado la inamovilidad vigente hace que sea una constante el mantener plantillas en las empresas aunque den pérdidas.
De todas formas, en los sectores reales de la economía, donde quien no está en condiciones de competir se funde, estamos ante un condicionamiento que no puede soslayarse, que refiere a la relación del esquema de costos y precios finales, que es lo que básicamente determina la rentabilidad de una empresa y por lo tanto la única posibilidad de seguir sosteniendo la fuente de trabajo.
La relación entre el crecimiento de un sector y la cantidad de empleo que proporciona no es lineal ni mucho menos, porque en los sectores primarios hay actividades de carácter eminentemente zafral, como la agricultura, y en el caso de la ganadería y la forestación, la mayor cantidad de empleo surge en los sectores de apoyo, a través de la infraestructura que se genera para soporte de la actividad de que se trate. Y si bien sin dudas son éstos los mayores contribuyentes al crecimiento explosivo del Producto Bruto Interno, con la expansión de hectáreas sembradas de igual forma se multiplica la necesidad de alcanzar mayor eficiencia en la producción, lo que se logra subcontratando empresas que con muy poco personal y altísima tecnología siembran y cosechan enormes superficies en tiempos récord.
La industria y sectores en el área de comercios y servicios, por otra parte, que se han beneficiado del desempeño expansivo de la producción primaria y su consecuente derrame de recursos en la economía, son emprendimientos de riesgo, y como tales se desenvuelven en el marco de la incertidumbre que pauta el futuro, lo que implica que asuman riesgos medidos, como la toma de personal, cuyo costo además ha crecido sustancialmente medido en términos reales en pesos y también en dólares, en el caso de los sectores que trabajan para la exportación y que por lo tanto son afectados por el tipo de cambio.
Por lo tanto es explicable que se incremente la cantidad de empleo en forma muy prudente, al mínimo posible, porque todos sabemos que nuestra economía se maneja por ciclos, y cuando se está como ahora, con sectores en bonanza a partir de las exportaciones de producciones de esencia agropecuaria, cuando no se adoptan medidas que consolidan y hagan sustentable este crecimiento con desarrollo, se corre el riesgo de que se repitan situaciones traumáticas por crisis como las registradas en el pasado reciente,
Y ante este esquema de hierro, la alternativa real es que el Estado haga su parte pesando lo menos posible sobre los que crean la riqueza y por ende abatiendo los costos de las empresas, lo que sí permitirá que el crecimiento de la economía derive en una mayor creación de trabajo, sobre todo de calidad, en lugar del empleo temporal que ha primado hasta ahora.
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